Cd. Victoria, Tamaulipas.- El pleito es por el botín, y no porque les interese brindar a la ciudadanía un buen servicio. Los políticos solo piensan en sus bolsillos y los de sus familiares.
En Reynosa la disputa por el pastel ha tomado causes alarmantes. El cabildo está dividido en dos grupos dispuestos a no a llegar a consensos, y con una alcaldesa que toma partido y quiere que solo sus chicharrones truenen.
Mientras los rencores se incrementan en el campo de batalla, desde la ciudad capital nadie interviene para tratar de recomponer las cosas y el pueblo sufra menos las consecuencias.
Aquella ciudad, la más poblada de Tamaulipas, se va a quedar sin una oficina de Relaciones Exteriores (para expedir pasaportes y otros documentos) y sin el servicio de recolección de basura, entre otros.
Por un lado la presidenta Maki Ortiz Domínguez con su voracidad de sacarle tajada a todo, inclusive con la renta del local que ocupa RE, propiedad de la hermana de su marido.
El convenio con Relaciones Exteriores fue suscrito por en noviembre del 1997 por el entonces alcalde Oscar Luebbert Gutiérrez. Establece que, para que funcione la oficina, el municipio debe aportar el local, amueblarlo, pagar al personal, dotar sistemas de cómputo.
Para que sea negocio, el ayuntamiento cobra una “pizcacha” adicional al costo oficial de los pasaportes.
La presidenta ve la tempestad y no se hinca.
Tiene la mitad del cabildo en su contra y persiste en ganar más dinero. Ya reciben 48 mil de renta cada 30 días pero quiere que se les paguen 80 mil.
En la otra esquina de este pleito por negocios económicos, está el síndico Alfredo Castro Olguín –sirviendo a intereses de ciudad Victoria- encabezando a un grupo de once regidores incondicionales.
Por su parte el pueblo, al que nunca se le pide opinión, ve los toros desde la barrera con el Jesús en la boca.
Doña Maki y los disidentes comenzaron a darse hasta con la cubeta. Ella, que es la autoridad, que debe ser la conciliadora, no entiende razones, abrió fuego utilizando lenguaje no propio para la ocasión.
-Lamentable y vergonzoso que un grupo de regidores y síndico impidieran la compra de camiones de basura nuevos para Reynosa.
En lugar de calmar los ánimos atiza el fuego de la discordia.
Del otro lado, Casto Olguín le contestó con el mismo lenguaje y “copeteado” un poco. Sacó a relucir los proyectos de la presidenta para ganar dinero, como eso de adquirir unidades con un sobreprecio al que mantiene el mercado.
Ella dice que Castro quiere comprar camiones usados; él afirma que propuso 20 nuevecitos y cinco reconstruidos.
Mientras se ponen de acuerdo, del erario sigue saliendo dinero para rentar otros 20 camiones de limpia porque la ciudad no tiene y sus autoridades están en plena disputa por el botín.
El síndico quiere adjudicar el contrato de relleno sanitario a la empresa Reco; ella a Oro al Espíritu Santo (según las acusaciones que se hacen).
Por lo demás, no sabemos el nombre de los propietarios de tales empresas recomendadas por cada facción hacia el interior del ayuntamiento, pero hay la sospecha fundada de colusión por intereses económicos.
Si continuamos con los ayuntamientos en general, ya cumplieron seis meses en funciones y es fecha que no se les ve trabajo. La cantaleta permanente es que los antecesores no les dejaron dinero, un titipuchal de deudas y cero equipo y maquinaria.
No le meten imaginación para cumplir con su responsabilidades. Las nóminas están saturadas. No pocos destinan hasta el 30 por ciento del presupuesto para pagar personal, cuando la Ley limita al 17.
Hasta hace algunos años, los presidentes municipales conseguían financiamiento privado para construir escuelas y pagar maestros. Ahora se echan a dormir y esperan que todo les llegue del estado y la federación.
Los particulares también le metían dinero a la construcción de carreteras. Así se recuerdna los tramos de Río Bravo a Progreso; Lucio Blanco-Control; Tepehuajes-crucero a Aldama y varias más.
En los años sesentas, gobierno de Praxedis Balboa Gojon, Tamulipas se distinguió como la entidad en que al iniciativa privada participaba más con el gobierno en el pago de obras y servicios públicos.
Más antes, el Estadio Marte R. Gómez fue construido con la colaboración entusiasta de los propietarios victorenses. Se les fijó una cuota adicional del ciento por ciento sobre el monto del impuesto predial, y todos contentos.
Pareciera que en nuestros tiempos hay desconfianza hacia los alcaldes y autoridades en general. Nadie quiere sacar de su bolsa “porque se lo roban”. Y a lo mejor tienen razón, es la fama que se han ganado nuestras autoridades.
El ciclo de los actuales alcaldes es de dos años, pero todos piensan en la reelección. Lo demás, las obras, les importa un comino.
Tampoco pueden echarle siempre la culpa a lo reducido de los presupuestos. Hay algunos que tienen buen recurso.
De los grandes, el súper presupuesto lo tiene Nuevo Laredo con dos mil 737 millones de pesos para este 2017.
Enrique Rivas Cuéllar dispone de tanto dinero que no halla qué hacer con él. Por ejemplo, para promover su “imagen” en los medios masivos se asignó la nada despreciable suma de 120 milloncillos.
Si comparamos, no corresponde con la cifra de que dispone el Gobierno del Estado. Es una partida de 230 millones para este 2017, de un presupuesto total de alrededor de 50 mil millones.
En Reynosa, Maki Ortiz tiene a sus órdenes mil 600 millones de pesos, con 55 para crearle su imagen en los medios masivos; el presupuesto de Tampico es de mil 230 millones; Matamoros mil 257 y Victoria 838 millones. El Mante no ha llegado a ligas mayores, anda en los 297.
De los “pecadillos” de ciertos alcaldes luego hablamos. No será fácil que sus partidos los enlisten para la reelección.