Cd. Victoria, Tamaulipas.- Los tiempos políticos cambian, los escenarios de hace 25 y 30 años se van diluyendo. Llegan otros ambientes y, sobre todo, actores y personajes que influyen en la cosa pública.
La forma de pensar de los diputados de la 52 legislatura, 1984-86, ya no es la misma que la de los próceres de nuestros días, independientemente del partido de que se trate.
Para llegar al punto que queremos, las oposiciones (al gobierno en el poder) de esa época, ya no son las de hoy.
Como que había más ideología, principios por los que se luchaba, sinceridad y congruencia entre el pensar y hacer. Los diputados se entregaban a que sus iniciativas salieran adelante, aun cometiendo delitos.
Los métodos de contrapeso de las oposiciones también han cambiado.
Aguerridos y gritones, los izquierdosos y panistas de la 52 legislatura, ciclo 1984-86, como Rodrigo Pérez Guevara, Elpidio Tovar de la Cruz, Jorge Angel Camargo y Francisco García Lozano.
Cada víspera del informe del Gobernador Emilio Martínez Manautou, el tema de ellos, azuzados por los periodistas, era la interpelación del contenido del documento, en el mismo escenario de la sesión del Poder Legislativo.
Tres años antes habían hecho historia los primeros legisladores de oposición, Homero Ochoa Gutiérrez, Miguel Treviño Rábago y Juventino López Ruiz.
La legislatura 53 (1987-89) estuvo plagada de “fajadores” de oposición al PRI, Rafael Orozco Domínguez, Luisa Alvarez Cervantes, José Ortiz Rosales, Gregorio Luna Martínez, José de la Paz Bermúdez y Bruno Alvarez Valdez.
Si le damos calificación a las oposiciones surgidas en los últimos 30 años en el Congreso del Estado, a esa generación la tendríamos que calificar con diez.
Bruno con su hacha demoledora haciendo destrozos al interior del recinto parlamentario, José de la Paz con sus propuestas y debates a grito abierto; Ortiz Rosales leyista y recitando verdades.
Un día y otro también el tema de interpelar al Gobernador en la lectura de su documento.
Los apagafuegos de la Secretaría General de Gobierno y el pastor Ernesto Guajardo Maldonado, en el penúltimo informe de Américo Villarreal Guerra, ya no pudieron más.
Luisa se levantó de su asiento para interrumpir al Gobernador.
En el 89´ llegaron otros aguerridos como Luis Chapa Castañeda y Ricardo Pacheco Blanco, del establo azul, y el perredista Pedro Alonso Pérez. Mítines, acarreados a galerías, mantas y pancartas eran el tema de las sesiones en el recinto del viejo Palacio Legislativo.
Los periodistas nos habíamos acostumbrado a manejar, siempre en la víspera, el tema de la “interpelación”, o interrupción del mensaje del Gobernador.
A partir del último de Américo (aunque él quiso entregarlo personalmente) la legislación cambió. El Gobernador no podía correr el riesgo de enfrentar un show en el legislativo. Los panistas se lo habían hecho al Presidente Miguel de la Madrid.
Otro dato para archivar: El 28 de noviembre del 2006, en sesión ordinaria, los diputados se agarraron a moquetes y patadas, se mentaron la madre y marcaron dos que tres cachetadas guajoloteras. Comenzaron los panistas como un tal Arturo Sarrelangue –ahora funcionario de la SET y señalado por varias damitas por acosador sexual-, Everardo Quiroz, Felipe Martínez Rodríguez y y Alfonso de León Perales.
Fue un pleito campal originado porque los del PRI no autorizaron las posiciones de consejeros electorales que quería el PAN.
Tal vez los periodistas nos hemos formado un erróneo cliché de lo que significa ser oposición en el Congreso del Estado, como ahora es el papel de los priístas.
Todavía en fechas recientes –la pasada legislatura-, vimos a un Osvaldo Valdez Vargas, del PRD, con una jaula de ratas hablando desde la tribuna, o con una manta colgada en el pescuezo.
O bien un genuino representante del PAN, Alvaro Barrientos Barrón, también con mantas colgadas de su cuerpo, protestando en contra de la posibilidad de legalizar los matrimonios gay.
Otra vez el fantasma de la interrumpción al mensaje del Gobernador, por parte de los azules, y las rápidas negociaciones y concesiones de los operadores priístas.
Hoy, hoy, en que el PRI es oposición en el Congreso y en Tamaulipas, la prensa no ha tocado el tema de una posible interpelación al Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. Los diputados también guardan silencio como si estuvieran “arreglados” de antemano.
El fantasma del escándalo en el “Día del Gobernador” perduró el penúltimo de Egidio Torre Cantú. El último fue la excepción porque los azules ya habían ganado el gobierno. De los de izquierda, ellos comían de la mano de la esquina del poder.
Con la actitud que hoy asumen los priístas –como oposición- en el Congreso del Estado pudieran estar sucediendo dos cosas.
Primero, que los periodistas nos formamos una definición extrema de lo que es partido de oposición en Tamaulipas, como actos de protesta, violencia y actitudes hostiles al gobierno.
Segunda, que la actitud pasiva de los priístas, con aportaciones razonables y de diálogo, también son una forma de oponerse a lo que ellos creen.
En resumen: La oposición al gobierno en turno no solo es violencia y actos de protesta. También es inteligencia como parecen privilegiarlo los diputados Alejandro Etienne Llano y Rafael González Benavides, cabecillas del tricolor en la 63 legislatura.
Yo no veo, ni a Rafael ni a Alejandro interpelando a Cabeza de Vaca el día que vaya al recinto a entregar su Primer Informe.
Tampoco los veo con mantas y pancartas colgadas de la espalda y el pescuezo para ganarse “la principal” de los medios masivos de ese y el día siguiente.
Los diccionarios no son definitivos. El significado a las palabras se lo va dando la comunidad en la que se forman. Tendríamos que agregar que oposición también significa trato armonioso y reflexivo de los temas.
Los diputados priístas en el Congreso ya tienen un año. Seguro que nunca van a abandonar el recinto encavoronados porque la mayoría, panista, no quiso aprobar sus iniciativas o puntos de acuerdo.
No dudo que los periodistas hayamos estado equivocados por largos poco más de 30 años. Ser contrario en el Congreso del Estado no solo es violencia.
Vimos a los priístas negociando en el último tema trascendente que llegó al legislativo: La deuda pública estatal y su renegociación.
Ser oposición no es mentarle la madre al contrincante.
A su vez los panistas, dirigidos por Carlos García González, dieron otra demostración que enriquece el vocabulario: Aprobar iniciativas no significa mayoriteo.