“CHAYO” CAMPOS EN EL ACORDEON
Por: Felipe Martínez Chávez
Ya tiene el medio siglo pegado al acordeón.
Ha sido su forma de vida desde que tenía los 14 años, allá en su natal Valle Hermoso, «la ciudad de las tres mentiras», como él mismo la define en algún momento.
Se trata de «Chayo» Campos, hoy aquejado por algunas enfermedades, pero que sigue tocando igual esa música norteña que él introdujo en ciudad Victoria, como lo manifiesta con bastante ánimo.
Llegó a esta capital a principios de los sesentas y formó varios grupos, entre ellos Los Alegres del Valle y Los Huracanes del Norte, que luego desaparecieron.
-He tratado con todo cariño de darle lo mejor al público de Victoria, indica.
-¿Cómo empezó en la música?
-Líricamente. Es un arte lírico.
-¿A los cuántos años aprendió?
-Tenía los 14.
-¿Alguna escuela de música?
-Jamás!.
Campos fue el acordeonista más popular en los años sesentas y setentas, «y todavía lo soy a pesar del problema de mi pierna» (utiliza una prótesis).
Hace ver que la inmensa mayoría de los músicos de la localidad no han pasado por ninguna escuela y se dedican al oficio por necesidad.
SUS AÑOS POR MONTERREY
Como todo joven, inquieto, «Chayo» quiso probar suerte en otra parte y un día se fue para Monterrey. Fue a dar con grupos que trabajaban en los bares, como el «1, 2,3», de donde salieron conjuntos de gran popularidad como «Los Doneños» y «Los Gorriones del Topo Chico».
Hacía presencia por las calles Madero, Reforma, Arteaga, donde se juntan los grupos de serenatas, de fiestas, de música callejera pero que, un día, con la suerte, pueden destacar en radio y televisión.
Estuvo por allá como dos años y regresó a su querida ciudad Victoria, donde ya había probado agua de La Peñita, y se quedó y se casó como muchos visitantes.
Aquí tuvo la suerte de trabajar al lado de los grandes de la música norteña y ranchera, como Juan Salazar Pedro Yerena, Juan Montoya y Lorenzo de Monteclaro. Eran los tiempos de baile en los salones de la Alianza Guadalupe Mainero o de Racho Bonito.
Cuando los grandes venían a algún baile, Chayo y su grupo se combinaban con ellos, amenizaban, cantaban juntos…Tomaban la copa.
Indica que participó con Monteclaro en la grabación de su primer disco, en ciudad Victoria, que incluía melodías como Aguanta Corazón y Afrodita. Fue ahí en un foro que estaba por la calle de Matamoros.
Pero esos tiempos baileros se fueron de ciudad Victoria y Campos siguió en la música, generalmente con tres elementos, sus amigos, en serenatas por los bares y cantinas, haciendo por la vida por su familia de tres hijos que ahora están grandes.
Y es que este hombre, no ha trabajado en su vida mas que en la música.
Le preguntamos.
-Si volviera a nacer ¿sería músico?
-Claro que sí.
-¿No está arrepentido?
-No, porque me he mantenido toda mi vida de esto. Nunca he estado en prisión…he mantenido a mi familia…Allí vivo, en 13 Ocampo y Méndez No. 414, allí van a contratarme, me van a buscar.
LO TRISTE Y LO BONITO
Gerardo, el hijo más chico, es el chofer de Chayo. Sus hijas grandes, Carina y Leticia ya son profesionistas.
-A ellos ¿no les gustó la música?
-Sí, pero para esto se necesita paciencia.
-¿Cómo es la vida de un músico?.
Para responder, Campos hace una pausa, como si meditara, como si recordara algo. Luego establece:
-Es triste, aunque también es bonita.
-¿Tienen sus problemas?
-Sí, porque generalmente uno anda entre gente ebria.
-¿Y lo bonito?
-Porque te dice mucho de la vida. Siempre se toca para alegrar a la mujer…A la mujer…Para que no se vaya con otro.
-En este medio siglo de música ¿cuál es la melodía que más le ha gustado?
-Son muchas. Uno sabe muchas, está al tanto de lo que va saliendo en el mercado, porque las piden.
-En lo personal ¿cuál es la que más le gusta tocar?.
-Cruzando el Puente, de los Cadetes de Linares…Pero la compuso uno de Valle Hermoso y se las pasó.
-¿Cuáles son las que más le piden?
-Las viejitas son las mejores…Aunque a veces se le van a uno, no se acuerda de todas.
TODOS SON LIRICOS
Por ahora, Chayo trabaja con varios músicos, entre ellos Fausto de la Cruz, quien domina el bajo sexto, y Pedro Ramírez, del tololoche, y van por ahí de cantina en cantina para complacer a los clientes. Otras veces los contratan para fiestas.
Campos tiene dificultades para desplazarse, pues por una enfermedad le tuvieron que amputar una de sus piernas.
Con un ojo ya no ve nada. Con el otro algo pues tiene una lenta intraocular.
La entrevista continúa.
-¿Es difícil tocar el acordeón?.
-Claro que sí
-¿Qué se necesita?
-Coco, mucho coco…Que le guste a la persona.
-Y los grandes músicos, como Ramón Ayala ¿cómo aprendieron?
-Igual, puro lírico.
Nazario Campos Herrera, como se llama Chayo, ha tocado por toda la frontera de Tamaulipas, y en Monterrey, pero no más allá.
LOS INGRESOS INDEFINIDOS
Y en efecto, los clientes le piden al grupo bastantes melodías «de las viejitas», de Monteclaro, de los Gorriones, de los Alegres de Terán.
Los músicos responden con Campos al frente, pues, después de todo, es lo único que saben hacer en la vida. Su repertorio es interminable.
-¿Cuánto ganan al dáa?, es la pregunta obligada.
-Depende. A veces no sale, otras los 50, 70 o los cien pesos…Según esté la situación.
Salen como a las tres de la tarde y se regresan para las ocho, a menos que estén contratados para alguna fiesta.
Los males de Chayo no le permiten ya andar por ahí en la noche.
Ellos forman parte de los más de 200 músicos que hay en ciudad Victoria, de los cuales, en su mayoría, van de cantina en cantina alegrando los ambientes, escuchando los gritos de alegría de los alcoholizados, o viendo las lágrimas de aquellos hombres que sufren y que, generalmente, es por una mujer, a la que se le canta para que no se vaya con otro, como dice Chayo, o que ya se fue…WWW.JANAMBRE.COM.MX