-A 50 años de la inundación de Viejo Padilla
-En 1972 se vino la granizada que mató animales
Padilla.- Desde 1970 las familias del antiguo pueblo de San Antonio de Padilla, comenzaron a trasladar sus pertenencias a lo que sería su nueva morada, el hogar común, su ciudad.
Trasladaban muebles, utensilios del hogar y la inmensa mayoría abrieron las fosas del panteón donde descansaban los restos de sus muertos, y se llevaron los huesos con ellos como pudieron, ya en costales o en carretillas.
Oficialmente la comunidad de Nuevo Padilla fue instalada el 17 de octubre de 1971, y es cuando los residentes “celebran” la fundación.
Para entonces ya habían sido inauguradas las presas “Las Adjuntas” (donde se juntaban los ríos Pilón, Corona y Purificación) , y “Las Alazanas” (derivadora), que el entonces presidente Luis Echeverría rebautizó como “Vicente Guerrero” y “La Patria es Primero”, como se les sigue llamando.
El evento fue el 27 de septiembre de 1971.
En aras del progreso fue sacrificado (inundado) todo un pueblo con una historia seguida de 221 años, pues Padilla había sido fundada el seis de enero de 1749 por Don José Escandón y Helguera.
Escandón le impuso dicho nombre porque así se apellidaba María Padilla, la esposa del Virrey de la Nueva España.
Convencer a los habitantes de la entonces cabecera, de que se les inundara su pueblo, no fue nada fácil como lo señalan algunos vecinos que vivieron la transición.
La presa vino a dividir a los que se consideraban residentes del viejo pueblo. Los que vivían en el ejido Dolores, en la margen izquierda del río (lo que fue la hacienda del mismo nombre), fueron trasladados a Abasolo a la zona de influencia del distrito No. 86, a una congregación que conservó el nombre.
Desde un principio hubo dificultades con Recursos Hidráulicos. La gente quería quedarse en Padilla y no ir a Abasolo.
A un alto porcentaje no se les cubrió la indemnización prometida, independientemente de los terrenos que se repartieron en Nuevo Padilla.
BARRIO “EL AGARRON”… LA GRANIZADA
Cuando se dan dificultades, enfrentamientos con las autoridades, la población siempre responde con su jerga.
En lo que es Nuevo Padilla había (hay) un barrio al que la gente le impuso el nombre de “El Garrón”, pero no porque se hubieran apropiado de las tierras sin autorización.
Es que fueron tantas las arbitrariedades e imposiciones de la SRH que, al entregar los solares y pies de casa, los funcionarios simplemente decían: “Lo agarras o lo dejas”.
El gobierno decía: Ahí está tu casa y ¡vámonos a la chingada!.
Les daban terreno para construir y ofrecían una diferencia, pero a muchos no se las entregaron. Si alguien tenía una casa que valía 30 mil y la nueva construcción le costó 23 mil, el compromiso de Recursos Hidráulicos era pagar siete mil.
Además los primeros que llegaron no tenían trabajo. Seguían dependiendo de sus parcelas y, seis meses después, se vino una granizada que por poco y acaba con el nuevo poblado.
El gobierno construyó casitas con techos de láminas de asbesto que no resistirían los primeros embates de la naturaleza, además de quedar al descubierto errores técnicos de los constructores: La mitad del pueblo se inundó.
Si Nuevo Padilla quedó “inaugurado” con fecha 17 octubre de 1971, el desastre ocurrió el 25 de abril de 1972 cuando cayó la granizada a partir de las seis de la tarde.
Se cuenta que las “bolas” pesaban entre 300 y hasta medio kilogramo cada una. La totalidad de los techos de las casas fueron destruidos e incluso algunas bardas, como la del panteón, que es de block de concreto.
Por entonces concurrió el Gobernador Manuel A. Ravizé y, en un recorrido, fue enterado de la magnitud del problema: Una mujer (Nicolasa era su nombre) falleció víctima de los peñascazos recibidos, y decenas de personas estaban lesionadas.
Para protegerse de los hielos que venían del cielo, muchos de los nuevos pobladores se refugiaron bajo sus camas o las mesas de las cocinas.
Fue tan fatídico el fenómeno que mató gallinas, marranos y otros animales domésticos. De las siembras y la citricultura no quedó ni el polvo.
LA PRESA “GONZALEZ LUGO”
Un día después de la terrible granizada (de la cual no se tiene parangón), las autoridades convocaron a una reunión que se efectuó en la presidencia municipal, donde la gente estuvo a punto de linchar al gerente de la SRH, Oscar González Lugo, por los errores técnicos que se habían cometido y provocaron la inundación.
Si la granizada fue a las seis de la tarde, media hora después se vino la corriente.
Es que los técnicos que trazaron la nueva ruta de la carretera a Matamoros, escamotearon drenajes para dar paso al agua hacia la zona de la presa Vicente Guerrero.
La gente que vivía (vive) cerca del bordo de la carretera, perdió todas sus pertenencias por la apatía de los funcionarios.
Desde entonces la gente comenzó a llamarle a la zona inundada como “presa González Lugo”, pues con cada lluviecita se inundaba.
Para evitar que lo matara la gente, algunos dirigentes tuvieron que sacarlo a tiempo del recinto.
El ex alcalde de este municipio, Guadalupe Sena Rodríguez, señala que la nueva comunidad no fue fácil para los pobladores, pues llegaron a trabajar en algo incierto.
Tiene bien presente que al presidente al que tocó la transición fue Vicente Cepeda Rodríguez, quien lo fue en Viejo Padilla y el Nuevo Padilla, como ahora se les menciona.
En la comunidad son muchos los residentes que vivieron el traslado y, como jóvenes, colaboraron en cambiar sus muebles y hasta los huesos de sus muertos.
Pero falta que alguien escriba la historia para que este hecho no quede en el olvido. De pasar los años, quienes viven se habrán ido para siempre.
Viejo Padilla es una de las comunidades más antiguas de Tamaulipas y con más historia. Ahí fue fusilado Agustín de Iturbide cuando regresaba a México con sus ideas imperialistas.
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Fue capital de Tamaulipas por escasos siete meses, dado que en julio de 1824 el Congreso Constituyente designó a ciudad Victoria como capital.
En Viejo Padilla ahora solo quedan restos de la iglesa católica que fue construida en 1770, y de la escuela del pueblo que se erigió en 1940, ya de concreto.