Cd. Victoria.- Cuando una administración estatal vive sus últimos días, los funcionarios de primer nivel acostumbran otorgarse “bonos de retiro”, no económicos sino en especie.
De esta manera, en lo que recordamos, desde los tiempos del Gobernador Manuel A. Ravizé aparece la entrega de concesiones de taxis como si fueran volantes de promoción de ofertas.
En aquellos lejanos tiempos, por ejemplo, el entonces jefe de la Judicial, Baldemar Rodríguez Inurrigarro, recibió un buen retiro consistente en diez juegos de placas.
Aparte de su lanita, otros consiguieron placas como “ruteros” para la zona sur de la entidad.
En el caso de los abogados otro “retiro” consiste en entregarse los fíat de notarios. Es algo que podrán exprimir durante toda la vida e incluso heredar a sus nietos y bisnietos.
Cuando Enrique Cárdenas González estaba por abandonar el poder, repartió a diestra y siniestra 61 notarías para sus colaboradores, compadres y amigos (varios de ellos que siguen viviendo de la chambita).
En el siguiente gobierno, con Manautou, el equipo de salida rompió récord porque se repartieron nada meno que 71 fíats, algo nunca antes visto en una administración.
Mención especial merece el gobierno de Américo Villarreal Guerra, donde existe la presunción de que él personalmente prohibió a sus colaboradores que tomaran las notarías como un botín.
Según el dato que tenemos, en el sexenio americanista se otorgaron solo seis fíats y de ellos apenas uno nuevo, que fue para Laura Luna Tristán, de ciudad Victoria.
Durante el cavacismo, con Jaime Rodríguez Inurrigarro en la Secretaría General, el procedimiento indemnizatorio no fue la excepción y en el sexenio se otorgaron 47 fías, de ellos 15 en el último mes de la administración (acentuados en los tres últimos días).
Ya con Tomás Yarrington, el dato dice que en el último mes el nombramiento de fedatarios ascendió a 24.
Si nos ocupamos del gobierno geñista, mire que la administración ya casi termina y no hemos visto la cascada de fíats.
En el curso de la administración se han dado los “ordinarios” y a lo mejor para cumplir “compromisos” que hicieron algunos benefactores de la administración (como esa que se obsequió a la panista María Guadalupe Soto Reyes).
Los datos que nos dan señalan que en el 2005 fueron cinco los beneficiados, dos en el 2006, once en el 2007, seis en el 2008, y los datos no se saben en los siguientes años.
Con funcionarios responsables en el área respectiva, seguramente al final no veremos que aparecen como volantes.
Y es que, por ejemplo, cuando Humberto Zolezzi García figuraba como Subsecretario de Gobierno a finales de la administración tomasista, firmó tantos “bonos de retiro” que hasta él mismo se quedó con una notaría en ciudad Victoria.
En la presente administración posiblemente hubo negociaciones a favor de acciones para el bienestar de los tamaulipecos, como ese fíat que se entregó a Mario Alberto Cruz Calderón, de Tampico.
El señor Calderón, pertenece a la familia que mediante amparos tiene paralizada la construcción del nuevo aeropuerto de Tampico, porque no aceptan indemnización por 60 hectáreas que les pretende expropiar el gobierno.
Y bueno, cuando el gobierno esté por irse, seguramente no veremos fíats por ejemplo para Ramón “El Locutor’” Ochoa Delgado, o que Florentino Sáenz, el Subsecretario de Gobierno, se reserve uno para sí pese a ser agrónomo, o bien le entrega al odontólogo Felipe Garza Narváez.
Lo que pasa es que, de los abogados colaboradores de la administración, ya casi todos son notarios, empezando por Ricardo Gamundi Rosas y Bladimir Martínez Ruiz, si es que se habla de gandallas.
O bien si se habla de gente más seria como el Subprocurador Hernán de la Garza Tamez , de Don Jaime Rodríguez Inurrigarro, su hijo Ricardo Rodríguez, Alejandro Etienne Llano, Armando Villanueva Mendoza, Marcia Pérez Cantú y algunas docenas más.
Aparte, mire que el proceso de entrega-recepción de las administraciones municipales comenzó como lo marca la Ley. Pero aquí empezarán los peros; se sabrá qué es lo que anda mal en cuanto a recursos económicos y bienes materiales.
En Victoria el alcalde electo, Miguel González Salum, nombró a sus representantes para ir sondeando lo que recibirá de Arturo Díez Gutiérrez, o lo que este y su gente dejen, aparte de las deudas y los rencores populares.
La sospecha de que el talabosques heredará puras broncas no es en vano, es real y vemos así que los talleres de servicios públicos están convertidos en un cementerio de maquinaria y camiones.
Aunque hay gente que lo defiende, como nuestro lector http://[email protected] que nos dice:
-Arturo no es tan espantoso ni tan pendejo como se cree; ha sido víctima de su propio partido, el PRI, que lo postuló…
Nos vamos.