Pues mire que hay dos proyectos para cambiarle de nombre a sendos municipios de Tamaulipas, y parece que las ideas no son descabelladas.
Lo malo es que esos proyectos no han podido llevar ante quien toma las decisiones, por esa cortina burocrática que suele ocurrir en todas las instancias de gobierno.
La idea ya tiene varios meses y partió de la Asociación de Cronistas de las ciudades de Tamaulipas, y deberá realizarse –si es que se realiza- durante el 2010, dentro de los festejos de los bicentenarios.
El primero es Guerrero, al que se pretende imponer el nombre de José Bernardo Maximiliano Gutiérrez de Lara, guerrillero de la independencia que le tuvo miedo a los gachupines y se fue a esconder 14 años al lado gringo, para regresar cuando ya la mesa estaba servida.
Y bueno, es congruente si se toma en cuenta que la historia la hacen los vencedores.
No estaría mal que aquel pueblo se bautizara por tercera ocasión.
En la primera se le llamó Villa de Revillagigedo, en “honor” del Conde Juan Francisco Guemes y Horcasitas y quien sabe que cosas más, que era el Virrey de la Nueva España.
El nombre que ahora lleva, es en honor de Don Vicente Guerrero, el mismo de la lucha por la independencia.
Un tercer nombre sería el de Gutiérrez de Lara, que bien podría llevar durante otros 250 años, hasta que surja un prócer regional más “picudo”.
El otro municipio es Bustamante, al que se pretende imponer el nombre de Carrera Torres, en memoria del revolucionario que nació precisamente en aquella municipalidad en un rancho que se llamaba El Polvo.
No está nada mal: Rendir homenaje al primer Gobernador del Tamaulipas independiente, y a un revolucionario que traicionó al constitucionalismo y por eso fue fusilado frente al panteón del Cero Morelos.
Ya solo falta que a la agrónoma y jardinera metida a historiadora, Libertad García Cabriales, se le ocurra imponerle el nombre de “Alberto Carrera Torres” al camposanto del Cero –que malamente no tiene nombre-.
Se le ocurren tantas barbaridades a la Doña, que, en lugar de Bustamante, no se descarta que bautice a ese municipio como “Jesús Reyes Heroles”, el jarocho al que tanto admira.
Parece que hay congruencia en lo que se pretenden los cronistas y vecinos de los municipios.
Los residentes “letrados” de Bustamante señalan que Anastasio traicionó a Guerrero, lo desplazó de la Presidencia de la República y lo persiguió, hasta que logró fusilarlo allá por el sur del país.
A la entonces comunidad de Real de los Infantes se le impuso el nombre de Bustamante en el año de 1828 por circunstancias políticas del momento ¿llegó la hora de corregir?
Luego ¿como es posible que en Tamaulipas se honre a los dos individuos, víctima y victimario?.
En todo caso el nombre de Guerrero podría seguir, pero no el de quien lo mandó matar.
Pero esto, parece que no le entra en la cabeza a la basurera que gasta los billetes de los bicentenarios ¿pedirle peras al olmo?.
Ojalá y no se le ocurra a la iñora imponerle el nombre de Agustín de Iturbide a lo que hoy es Nuevo Padilla, porque entonces sí…
Aunque, viéndolo bien, por circunstancias políticas del momento, en Tamaulipas también tenemos un municipio que lleva el nombre de un genocida ex Presidente de México, como Díaz Ordaz.
Sería bueno rogar a Dios que ilumine la tatema de Libertad y le sugiera que a DO le imponga cuando menos el de Tuxpam (que se oye más bonito).
Pero mejor aquí la dejamos, antes que se nos ocurra decir más verdades.
Los proyectos de Guerrero y Bustamante pronto llegarán al escritorio de quien decide.
Claro que el proyecto incluirá toda la letanía esa de que por motivos políticos tampoco se pueden autorizar nuevos municipios, para dar por ejemplo la independencia a Santa Engracia, en Hidalgo, y Nuevo Progreso, en Río Bravo.
Si los hubiera, uno se podría llamar “Alberto Carrera Torres” y el otro “José Bernardo Maximiliano”, y se acabó.
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