Cd. Victoria, Tamaulipas.- Comenzó como “novedad” en diciembre de 2019, cuando el Congreso del Estado aprobó el decreto respectivo. De hecho era una secretaría completa en la estructura del Pan-gobierno.
Desde entonces los medios de comunicación le empezaron a llamar “brazo electoral” azul, para aterrizar todo tipo de apoyos rumbo a las elecciones locales de junio del 2021. Con ello tratarían de ocultar señalamientos de “mapachismo” político.
Venían con mucha lana según la respectiva Ley de Coordinación Estatal de Atención al Bienestar Emocional. Sin límites, sin miserias.
En lo orgánico dependía de Bienestar Social, ahora a cargo del potosino Rómulo Garzas Martínez. Independiente en lo presupuestal y técnico.
Los críticos sospechaban, intuían. Lo que no sabían es de dónde surgió el “invento” ¿quién se lo recomendó al que manda?. Alguien alcanzó a decir que procedía de Puebla como otros tantos proyectos de autoría del hoy fallecido ex Gobernador Rafael Moreno Valle.
Algo de razón tenían. Sabemos hoy que, en efecto, la idea se generó por aquellas latitudes como forma de “lavado de cerebro” a estudiantes, y a los pobres.
Moreno dejó –impuso un sucesor gerente y luego a su esposa como Gobernadora- un estado con deudas por alrededor de 50 años, bajo la modalidad de “asociación público privada”, que el cabecismo trató de imponer (todavía trata, en las Comapas) en Tamaulipas.
Bienestar Emocional le permitiría al panismo “meterse hasta la cocina” de los ciudadanos, los más pobres, incluso a su mente y alma para inculcarles los colores azules.
El 31 de octubre del 2020 el procedimiento se “perfeccionó” con reformas a la Ley, para hacer infalible al llamado CEABE. Crearon coordinaciones, jefaturas, delegaciones municipales y cuantas área subalterna se les ocurrió. Contrataron gente por todos lados.
Con fecha 30 de diciembre del 2020, víspera del año electoral, publicaron los lineamientos de operación. Era el más importante del sexenio Pan-gobierno, el electoral, el que les preservaría su estancia por 80 años –lo mismo que el PRI- en el Palacio del 15 Juárez e Hidalgo.
Crearon plazas de promotoras, promotoras adjuntas, “enlaces” de operación, que a su vez manejaban “células” a nivel de grupo y cuadra en las principales ciudades.
Toda una red política parecida a la que en su época tuvo el PRI, pero este a nivel partidista, en tanto los azules con dinero público. Para que no hubiera sospecha, se dijo que el personal de tierra –no los empleados- eran voluntarios.
Bajo la manga los apoyos fluyeron como sigue: Promotora adjunta mil pesillos mensuales; promotora principal tres mil; enlaces administrativos ocho mil y “enlaces” 15 mil varos. Los de abajo, la tropa, despensas.
La recompensa mediante depósitos vía tarjeta, en efectivo, para no dejar huella en chequeras.
Los hicieron firmar una carta compromiso dirigida al Gobernador Francisco Javier García, jurando que se incorporaban como “voluntarios”.
Dice el documento: “Por medio del presente, manifiesto mi interés en ser considerado (a) para incorporarme al Voluntariado para el Bienestar Emocional implementado por la Coordinación Estatal de Atención al Bienestar Emocional, expresando además mi voluntad para cumplir cabalmente con los requisitos y criterios de elegibilidad establecidos, así como sujetarme a los Lineamientos de Operación”.
Firmaron además “convenios” con la jefa Mireya Saldívar Cano, en la intención de evadir una posible relación laboral. Todos “voluntarios”.
La maquinaria electoral bien “enaceitada”, lana de sobra por el territorio estatal, pero algo falló el seis de junio. Los resultados electorales no correspondieron a la inversión millonaria que se autorizó a Sebien.
Visto desde arriba, en plan es perfecto para mantener un régimen no por 80 años sino por siglos. Es el mismo principio socialista de obligar el apoyo de las bases. Con una mano el PAN y en la otra el garrote.
Pese a la estructura de miles, la elección se fue a pique ¿qué fue lo que falló?. Para comenzar le echaron la culpa a los pobres, a los jodidos, y luego a quienes tenían la obligación de inducirlos a votar.
Los primeros ya no tendrán despensas, comedores comunitarios, tinacos o lana en efectivo… Mientras no lleguen las siguientes elecciones.
Comenzó el despido de la gente, el equipo que formaron para ganar “con zapato” los comicios. Morena les ganó los principales municipios y la mayoría en el Congreso.
Rómulo Garza y su gente dicen que recibían por un lado dinero y operaban por el otro para los contrincantes. Extendieron la mano, fueron a los almuerzos y votaron por los guindas. Los corrieron y hay protestas. La gente quiere que de perdido paguen lo que les deben. Los jefes se niegan.
Se partieron el alma por las calles para entregar regalos y “comprar” el voto. Ahora les dan una patada. Los desocupan sin derecho a demanda.
Y saben mucho, por eso el jefe Rómulo los amenaza. Algunos (as) se llevaron papeles comprometedores. Pronto soltarán la lengua.
Esa gente ya no les sirve. La pregunta es ¿cuál será el operativo para el 2022? Porque las cosas no van a terminar ahí. Los azules no se quedarán cruzados de brazos. Le meterán lana para tratar de dejar sucesor en Palacio de Gobierno.