Algo muy dulce debe tener la dirigencia del PRD en la entidad como para que, cada tres años, se la disputen una ristra de individuos dispuestos a todo, menos al suicidio.
Tal vez lo “dulce” entre por los subsidios que llegan del gobierno del estado vía IETAM, aunado a lo que se supone les inyecta el CEN.
Tan solo para el 2010, el PRD en el estado recibió una asignación ordinaria de 4.2 millones de pesos, más 2.6 para la jornada política que ya culminó.
Mire, falta mucho para que la dirigencia nacional determine si hay renovación del comité estatal, cuando ya saltaron varios aspirantes dispuestos a sacrificarse por la militancia así tengan que vender su alma al demonio.
Pero da la casualidad que son las rémoras de siempre, la mismas cabras que tienden al breñal –como dicen allá por mi rancho-.
En primer lugar Francisco Chavira Martínez, el millonario neolaredense; también Cuitláhuac Ortega, el diputado que llegó por componendas inconfesables, y en otra esquina Félix Mezquitic, ese que tiene una ristra de averiguaciones en la PGJE, y hasta el viejo Ricardo Quintanilla, alcalde de Jaumave por elección, pero de quien se dice ya vive en Mc Allen, Texas.
Y bueno, más los que se “acumulen” de aquí a marzo del 2011, si es que hay renovación de comité o a “Los Chuchos” se les hinchan aquellos y dicen que no.
Debe recordarse que, los antecedentes penales, parecen ser una norma interna de los amarillos para pertenecer a la dirigencia. El mismo actual presidente, Mario Sosa Pohl, fue “cliente distinguido” del penal de Andonegui por un peculado de varios melones de pesos de cuando fue alcalde de Madero.
Se supone que los “líderes” duran en la chambita tres años, pero estos ya llevan dos décadas pegados a la ubre.
La última elección –definida como marranero- se dio el 18 de marzo del 2008, en que figuraron cinco aspirantes: Chavira, Sosa, Raymundo Mora Aguilar, Julio César Martínez Infante y Emiliano Fernández.
Cena de tribus al fin, nadie se alzó con la victoria.
Tiempo después el comité nacional se definió a favor de Raymundo Mora Aguilar.
Pero Chavira impugnó la nominación y llegó hasta sus últimas consecuencias, el TRIFE, donde determinaron que Sosa Pohl, debería ocupar al sillón de mando.
Entre chicanadas y zancadillas, Sosa se instaló en la dirigencia casi un año después de la “elección” interna.
De los que participaron en la cena perversa, Mora parece haber sacado la mejor tajada: Será diputado al Congreso local a partir de enero y, por lo tanto, es fuerte aspirante a encabezar el comité estatal.
De los demás, parece una retahíla de vividores del presupuesto: Exactamente tres meses después de la “elección”, Emiliano Fernández se instalaba como gerente estatal del Partido Convergencia.
Y Martínez Infante, ese llegará pero a una regiduría en Victoria en lo que parece ser un ansia por la nómina, aunque sea para atrás en el nivel político.
Claro que están metiendo las manos los de siempre, Pedro Alonso Pérez, Elpidio Tovar de la Cruz, Rodríguez Segura y otros que pasaron por la presidencia del partido.
Todos se fijan en la lana que ingresa, pero seguramente a nadie le interesa la clientela electoral que jalan. No, no les interesa.
Un dato dice que el máximo crecimiento del partido se dio en 1997 cuando sacaron 219 mil sufragios (27 por ciento) y se colocaron como segunda fuerza electoral en Tamaulipas.
Pero el gusto les duró poco, dado que en el 2000 bajaron a 91 mil, hasta que en el 2010 apenas se quedaron con los 44 mil.
En su triste historia en la entidad, los amarillos apenas han conquistado unas cuantas alcaldías: Nuevo Morelos, Río Bravo, Madero, Jaumave y en el 2011-13 tendrán Camargo.
Sin embargo esos triunfos no han sido como partido sino por componendas con el PRI, o bien porque los candidatos personalmente le metieron ganas y dinero.
En esta cena tribal tampoco nadie sabe cuantos militantes tienen. Se dice que no hay censo desde los orígenes del partido en 1989, cuado sumaban 68 mil cráneos.
Otro dato señala que en el 2005 habrían quedado enlistados solo 40 mil. Pero hoy, seguramente no quedan ni para nombrar los “casilleros” (representantes de casilla”) en una elección estatal.
Algún “dulcito” debe tener el partido como para que tantos individuos se interesen por representarlo a nivel estatal.
La carnicería interna está desatada, pero nada en firme: La última decisión la tomará el comité nacional del PRD.
Esto significa que Mario Sosa Pohl se puede ir o continuar como dirigente del partido en Tamaulipas, aunque a él en lo personal le vale guango el partido y la organización que pudiera tener.
Alguien decía –Mezquitic- que la mejor fórmula para lograr la paz en las tribus, es que el comité nacional emita un dedazo y los delegados se sumen en una bufalaza estilo tricolor.
A lo mejor el hombre tiene razón.
Antes de irnos, mire que ciudad Victoria cumple ese miércoles 260 años de su fundación. Pero no se sabe si las autoridades municipales organizarán algún evento alusivo.
Nosotros nos vamos por ahora.