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Cuestión pública

17 junio, 2014
in Editoriales
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CUESTION PÚBLICA/Luis Lauro Carrillo.

El mundial de Brasil y las protestas sociales.

El mundial de futbol es el acontecimiento deportivo mediático que está por encima de cualquier otro, acapara con pasión la atención de millones de personas en todo el planeta, a pesar de que intelectuales lo desprecian o reprobando el balón pie calificándolo enajenante o estúpido.

Viene a cuento lo anterior porque el mundo entero se ha vuelto un balón con la celebración de la Copa Mundial de Futbol en Brasil 2014. Los brasileños, en su mundial, están divididos entre quienes son apasionados de este deporte y quienes han salido a la calle a protestar por los gastos excesivos en la organización o a exigir prestaciones sociales en las distintas ciudades sede.

Cabe mencionar que dictaduras militares, gobiernos autoritarios, democracias emergentes han utilizado al futbol como arma de comunicación, manipulación y dominación masiva, considerada como “políticamente correcto”. Todos por igual ven en un Mundial de Futbol el medio para alcanzar sus fines.

No obstante lo anterior, Brasil 2014 es el primer mundial de futbol donde sucede lo contrario, ciudadanos descontentos toman las calles, los espacios públicos por la vía de la manifestación o protesta para dar a conocer al mundo sus demandas, y exhibir a la clase gobernante.

Aquí surgen las preguntas obligadas: ¿Si no es en este mundial, en qué otro momento los sectores de clase media podrían reclamar eficazmente a su gobierno, “porque estás gastando los nuevos impuestos que me cobras, en obras que serán elefantes blancos, porque no combates la corrupción y los dispendios gubernamentales?

¿En qué otra circunstancia los habitantes de las favelas de Río de Janeiro y Sao Paulo podrían salir a las calles a exigir un alto al Programa de Pacificación?

De ahí que amplios sectores sociales brasileños inconformes lograron por primera vez en la historia deportiva mundial la cancelación de discursos inaugurales por parte de la presidenta brasileña Dilma Rousseff y de Joseph Blatter presidente de la FIFA. Se confirmó con ello que este es el Mundial de las Protestas.

De tal suerte que las manifestaciones brasileñas han señalado que el dinero público se ha malgastado en lugar de invertirlo en verdaderas necesidades sociales como educación, salud y vivienda.

En efecto según datos oficiales, el costo de la infraestructura fundamental ha sido de 38 mil millones de dólares, traducido en obras en las 12 ciudades sede, construcción de estadios, proyectos viales para mejorar el transporte público, inversión en movilidad urbana, aumento de líneas de Metro, gastos por concepto de seguridad, entre otros.

Por otro lado este mundial de futbol representa una prueba de fuego para la presidenta Dilma Rousseff hacia su reelección en las elecciones que se celebrarán el próximo mes de octubre, sin olvidar que todavía falta la realización de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016.

Conviene indicar que el modelo populista de Lula reventó con Rousseff, por los dos problemas graves: la corrupción y la conformación de un gobierno aliancista con ideologías diferentes que hacen imposible un programa de gobierno coherente.

Por lo tanto el fútbol no fue el distractor social que esperaba el lulismo brasileño, sino el detonador de una crisis social. Por eso tal vez Lula escogió a México como comparativo: pero cuando Lula y Rousseff aspiraban al poder no querían que Brasil fuera un poco mejor que México sino que su meta no cumplida era la de un país del primer mundo.

La declaración de Lula debe ser analizada al margen del contrapunto de México y más en el escenario del campeonato mundial de fútbol: el colapso social de Brasil le toca a Lula, a su partido y a la presidenta Dilma Rousseff. Las escenas de las protestas y la represión contra grupos sociales contrarios al fútbol reflejan la ruptura del tejido social y de la legitimidad política del gobierno brasileiro.

En otro orden de ideas cuando México y Brasil salten a la cancha para enfrentarse en los juegos de la copa mundial de futbol, veremos en acción dos selecciones nacionales de dos países con problemas muy semejantes y con los mismos desafíos frente  su futuro.

En definitiva las protestas revelan la mala calidad en la educación, el alto costo de la vida, el elevado costo de la vivienda y el  precio alto del transporte, por lo que el excesivo gasto de la infraestructura del Mundial, la sociedad carioca percibe como emblema de la corrupción y el despilfarro que no generará beneficios reales para los amplios sectores sociales de bajos ingresos brasileiros.

[email protected]

Twiter: @luiscarrs

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