Guemes, Tam.- La leyenda continúa.
Después de la aparición de la obra El Filósofo de Guemes, de Ramón Durón Ruiz, esta comunidad se ha conocido allende las fronteras.
Pero ¿quién fue, o es El Filósofo?.
El origen parece dividirse entre dos personas: Darío Guerrero y José Calderón Castillo.
Guerrero por el incidente y Calderón por lo dicharachero, lo «sabio», sus tallas, sus necedades de lo obvio.
El primero era originario de Calabacillas, municipio de Bustamante, pero se vino a radicar a Gúemes en 1896, donde se casó.
Calderón vino al mundo en el 19 Rosales, de ciudad Victoria, en 1870, y a radicar aquí en 1902 con su oficio de músico y carpintero.
Se casó en la hacienda de Dulces Nombres (cuatro kilómetros adelante del restaurante Los Kikos), con Altagracia Sánchez Martínez y se fue a vivir definitivamente a la tierra del filósofo.
Falleció en 1964 y el oficio de carpintero lo siguió su hijo José Calderón Sánchez, nacido el 16 de octubre de 1910, también fallecido en 1997.
Pero más bien El Filósofo es un mito, una leyenda que se ha ido formando a lo largo de los años, es el propio pueblo, como dice Alejandro Rosales Lugo en el prólogo del libro de Ramón Durón Ruiz, aparecido EN 1985.
Dice Rosales.
-El filósofo no es Don José Calderón. El filosofo no es Don Darío Guerrero. El filósofo no es Don Juan Mansilla Ríos. El filósofo de Gúemes es el pueblo, a quien debe su existencia, en la encadenación de dichos que brotan de la sabiduría popular encarnados de buen humor…
NACE LA LEYENDA “FILOSOFAL”
Contada por el propio José Calderón Sánchez, la leyenda dice que por 1882 el Presidente Manuel González acordó definir los linderos entre Nuevo León y Tamaulipas, junto con sus municipios.
Las primeras reuniones se hicieron en Monterrey, pero los guemenses no pudieron asistir por falta de dinero.
Dichas reuniones siguieron en Linares y tampoco fueron los de esta tierra.
En 1905 las juntas se trasladaron a Victoria, y fue cuando los del municipio comisionaron a Darío Guerrero, «quien ya era autoridad», para que hiciera acto de presencia.
Pero este se fue con la tradicional vestimenta de los rancheros. Como no había hule, los zapatos eran de cuero de res y su camisa no tenía cuello ni puños, mientras que los demás andaban de levita.
-Aquellas les colgaban hasta por debajo de la nalga –menciona Calderón.
Vestido así, este hombre, estrafalario, causó novedad y se preguntaban ¿quién es?, hasta que uno se animó a interrogarlo.
-¿Y tú qué plan peleas aquí?
-No, po´s yo vengo representando a Gúemes.
-Mira! Mira! ¿y no hallaron a otro cabrón?
-P´s dijeron que, para los que vinieran, que conmigo era más que suficiente.
-Mira este cabrón, hasta filósofo me salió! dijo el preguntón en plan de alerta para los demás de levita.
De ahí para acá, en 1905, comenzó a conocerse la palabra del filósofo.
EL VERDADERO FILOSOFO
Pero el verdadero Filosofo habría sido José Calderón Castillo, quien a su muerte dejó bastantes documentos inéditos.
El habría dejado algunas de las máximas «filosofales» que se publicaron.
-Agua que no corre… es charco.
-El que anda de buenas, no puede andar de malas.
-Primero es el Uno y después el Dos, pero en el 21 se chingó el Uno.
Es la filosofía de lo lógico, de lo evidente, hasta caer en el absurdo.
Pero más que nada el «bautismo» filosofal de Gúemes surgió del desprecio y la consideración de ignorancia que los habitantes de las ciudades endilgan a los residentes de Gúemes, un pueblo muy pequeño.
-Todas las subidas, de allá para acá son bajadas.
-Todo lo que entra tiene que salir, a menos que se quede adentro.
Y lo mismo pasa en Nuevo León, donde tienen su «Filósofo de Hualahuises», un pueblito adelante de Linares.
Hualahuises es el pueblo prototipo de villa en que los habitantes de la ciudad creen que cayó toda la ignorancia.
MURIO EL ULTIMO FILOSOFO
Llamado también El Ultimo Filósofo, José Calderón Sánchez falleció a los 87 años.
Su padre, José Calderón Castillo había muerto a los 94, en 1964.
Su esposa Altagracia había fallecido en 1923.
Calderón trabajó por más de 30 años en las casetas de la fiscal del gobierno del estado.
La casa donde vivía con su esposa Porfirio es de color rosa, y «donde siempre han espantado».
Hace varios años los visitaron algunos camarógrafos de la televisión, pero en la cinta no quedó grabado nada.
A la vez estuvieron fotógrafos de prensa, pero no salieron imágenes en sus placas.
Por escribir la historia, Ramón Durón no les dio ningún cinco.
Luego vinieron escritores de Coahuila, pero tampoco le dejaron recursos por aportar una historia para otro libro.
Pero, la leyenda continúa.
a don jose calderon yo lo conoci fue compañero en las casetas fiscales preguntale a carrillo del historiador de guemez es un profesor el te puede proporcionar mas datos ya que el no resta de acuerdo con ramon duron respecto a que se adjudique lo del filosofom de guemez.