Luis Lauro Carrillo.
EL GRITO DE INDEPENDENCIA.
Conviene observar que llegamos al 15 de septiembre con los mismos alardes de grandeza en el discurso, desde Hidalgo a Cárdenas hasta los presidentes de la alternancia, pasando por el resto de los posrevolucionarios, con los mismos atavismos de empequeñecer al país en todos los sentidos a lo largo de estos de 201 años.
Diremos por tanto que el llamado “Grito” de Dolores es el punto cronológico con que se inicia la guerra de Independencia de México. Miguel Hidalgo proclamó: “Se acabó la opresión. Viva la religión. ¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”.
Un grito que literalmente no aconteció según testigos presenciales como Pedro Sotelo, exclamación que consistió en una arenga dirigida desde la ventana de la casa de Hidalgo a los alfareros, sédenos y vecinos congregados a las 22.40 horas del 15 de septiembre de 1810. En la mañana del 16 de septiembre de ese año previa organización de la insurgencia, hidalgo marcho con su gente a Guanajuato.
No tiene sustentación la afirmación de que Porfirio Díaz cambio la fecha de celebración por motivo de su cumpleaños, tan es así que antes de Díaz esta fiesta se conmemoraba el día 15 de septiembre.
En ese tenor Miguel Hidalgo nunca inicio en estricto sentido un movimiento independentista, por el contrario, era un movimiento de apoyo al gobierno español, que incitó a la población a que se levantara en contra de la ocupación francesa sobre España, demandando la reinstauración de Fernando VII en el trono Español.
De tal suerte que después de ejecutados Hidalgo, Allende y otros caudillos de la causa insurgente, José María Morelos y Pavón organizó y fue el artífice de la segunda etapa (1811–1815) de la Guerra de Independencia de México, el 16 de septiembre de 1813, resaltó los ideales de libertad y de independencia proclamados por Hidalgo.
He aquí, que cumplidos los 201 años de rememorar la Independencia de México, no obstante haber alcanzado dicho status hasta la firma de los tratados de Córdoba, el 27 de Septiembre de 1821, una fecha que para muchos mexicanos pasa desapercibida, por lo que en realidad apenas se cumplieron 191 años de vida independiente.
El sistema educativo, nos ha enseñado que dicho movimiento armado fue una colección de hechos históricos, mitos y una lista de héroes canonizados hasta volverlos religiosamente «inmaculados», todos ellos de «buenos sentimientos» y de mejores intenciones; todos, quienes según los historiadores reverenciales estuvieron siempre del lado del pueblo.
Tengamos presente que la celebración del grito de Independencia de México hoy se hizo bajo una atmósfera de luto, temor, zozobra y angustia no sólo por los estragos que causa la profunda crisis económica y social que sufre la mayoría de la población, sino por las condiciones de inseguridad impuestas por la violencia delincuencial.
Por otro lado en la actualidad la clase política en el poder y la oligarquía económica aprovecha la oportunidad para recordarnos que las revoluciones son ya «cosas del pasado», que lo peor de la historia ha quedado atrás y que el actual sistema político y social es «eterno» y el «mejor de los mundos».
De ahí que la postura de las clases medias, trabajadores y campesinas es diametralmente opuesta a la visión estática, fraccionada y mistificada del statu quo. Los representantes de izquierda y derecha centristas, en los hechos tienen la misma visión oficial como integrantes del sistema político.
Incuestionablemente no se ha reflexionado si con la Independencia alcanzamos la libertad o sólo cambiamos de amo. Los Estados Unidos, han impuesto condiciones económicas y de seguridad a México, por lo que en los hechos hemos transitado de la dominación española a la dependencia económica de los Estados Unidos.
En suma México siempre ha sido un país de injusticia, hoy lo es más que nunca, en lo que en materia de distribución la riqueza se refiere vivimos en una de las sociedades más desiguales del mundo. El saldo en los últimos 28 años es de desigualdad social y económica, expresada en sesenta millones de pobres.
Se carece de un ejercicio de autocrítica y reencauzamiento, por parte de las élites políticas, económicas, incluso las intelectuales, para concebir o construir un nuevo proyecto de nación, que nos expresara con exactitud el camino para salir del subdesarrollo que padece el país de una vez por todas.
En definitiva bajo los signos de la violencia, corrupción, de crisis económica, de crecimiento de la pobreza, del inmoral y exorbitante enriquecimiento de la oligarquía, del retroceso de la democracia, de la descomposición de las instituciones y la militarización del país, se conmemoró hoy la Independencia, cuando tendría que ser el grito de “sálvese el que pueda”.
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