Por: Felipe Martínez Chávez
Así como llegó al mundo se fue: Sin identidad siquiera, sin inscripción en el Registro Civil de ninguna parte.
Tal vez ni nombre tuvo, mas bien era conocido como “El Tequila”, o el “Tequis Boy” como él mismo se decía y hasta se identificaba ante los extraños. Le agradaba y disfrutaba de su mote que arrastró desde quién sabe cuántos años.
Artemio García Herrera ha fallecido. Toda una institución en el mundo de la fotografía periodística en ciudad Victoria, sobre todo de la nota policíaca a la que dedicó largos años.
Tequila el alegre y dicharachero, al que se le movían los muertos allá en el anfiteatro del H. Civil, el que “tomaba” decenas de fotografías pero sin traer rollo; el que llegaba a los choques dos horas después, tomaba su gráfica e imprimía en el pie de foto: “Aquí fue el choque”.
Mismo Tequila que, al trabajar las notas de sociales, dictaba a la capturista el pié de grabado: “Y la novia tomó el descomunal cuchillo y partió el pastel”.
Tequila solidario con sus amigos, tanto que, en una ocasión, cuando purgaba una condena en el penal de Andonegui de Tampico, por delito federal en que lo habían metido sus cuates, prefirió seguir ahí, “si mis compañeros no salen también, aquí me quedo”.
Y se quedó, ahí se quedó con ellos como él quería, pese a que el director de El Gráfico, Don Guadalupe Díaz Jr., había logrado que El Tequis quedara libre como inocente que era.
Este martes a las dos de la tarde, el popular Tequita fue sepultado en el panteón De la Cruz. Apenas un puñado de familiares y amigos le dieron el último Adiós.
“Se me ha ido mi Tequis”, dice con una lágrima Doña Rafaela Trujillo González, su esposa.
Falleció a las dos de la mañana del domingo en el Hospital Civil, “donde ahora me están cobrando la cuenta”, señala.
Lo afectaba un viejo padecimiento en el hígado, de tal forma que constantemente era sometido a tratamiento e internado por varios días.
-Los médicos me dijeron que su higadito ya no resistía, manifiesta Doña Rafa, su compañera en los últimos 16 años.
QUE NACIO EN LOS ESTADOS UNIDOS
Se fue cuando tenía 61 años; o se cree que los tenía porque nunca hubo una acta de nacimiento, manifiesta su hermana Raquel. Se decía que vino al mundo el 28 de octubre de 1949 ¿en dónde? Quién sabe.
Melquíades, otra de sus hermanas, establece:
-Nacimos en el norte, en los Estados Unidos, pero nuestros papás nunca nos dijeron en donde. Nos registramos en ciudad Victoria ya grandes
Llegaron a la capital de Tamaulipas cuando tenían alrededor de seis años, de donde ellas, se fueron hacia la frontera, a Reynosa, en busca de mejores horizontes.
Las mujeres pudieron conseguir su acta de nacimiento; Artemio jamás logró obtener documento.
-Ya ve, de chico andaba de bolerito y luego de fotógrafo, no le puso atención a las cosas, dice Raquel.
Sin embargo interroga que, si trabajó en los principales diarios de la ciudad, debió estar inscrito en el Seguro Social, y para ello necesitaba su acta de nacimiento.
En el medio periodístico, sus compañeros recuerdan a Artemio allá por 1970, o el 71, en El Gráfico, al lado de otros fotógrafos como Francisco Juárez y Francisco Rangel.
Pero la época dorada de El Tequis se dio cuando trabajó como fotógrafo policíaco al lado del reportero Alberto González Orozco, mejor conocido como El Miño.
Choques, muertos, lesionados y detenidos en horas de la madrugada no escapaban a la lente de Artemio y la pluma de Alberto…Como ”El Niño” y “El Tequis Boy” firmaban sus notas. Nadie los conocía por sus nombres.
Hoy, los dos se han ido. Tal vez allá sostengan un encuentro y vuelvan a ser la pareja exitosa de las notas policíacas y a tener como su jefe a Don Lupe, recibiendo los mismos regaños y mentadas que les encaminaba en vida.
A la inhumación, no vinieron políticos, funcionarios y dirigentes a bordo de suburbans y tahoes: Apenas la carroza del DIF y una camioneta con seis familiares.
Compañeros del medio muy pocos: María Guadalupe Jaramillo, Héctor Walle, Pablo Martínez “El Pollo”, Ricardo Vázquez, Salvador Rivas “El Piri” y Manuel Dávila.
Las ocupaciones de muchos otros que lo conocieron, seguramente fueron más importantes como para venir a darle el último adiós a El Tequis.
Ni las coronas se amontonaron sobre esa modesta tumba allá en la fosa del último sector del camposanto: De Guadalupe Díaz Martínez y familia, director de El Gráfico; del personal que labora en El Gráfico; del periódico Metrópoli, y de su gran amigo Alberto de la Fuente, “El Rodillón”.
Ceremonia austera –demasiado austera- y el recuerdo de su dinamismo por parte de los compañeros, de Mary, Héctor, El Pollo.
El Tequila en su bicicleta por esas calles de Dios con su cámara al hombro; en las madrugadas tomando gráficas en las barandillas. O como fotógrafo “talonero” en eventos sociales.
¿Sus hijos? Solo Leonor está presente. Vive en Abasolo.
Tres varones y una mujer; uno falleció, “otro se fue para Monterrey, y no volvimos a saber más de él”, indica Raquel.
Una rápida oración y los restos del popular “Tequis” descansan para siempre en el panteón de ciudad Victoria.