Si la vida fuera eterna habría cumplido los primeros 94 años.
Vino al mundo el 16 de agosto de 1916 y falleció el seis de febrero del 2006.
Fue uno de los hombres que más lucharon por la Universidad de Tamaulipas, pero nadie del sector público se acuerda de él. Nadie le rinde homenaje.
Según sus palabras en vida, a él se le debe la creación de varias facultades de la casa de cultura como Veterinaria, Agronomía, Comercio y por supuesto Leyes Victoria que fue su máximo orgullo.
Vivió intensamente su carrera de director de teatro y periodista, de tal fundó dos de los principales medios impresos de la capital de Tamaulipas: El Diario de ciudad Victoria y La Verdad.
Precisamente se cumplen los primeros 40 años de la fundación de Leyes, y los 26 del periódico La Verdad.
En aquellos años, el llamado “Grupo Tampico” desplegó una intensa lucha porque la Rectoría de la naciente casa de cultura se trasladara al puerto.
Gente de Tampico se la quería llevar a comno diera lugar.
En entrevista de prensa concedida antes de su fallecimiento, Don Alfonso recordaba.
-Vivimos problemas cuando emprendimos la lucha para impedir que a la Universidad se la llevaran a Tampico. Fue una lucha muy dura, muy dura porque el Grupo Tampico estaba muy consolidado y amenazaba con huelgas y hasta a mí me amenazaban de muerte.
A mi mujer le hablaban por teléfono y le decían: ¿Estamos hablando con la viuda del señor Pesil?.
-¿Cómo que la viuda? soy la esposa.
-Bueno, la esposa hoy, pero para mañana vas a ser la viuda.
Y le colgaban…
Por fin conseguimos que se quedara la unversidad aquí, y que se creara en forma dispersa, entonces a iniciativa mía se creó una vicerrectoría para Tampico para que no se sintieran tan desprotegidos, y ahora se ha transformado en secretaría.
Con eso pudimos convencer al entonces Gobernador, Praxedis Balboa, de que debía quedarse aquí la Rectoría, y por tanto la sede de la Universidad, y nos concedió el favor de crear dos nuevas facultades para enriquecer el campus universitario de Victoria.
Yo, que era el presidente del patronato, acompañado de los principales dirigentes, le pedí la facultad de Comercio y Administración y la de Derecho y Ciencias Sociales.
La primera la aceptó inmediatamente, la segunda dijo que no porque ya había una en Tampico y era duplicar el gasto, que le pidiera otra.
Bueno, pedí, la facultad de Economía, y me dijo, «déjeme estudiar el caso y nos vemos dentro de ocho días».
A los ocho días me mandó llamar a su casa y me dijo:
-Fíjese que no se puede.
-¿Por qué?.
-En primer lugar porque es muy costosa, porque no hay maestros, hay que traerlos de fuera y cobran mucho. En segundo, no hay mercado para una profesión de esas, así que pídame otra.
Yo ya sabía que me iba a decir eso y llevaba preparada la solución:
-Bueno, Tamaulias es un estado eminentemente agr’cola y ganadero, y ya Tenemos una escuela de Medicina Veterinaria para mejorar nuestro ganado, ¿qué le parece si también la emparejamos con una escuela de Agronomía para mejorar la producción agrícola?.
-Qué buena idea!.
La acogió con júbilo y así nació la escuela de Agronomía. Entonces (la UAT) todavía no era independiente, no era autónoma la universidad.
NADIE QUERIA SER DIRECTOR DE LEYES
De acuerdo con la información oficial, la Escuela Libre de Derecho de Ciudad Victoria tuvo el reconocimiento del gobierno del estado mediante decreto 1260 del Congreso del Estado, publicado el 18 de junio de 1970 en el periódico oficial.
Está cumpliendo los primeros 40 años, pero tampoco nadie se acuerda de su fundación y menos de Pesil Tamez.
Una siguiente lucha fue en 1972, cuando se dio la incorporación directa de Leyes a la Universidad Autónoma de Tamaulipas, aunque ya tenía un subsidio para su mantenimiento.
En 1983 se crearon las licenciaturas en Relaciones Públicas y Hotelería y Turismo.
En 1996 la facultad cambió su nombre a Unidad Académica Multidisplinaria «Francisco Hernández García» y, al siguiente año, se ofrece la carrera de licenciado en Relaciones Internacionales.
Raquel Báez, Raquelito, eterna secretaria de la facultad, manifiesta que ingresó a la escuela en 1970 cuando el director era Manuel López Padrón y el secretario Jesús Lavín Flores, quien más tarde llegaría a Rector.
Entre los catedráticos recuerda a Tomás Reséndez, Raúl Flores Morán, Castro Berlanga, Humberto de la Garza Kelly, Jesús Alarcón Páez y otros que dejaron de dar clases por diversas circunstancias, una de ellas que eran «honorarios».
«Cuando me invitaron a trabajar me pagaban 90 pesos por mes, que más bien era una gratificación», señala Báez, quien estaba en ese tiempo en el Tribunal Superior de Justicia.
Lleguó cuando se iba a iniciar el tercer semestre y, dos años después, le tocó vivir el movimiento de «Leyes a la UAT» para la incorporación definitiva de la escuela a la universidad, donde uno de los líderes principales fue Pedro Morales de la Fuente.
Después de López Padrón, el director fue Jesús Lavín Flores y, cuando este se incorporó como Rector, el director fue Héctor Tejeda Rodríguez.
-El licenciado Lavín, como Rector, nos reconoció los derechos de antiguedad a un jardinero, un velador y a mí; ellos ya fallecieron.
La escuela libre duró cuatro años bajo financiamiento del Patronato. El último secretario fue Francisco Lerma, quien era el que pagaba a la gente, o le daba una gratificación.
Establecía Pesil:
-Para esto nos reunimos todos los miembros del patronato y yo propuse que creáramos la escuela como una Escuela Libre de Derecho, y la aprobaron todos. Entonces nos dedicamos a la tarea de reclutar maestros. Primero buscar a un director.
Al primero que entrevistamos fue al licenciado Juan Guerrero Villarreal y dijo que no, que porque tenía planeado hacer un viaje a Rusia y que no iba a disponer de tiempo, pero nos recomendó que viéramos a su cuñado Juan Fidel Zorrilla, y lo fuimos a ver.
Yo tenía la esperanza de que aceptara inmediatamente porque en 1944 ya había yo iniciado un movimiento en este sentido y había encontrado apoyo en él…
Entonces se la propusimos a Juan Fidel Zorrilla y nos salió con esta respuesta: Yo no puedo aceptar dirigir una escuela en la que no creo… Y acabó creyendo, se convirtió después en catedrático de la escuela en la que no creía…
Me acordé de Pancho Hernández García que ya había querido una vez ser director de la Normal y Preparatoria, pero no pudo llegar porque los alumnos se le fueron a la huelga y tuvo que desistir.
Entonces lo fuimos a ver…tenía su notaría en el sótano de la casa donde vivía, que sigue siendo de su familia.
Le hice la proposición, pero nos puso como obstáculo que el sueldo era muy bajo y que necesitábamos estimularlo mejor porque iba a dejar su notaría.
-¿Cuánto quieres ganar? le dije, y me dijo, pues tanto…
-Hecho!.
Así fue como comenzamos con la escuela de derecho.
«Alfonso Pesil Támez llevaba en su fuero interno mas veneno que una cobra….había hecho su «modus vivendi» de injuriar primero y halagar después a los gobernadores (luego que se ablandaban)….¡ Pobre Tamaulipas, con tanto bribón conveneciero simulando ser gente honorable. Pobre Tamaulipas que ha venido tan bajo que Pesil Támez, con injurias (en su abono que las dice más o menos bien) quiere ser rector de la vida social, económica y universitaria del Estado y en un descuido hasta Rector de la Universidad, pues bastante alto ha llegado poniendo apodos y diciendo injurias en su Museo Político…», ese es el perfil que traza Ciro R. de la Garza, en el tomo segundo La Revolución Mexicana en el Estado de Tamaulipas, el las páginas 901 a 905 en donde relata el surgimiento de la «escuela de Pancho» o «facultad» de Leyes de Ciudad Victoria. El relato a 40 años de distancia aún causa malestar físico por la bajeza y pequeñez de los protagonistas del affire de incorporar «la escuela de Pancho» a la UAT. Y ahora, esto ya es una opinón personal, Alfonso Pesil Támez no fué un hombre para recordar, sino es qué como una pesadilla. Fue un amoral, inescrupuloso, con problemas de personalidad, egocéntrico, farsante, rencoroso, deshonesto, en buen español: un hijo de la gran puta. Y poco hombre. Al canto recuerdo, cuando Manuel Robles, le fué a reclamar sobre un comentario injurioso que hizo a uno de sus hijos, lo menos que le dijo fué cornudo. Y se quedó calladito, ni pio dijo.