Cd Victoria, Tamaulipas.- Sin duda su estrategia le ha dado buenos resultados en los últimos años. Es la de espantar con el petate del muerto, como dice la frase popular.
Cada tres o seis años Gustavo Cárdenas Gutiérrez le levanta de su modorra y balbucea dos o tres frases que un sector de la prensa (gustosa del escándalo) le festina.
En esta ocasión, en año electoral, las payasadas de Gustavo no podían ser la excepción. Ya lo tenemos en los medios masivos haciendo “fintas” y “asustando” con el lobo que viene… Que sería él.
No hay seriedad en el político. A lo mejor asusta a quienes no lo conocen y creen que puede ganar puestos de elección popular.
Después de aquel triunfo por la alcaldía victorense de 1992 -que hay que reconocerle-, se la ha pasado en fanfarronadas y alardes que le hicieron perder el poco capital político que le quedó al terminar ese accidentado trienio.
No ha logrado una victoria en las urnas desde hace 21 años, pero sí dos derrotas al hilo por la gubernatura (y una de su padre Jorge Cárdenas González). Le gusta que la prensa lo apapache y festeje sus bravucadas y ocurrencias mientras él, a decir de su trayectoria”, se dedica a negociar posiciones personales o de su familia.
De acuerdo con recientes publicaciones de medios, Gustavo Adolfo prentende negociar con el PRI la imposición de su medio hermano Héctor Cárdenas como alcalde de Guémez, donde ya fue titular el otro hermano, Carlos. Solo fintas mientras hace negocio.
La verdad es que ningún azul la tiene fácil en Victoria, y los cartuchos quemados insisten en sus bravatas sin probar que gozan de la simpatía popular.
Conocido como El Muchacho Alegre (no sabemos por qué), su única Victoria se dio en 1992 cuando obtuvo un total de 29 mil 311 votos en contra de Carlos Castro Medina, el “yerno de oro”.
De ahí pa´l real a Gustavo se le conoce como “el Rey de la plurinominal”.
Parece que el método ha sido copiado fielmente por su partido, Accion Nacional , que trata de espantar con la misma faramalla de las Lydias y las Rositas que también cabaron su tumba política en las urnas del municipo capitalino.
Si vamos por orden, hay que decir que después de su alocado paso por la alcaldía, Cárdenas no pudo sostener la continuidad del ayuntamiento para el abogado Abelardo Perales Meléndez en 1995 (un buencandidato). Lo llevó a una derrota de seis mil sufragios pese a que le dedicó “todas las horas de su tiempo y más”.
Lydia Madero García mordió el polvo en 1998 ante el entonces bisoño político Enrique Cárdenas del Avellano.
La regiomontana estuvo a mil 298 sufragios de escribir “la nueva historia de la capital”. Hizo plantones e instaló un acampamento-hotel por la alameda Francisco I. Madero. La quería regalada.
Ha sido la votación más alta en la historia azul de los comicios locales: 45 mil 415 almas fueron sus clientes. De ahí se vino la caída estrepitosa del panismo en Victoria.
En el 2001 tabién mordió tierra Leonor Sarre Navarro ante el güero Eugenio Hernàndez Flores, que venía de una diputación federal.
Leonor se quedó atrás con una diferencia de ¡44 mil votos!… Apenas 16 mil votaron por ella.
Y la derrota la refrendó Rosa María Uribe Mora en el 2004, aunque alcanzó el 38 por ciento de los sufragios emitidos.
Terminado el ciclo feminista, en 2007 regresan los varones con Juan García Guerrero a la cabeza de la planilla panista, pero con los mismos resultados: Obtuvo un 25 por ciento de votos frente al tricolor con el 66 por ciento (aún tratándose del pernicioso Arturo Diez Gutiérrez Navarro).
La historia reciente, querido lector, usted ya la conoce. En el 2010 Ricardo Rosales Villavicencio le sacó provecho a los 18 mil victorenses que creyeron en su candidatura y colocó a su esposa Helga Ruth en una regiduría.
Fueron tres damitas al hilo: Lydia, Leonor y Rosita ¿quién sigue? ¿otra vez las mujeres?.
Ciertamente, ellas han alcanzaron la más alta votación por la presidencia, pero ¿espantar con el método gustavista?.
Estaremos pendientes de la candidatura. Todo indica que en el mercado electoral victorense no hay las condiciones para que una o un panista conquisten la alcaldía. Al menos para el proceso de julio.
Por cierto, cuando este martes Lydia se reunió con funcionarios panistas que trabajan en el gobierno federal en un restaurante de la localidad, alguien dijo que merecen un castigo por andar en asuntos partidistas en horas de oficina.
En primer lugar Elba Valles Olvera, delegada (si es que todavía está ahí) de la secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, su empleado Javier Mota Vázquez y Luis Vanoye Carmona, quien cobra en la Corett.
Si alguien pone la denunca, sin duda el fiscal de Asuntos Electorales, Miguel Valdez Revilla, podría pedir las primeras órdenes de aprehensión (¿no es así?), o Jorge Luis Navarro Cantú aplicar sanciones o despidos.
Con lo anterior nada tiene que ver la visita que el Dr Manuel González Oropeza, magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judical de la Federación, hizo a la facultad de Leyes de la UAT donde dictó conferencia y presentó su libro “El juicio de amparo a 160 años de su primera sentencia”.
Con la represetación del rector José Ma. Leal Gutiérrez, fue anfitrión el director de la unidad académica, Calos Hinojosa Cantú, con la presencia además de otro doctor, Ramón Durón Ruiz.
Nos vamos.