“Que Dios lo perdone”, es el colofón de la carta recibida por el columnista, en referencia a un ex funcionario influyente que, en sus mejores tiempos, como Gabino, dejó hijos regados por donde quiera.
Lo escriben sus hijas que abandonó en Nuevo Laredo, Graciela y Ana Eliza, que ahora dicen tener 41 y 39 años respectivamente, mientras él vivía y sigue viviendo en ciudad Victoria.
Ocupó varias chambas oficiales, pero una de las que marcó huella en su vida fue la de Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia en Tamaulipas, donde tiene hoy una jubilación como tal ganando muy buena lana.
“El abogado no puede hablar de justicia cuando nunca se hizo cargo de sus dos hijas que procreó en Nuevo Laredo, Tamaulipas”, hacen ver.
Ana en lo particular refiere:
-Cómo quisiera saber de un buen abogado que le exija a este señor que se haga una prueba de ADN y le exija que pague la manutención que nunca nos pagó.
Señala el comentario: “Me da vergüenza que a pesar de las llamadas de teléfono que el señor nos hacía y todas las promesas no cumplidas, nunca se hizo cargo de nosotras”.
Más:
“Ojalá y un día recapacite de que los que tuvo en Nuevo Laredo son seres humanos que, cuando más necesitaban de él, el abogadito estuvo ausente”.
Y en efecto, nos dicen que, en sus mejores tiempos el abogado fue todo un galán, carita, irresistible para las damas, solteras, casadas, divorciadas o viudas, las que caían redonditas ante sus galanteos.
No solo en la fronteriza dejó el regadero de hijos sino en otras partes de la entidad, y muy en lo particular en la capital tamaulipeca.
Para mayor referencia, basta decir que, en una de sus tantas incursiones de galán, metiéndose con mujeres casadas y comprometidas, sacó un día algunos golpes que también le marcaron su vida.
El individuo quedó tirado en medio de la calle, en un charco de sangre, y desde entonces perdió uno de sus ojos.
Bueno, las mujeres que escriben, no reconocidas con el apellido del influyente, llevan el de su madre, que es…
En otro tema, pero de política, mire que le revista Hora Cero, de Reynosa, sigue siendo noticia en cuanto a los sondeos sobre los prospectos a la gubernatura.
Como otros columnistas ya se refirieron a las características y cualidades que debe reunir el abanderado del PRI, nosotros, o sea yo, tocaremos el asunto del perfil del panista.
Lo escribimos porque nos damos cuenta que la empresa es seria y mantiene ciertos candados para que no cualquiera pueda emitir su voto, y menos lo haga una máquina (no persona) desde una misma dirección electrónica.
No sabemos quien podría reunir los requisitos que se piden, pero por ejemplo, debe ser un individuo maduro, de entre los 41 y 45 años.
No debe ser un azul jodido ni millonario, sino de clase media (58 por ciento de los votos).
Tampoco debe ser un empresario ni un profesionista, sino un “político”.
¿Sexo? Por el amor de Dios, el 80 por ciento dice que debe ser un varón.
Por cuanto a los hobbies, pues que sea aficionado a al cine y la lectura, no a la cacería, ni a la charrería ni al gimnasio.
Ah!, pero tampoco debe ser un individuo gordo, ni flaco, sino atlético.
El 71 por ciento votó porque debe profesar la religión católica, y apenas el 8.33 que debe ser un protestante.
¿Deporte? Lógico, el fútbol.
Si ha de tener profesión, el 58 por ciento considera que debe ser licenciado.
Hay otros datos, pero uno desconcierta: El 54.17 por ciento dice que debe tener una ideología de derecha.
Y bueno, pues se nos hace que los azules que aspiran a la chambita, deben irse colocando en esos zapatos para ver si les quedan.
Si el PAN postula a un individuo que está fuera del perfil señalado, es lógico que no sacará muchos votos.
Pero a la vez, significa una premisa para los años siguientes, para que busquen, formen un líder que tenga posibilidades de ganar, no como a los que ahora mencionan en una lista en la que nadie de ellos quiere aparecer, porque le tienen miedo a la aventura en que están condenados al fracaso.
Mejor aquí le cortamos y decimos hasta luego.
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