Su ciclo en la historia de Tamaulipas quedó cerrado.
Después de este miércoles, ya no habrá más sesiones en el actual recinto del Congreso del Estado, cuyas instalaciones fueron inauguradas el tres de julio de 1984.
La siguiente sesión tendrá lugar el 19 del presente en Nueva Ciudad Guerrero, y el 25 será la inauguración oficial del nuevo recinto.
A lo largo de más de 25 años de vida, este Palacio Legislativo encierra pasajes e historias que provocaron los integrantes de nueve legislaturas, siempre plurales, aunque algunas más pasivas que otras.
Allí, en corredores y cubículos, se tejieron historias de amores y desamores; se hicieron negociaciones y “amarraron” acuerdos que llegaron a destituir a funcionarios estatales.
Ya no regresará “El Hacha Asesina” de Bruno Alvarez Valdez, el parmista rebelde y defensor de las causas populares que puso a temblar a los pastores de dos legislaturas.
Ni habrá las lágrimas que derramaron los priístas cuando, en el primer trienio del Gobernador Emilio Martínez Manautou, fueron obligados a elegir como presidente de la mesa Directiva a Jesús Treviño Rábago, de la oposición parmista.
Atrás quedó la petición formal de nombrar una “comisión de arrastre” para que sacara del recinto al diputado cetemista Javier González Alonso, por hallarse en completo estado de ebriedad.
No volverán a escucharse las mañanitas, con mariachi, en serenata contratada por el administrativo del Congreso para “celebrar” el cumpleaños del “líder” Felipe Garza Narváez.
No hubo música ni golondrinas ni el recuerdo para nadie.
Cruzaron por su recinto los integrantes de la hasta hoy considerada como la más brillante legislatura, la LII integrada por priístas, parmistas, pedemistas y pesetistas.
El pastor Jaime Báez Rodríguez, apoyado por elementos tan valiosos como los tricolores Mercedes del Carmen Guillén Vicente, Abraham Rubio Canales; los panistas Jorge Angel Camargo y Francisco García Lozano, y el pesetista Rodrigo Pérez Guevara.
FUE EL PRIMER RECINTO PROPIO
En la sesión de este miércoles, el diputado Gelacio Márquez Segura, del PAN, recordó el último trabajo parlamentario, y señalo que “aquí quedaron los grandes argumentos de los debates parlamentarios”.
Sí, porque en aquellos años, sí se debatía los proyectos, se aportaban ideas.
Ya no volverán los aguerridos tribunos como José de la Paz Bermúdez, Gregorio Luna Martínez, Luisa Alvarez Cervantes o Rafael Orozco Domínguez.
Muchos que pasaron por esa tribuna ya rindieron tributo a la madre tierra, como Luis Chapa Castañeda o Jorge Quintero García.
Fue este el primer recinto propio, el primer llamado Palacio Legislativo que tuvo el Congreso de Tamaulipas, el que al paso de su historia, ha tenido inclusive que rentar oficinas.
Fue inaugurado el tres de julio de 1984 en sesión solemne realizada a las 18:30 horas, a la que asistió el Presidente Miguel de la Madrid Hurtado para develar la placa respectiva.
El Gobernador era Emilio Martínez Manautou, y líder de la mayoría priísta Jaime Báez Rodríguez.
Sin embargo, fue hasta después de un mes, cuando llegó el personal administrativo.
Sin embargo, su construcción inició mucho antes, el 20 de agosto de 1981. Duró casi tres años.
Algunos empleados recuerdan que la obra estuvo paralizada por espacio de once meses, por falta de recursos.
Al final, porque visitaría Victoria el Presidente, los jefes de obras públicas aceleraron el trabajo y establecieron tres turnos seguidos. Trabajaron día y noche.
Por entonces no eran tantos los diputados: Quince de mayoría y cinco de representación proporcional.
Al tiempo que se estrenaba el edificio, hubo de derogarse el decreto de 1951, en que se establecía que el recinto era el recién inaugurado Palacio de Gobierno de 15 y Juárez.
Allí, en Palacio de Gobierno, los diputados permanecieron por espacio de 34 años.
Más antes el recinto había estado en lo que hoy es la presidencia municipal, donde a su vez estaban los poderes Ejecutivo y Judicial.
En otras ocasiones los diputados ocuparon edificios particulares, o prestados.
ANDABAN A SALTO DE MATA
Una edición histórica de Don Vidal Efrén Covián Martínez, habla de que, a partir de 1921 (de entonces es la constitución local que tenemos), el legislativo ha tenido varios «recintos provisionales» sobre todo a gusto de los Gobernadores, para su protesta o sus informes.
En 1925, Emilio Portes Gil protestó en el Estadio Victoria (el antiguo), lo mismo que Francisco Castellanos y el doctor Rafael Villarreal en 1933.
Durante la entrega de un reconocimiento al presidente Ruiz Cortines, los diputados sesionan en el teatro Brasil, de Reynosa, en 1955.
A partir de 1957 casi todos los informes fueron en el teatro Juárez (el nuevo, el actual).
Cuando los diputados anduvieron a «salto de mata», fue en el gobierno de Enrique Cárdenas González, pues cambiaron 15 veces de recinto, aparte de los informes, para homenajes particulares a muchas personas.