Cd. Victoria, Tamaulipas.- En el medio político se le llama “diezmo” a la cuota que rigurosamente pagan los contratistas a los funcionarios por hacerles el “favor” de asignarles obras, compras o la prestación de un servicio.
Sería el diez por ciento sobre el valor del contrato o factura del servicio.
Pero la historia reciente nos dice que no siempre es diezmo sino que se eleva según el municipio o la dependencia del gobierno de que se trate.
Hay (hubo) jefes de Obras Públicas del gobierno del estado a los que se impuso el apodo de “El 15”, o bien “El 30”, por aquello de que era el porcentaje que cobraban, que se embolsaban de cada asignación.
Es la clásica “mochada” que no deja huella, un acuerdo tácito entre funcionarios y prestadores de servicios. Diríase que es una costumbre, y las costumbres se hacen leyes (a su tiempo).
Pero esta práctica solo tiene una consecuencia: Se incrementa el valor de las obras en el mismo monto en que los funcionarios impongan su tajada.
La voracidad se ve principalmente en los ayuntamientos, donde los alcaldes quieren más dinero para responder por compromisos de gastos de campaña.
Así por ejemplo, un constructor menciona que la máxima corrupción que ha encontrado se dio en la administración del alcalde de San Fernando, Gabriel de la Garza Garza.
La alteración de los costos se daba a través de obras públicas y el “moche” era del 50 por ciento, “parejo”.
El segundo lugar de voracidad se dio en la administración de Arsenio Rodríguez Castillo, en Padilla, donde el diezmo no era tal sino “el treinta” para todos los interesados.
Durante la pasada administración el porcentaje fluctuaba entre el diez y el 15, según la dependencia de que se tratara. Y es que se asignaban contratos en muy diversos lugares.
De la presenta administración, la semana anterior el columnista Humberto Gutiérrez Páez denunció que alguien de la secretaría de Administración se dedica a cobrar “a futuro” los diezmos.
Esto significa que se exige el diez por ciento por contratos o facturas de mercancías y servicios, que apenas se van a otorgar.
Digamos que es un parecido a la venta de indulgencias que hacía la Iglesia Católica, pero a futuro, o sea por pecados que se iban a cometer.
Pareciera sonar raro pero eso fue una realidad, y no se descarta que en efecto –como dice Gutiérrez-, sea algo que se esté fraguando en el área de compras del gobierno.
En Obras Públicas del estado, lo que se sabe es que a la fecha los jefes no han cobrado porcentajes por la escasa asignación de contratos realizados hasta ahora.
Esto lo confirmó Manuel Rodríguez Morales, el jefe del sector, al mencionar que castigarán a quien caiga en la corrupción.
Pero el primer motivo, dicen los constructores, es que los encargados del área no saben como se maneja la corrupción, bien disfrazadita, oculta en apariencia, o no llegan todavía a las complicidades con los empresarios.
El otro es que en la administración egidista se está dando una concentración tremenda de la asignación de las obras, de tal forma que el que palomea solo es Rodríguez Morales y nadie más.
Todo debe salir a través de Obras Públicas y no por Educación, o Salud, o el Instituto Tamaulipeco de Infraestructura Educativa (Capfce), como en aquellos tiempos.
Y en medio de este monopolio, los funcionarios no le entienden, no hallan la salida a la entrega de los contratos, ya sea por licitación o asignación.
Es por eso que la mayor parte de los constructores (fuera de los consentidos) están sin obra y preferirían aquellos tiempos en que con “el 15” quedaba todo arreglado.
Después de todo, esa lanita solo se le cargaba a la cuenta total.
A la fecha se dice que el asunto se lleva derecho (lo cual se cree), pero el temor es que no tardan en llegar las corruptelas a través de los supervisores de obra.
Si no hay lana, no se calculan por ejemplo los avances y por tanto el dinero no sale de Finanzas.
Es bastante difícil, como un sueño, que se acabe la corrupción en la contratación de obra pública.
Ahora mismo los contratistas preferirían pagar “el 15”, pero con chamba, a no tener nada.
Pero no deben desesperarse. Hay la seguridad de que muy pronto “los nuevos” aprenderán, o bien se hará el ofrecimiento de parte de aquellos que quieren chamba y todos felices y contentos.
No puede desaparecer el “moche” porque además, los ahora jefes bien que saben cómo se consigue un contrato, grande, mediano o chico.
En otro tema, se fueron los diputados locales a recorrer sus distritos –si es que los conocen- aprovechando el receso de la legislatura.
Es muy difícil quitarse la idea de que salen de vacaciones. Por eso, uno de ellos propuso que, aun en receso, sigan trabajando en comisiones en el Palacio Legislativo.
Por cierto, -antes de que se fueran-, el único funcionario estatal que mereció felicitación (desde la tribuna) por parte de los legisladores fue Enrique de la Garza Ferrer, titular del Instituto del Deporte.
Las flores se las aventó el diputado Daniel Sampayo, de Matamoros, quien felicitó a Don Enrique por la destacada participación que Tamaulipas registró en la Olimpiada Nacional 2011 que acaba de terminar (en varias sedes).
Los paisanos se trajeron 154 medallas, de ellas 45 de oro y 50 de plata, con lo cual le dieron a nuestro terruño el lugar 13 dentro del medallero disputado por 36 estados e instituciones.
Pero mejor nos vamos por ahora.