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18 septiembre, 2013
in Editoriales
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“200 Años Sentimientos de la Nación…”

Lic. Francisco Javier Álvarez de la Fuente

[email protected]

El pasado 13 de septiembre se conmemoraron los primeros doscientos años o segundo centenario de que el llamado por el mismo “Siervo de la Nación”, convocó al Congreso de Anáhuac. El 28 de junio de 1813 el capitán general Morelos, que era el insurgente más destacado, hizo la convocatoria al Congreso, proponiendo que se reuniese el 8 de septiembre de ese año en Chilpancingo, población de escasa importancia y a la que para el caso se le dio el título de ciudad.

En la convocatoria se indica que todo el mes de septiembre se dedicaría a la celebración de un acto memorable, solemne y de suma importancia. Una de las muchas razones para que se realizara el Congreso en Chilpancingo fue acortar distancias entre los obispados y por ser el centro de la provincia de Tecpan y el lugar más seguro desde el punto de vista militar.

El 25 de julio del mismo año Morelos gira instrucciones para la elección de diputados; el 8 de agosto envía una circular a fin de establecer el Congreso; el 11 de septiembre expide el reglamento en que se determina la instalación, funcionamiento y atribuciones del mismo; el 13 de septiembre da vida al Primer Congreso de Anáhuac, cuyo objetivo es votar el representante que, como miembro del Supremo Congreso Nacional, integre el cuerpo deliberante de la nación.

Fue celebrada la misa del Espíritu Santo y hubo exhorto desde el púlpito por el doctor don Lorenzo Francisco de Velasco a alejar de sí toda pasión, interés y convenio, antecedente en un asunto que es de la mayor importancia a la nación y para el que deben ser elegidos los hombres de más conocida virtud, acendrado patriotismo y vasta literatura.

Y como acabamos de presenciar en los últimos días, los maestros de la CNTE no son los únicos personajes de la historia que han sitiado las instalaciones del Congreso, ni los primeros que han obligado a los legisladores a huir hacia una sede alterna, forzándolos a trabajar en condiciones precarias.

Hace 200 años, otra Legislatura mexicana, convocada por José María Morelos y Pavón, también debió escapar de su sede original, a causa de la cacería emprendida por las tropas realistas contra lo que llamaron “junta diabólica”. Los diputados de aquel tiempo metieron los archivos del Congreso de Anáhuac en belices y cajas de cartón, las amarraron a lomo de mulas y salieron en busca de un recinto seguro.

Fueron dos años de legislar a salto de mata. Algunos días pudieron sesionar en iglesias y haciendas, pero en otros lo hicieron a ras de suelo, sólo protegidos por la sombra de los naranjos. En ocasiones, los congresistas y sus escoltas tuvieron la suerte de dormir en catres, pero en otras debieron pernoctar a la intemperie. Unas veces, los fugitivos eran agasajados con banquetes que preparaban las poblaciones que simpatizaban con la causa insurgente; otros días sobrevivieron con la sola ingesta de hierbas silvestres.

La aventura inició el 13 de septiembre de 1813, en Chilpancingo, Guerrero, y terminó en Tehuacán, Puebla, el 14 de diciembre de 1815, sólo un mes después de la captura y fusilamiento de Morelos. En esos dos años, los abogados y sacerdotes que formaron parte de esa caravana legislativa se instalaron en 28 sedes distintas y recorrieron aproximadamente tres mil kilómetros.

En aquel tiempo, los insurgentes alternaron la actividad bélica con la construcción de leyes e instituciones: al tiempo que resistían a las tropas del reino español, emitían bandos y decretos que dieron origen a las primeras formas de gobierno y al sistema jurídico del naciente país.

Pero nuestros legisladores, federales, Diputados y Senadores, a diferencia de aquellos pioneros insurgentes, son sometidos por los vándalos de la CNTE, que de docentes nada tienen, pero lograron obligar a los Legisladores actuales a sus caprichos.

Ojalá que ahora que ya fueron sometidos por la Policía Federal y replegados al Monumento de la Revolución, no les permitan retomar el zócalo y si en cambio les apliquen la Ley General del Servicio Profesional Docente, y si tienen más de tres faltas consecutivas, los den de baja, como a todo mundo que incurre en esas faltas y para ver que esto suceda… ¡Aquí estamos!

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