La Pesca, Tam.- En un exacto ritual de la naturaleza, cada año regresan a estas tierras.
Se supone que aquí nacieron todas y, en un proceso sexual de aprendizaje, vuelven a reproducirse en el mismo lugar.
¿Cuántos miles de años tendrán haciéndolo? no puede ser posible calcularlo.
Nos referimos a la Tortuga Lora.
Es el único lugar en el mundo en que ocurre el desove (dejar los huevos) de la lora con tanta incidencia. Tal vez en la Florida y algunas partes de centroamérica, pero no llegan tantas como aquí, según los investigadores.
Se le bautizó como lora por su forma ganchuda de la nariz, como si fuera un cotorro, un loro.
Es la más pequeña de las tortugas que se conocen y que también llegan a las costas de Tamaulipas.
Su vida es entre los diez y 15 años.
Pesa entre los 35 y 45 kilogramos.
La caparazón apenas mide 70 centímetros, como máximo.
Se alimenta de cangrejos, camarones, moluscos y algún pescado.
Es la única que anida de día.
Su hábitat es migratorio, pues lo mismo se le encuentra en el Atlántico Norte que en el Golfo.
Pero algo desafortunado: Está en peligro de extinción.
De acuerdo con información disponible en el gobierno del estado, fue el 18 de junio de 1947 cuando Andrés Herrera Casasús hizo una filmación de cuando menos 40 mil tortugas que llegaban a las costas de Aldama para desovar. Era como una plaga.
Las imágenes le dieron la vuelta al mundo y desde entonces a la costa tamaulipeca se le conoce como El Santuario de la Tortuga Lora.
Pero la labor depredadora del hombre, sumada a la de los animales, ha provocado que disminuya la presencia de los quelonios.
De cien huevos que arroja una tortuga, se calcula que solo dos tortuguitas llegarán a vida adulta.
Por eso, para darles protección, en 1966 el Instituto Nacional de Pesca instaló el primer campamento de protección y conservación de la tortuga, en Rancho Nuevo, municipio de Aldama.
Y en 1978, se estableció el convenio Mexus Golfo entre los gobiernos de México y los Estados Unidos, para brindar protección a la especie.
Con fecha 29 de octubre de 1986, Diario Oficial de la Federación, la tortuga en México se encuentra en permanente veda.
El dato dice que es precisamente en abril cuando empiezan a arribar, y hasta junio y julio. El mayor nœmero de animales llegan a Aldama, y no la Marina.
Los campamentos consisten en crear “corrales” de malla para proteger los huevos de los depredadores naturales, como los coyotes, mapaches, zorrillos, víboras y por supuesto que del ser humano que en otros tiempos los comercializaba.
Ya son seis los campos que hay en Tamaulipas: Rancho Nuevo, Tapehuaje, Playa 2, Altamira, Miramar, y por supuesto La Pesca.
En los últimos años se han liberado un promedio anual de 250 mil crías.
De acuerdo con los biólogos, eclosionan (nacer) el 75 por ciento de los huevos.
Pero son tantos los depredadores que solo llegan a sobrevivir dos de cada cien, como lo remarcan.
En el presente año arribaron a costas locales más de tres mil 500 tortugas, y la cifra se mantiene mas o menos cada año.
UTILIZAN EL OLFATO PARA ANIDAR
Muchos son los estudios realizados sobre la vida de las tortugas.
Para poder llevar un récord de identificación y verificación, se realizan diversos marcajes por varios sistemas.
A las adultas primerizas (primer desove) se les pega una plaquita de Acero Monel con letra y número. No es corrosivo ni se encarna en la piel.
A otras se les inserta un chip electrónico interno para saber cuando llegan a desovar.
Y a dos de ellas, cada año, se les instala un radio trasmisor, con el objeto de seguir su ruta de migración a las zonas de alimentación.
En algunas crías, cada año se les coloca una marca interna magnética, o se les hace una marca externa viviente en su caparazón, para identificarlas cuando regresen a desovar.
Por eso es que se conocen muchos de los hábitos de las loras.
Los científicos no han encontrado una explicación total, al hecho de que las loras regresen al mismo lugar en que nacieron.
Sin embargo, han determinado que llegan a la playa, cruzan la línea de marea viva, y se colocan antes de la duna o justamente cruzándola, en busca de humedad y temperatura.
Se considera que, en la decisión para escoger el lugar de desove, encajan su pico en la arena, en una acción que se considera “olfatoria”, para identificar el lugar de nacimiento.
De acuerdo con esta versión, las tortugas tendrán que regresar al lugar en que nacieron, para depositar a la vez los huevos.
Se ha determinado que el 55 por ciento de las hembras regresan a desovar dos veces en la misma temporada.
También que el 16 por ciento regresan tres veces.
La frecuencia de anidación pues, es de 2.3 por animal.
Después de 50 o 60 días emergen las tortuguitas de los nidos y es cuando corren riesgo de la depredación. Se desplazan rápidamente hacia el agua, pero aun así son devoradas por los depredadores.
Se cree que, en el regreso, es cuando desarrollan un mecanismo de orientación que, al llegar a la madurez sexual, les permitirá regresar a la playa donde nacieron.
Cabe mencionar que todas las variedades de quelonios que llegan a las costas de Tamaulipas están en peligro de extinción.
Tenemos así a la tortuga blanca, que llega a pesar hasta 200 kilogramos, y anidan entre mayo y septiembre, ponen hasta 250 huevos.
Y está también la tortuga laud, que pesa hasta 550 kilogramos y alcanza dos y medio metros de longitud.
Se han reportado ejemplares de hasta una tonelada.
Debido a que están acostumbradas a comer exclusivamente medusas, muchas mueren cada año por tragar bolsas de plástico.
Luego está la tortuga carey, que pesa entre 50 y 90 kilogramos.
Sin embargo, la que más llega a nuestras costas es la lora, como lo indicamos.
Cuando son crías, las loras son de color negro, y se van trasformando al crecer, en un verde olivo grisáceo.
Según los investigadores, la sexualidad de las crías, machos y hembras, es determinada por la temperatura.
Se ha visto que, cuando el agua es más fría, se producen mayor número de machos.
El apareamiento generalmente sucede antes de salir a la playa.
Las hembras pesan entre tres y cinco kilos más que los machos, debido a la masa que ocupan los huevos y óvulos maduros.
No existe diferencia en la coloración que permita distinguir los sexos.
En su morfología exterior, los machos tienen colas de mayor tamaño y prensibles, y en cada aleta una fuerte uña curvada.
Las tortugas son inofensivas para el ser humano, aunque este las agrede y se come su carne y sus huevos.