”Las listas y el listo…”
Lic. francisco Javier Álvarez de la fuente
Hasta este miércoles, todos aquellos que de una u otra forma estamos pendientes de lo que ocurre en los diversos partidos políticos, para conocer quienes serán o quienes son mejor dicho sus candidatos, nos enteramos que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) designó a sus líderes tradicionales para encabezar las listas de candidatos plurinominales al Congreso.
El número uno de su listado de abanderados al Senado lo ocupa Emilio Gamboa Patrón, exsecretario particular del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988), exdiputado federal y hoy dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), una de las principales organizaciones del PRI.
Dentro de la lista para la Cámara de Diputados, el primer lugar es para el senador Manlio Fabio Beltrones, exgobernador de Sonora y quien compitió por la candidatura presidencial con Enrique Peña Nieto, pero en noviembre declinó de sus aspiraciones para favorecer la “unidad” priista.
Los candidatos plurinominales o de representación proporcional no llegan al Congreso de la Unión por el voto directo de los electores, sino por el porcentaje de votos que obtenga su partido.
Entre más arriba está un abanderado en los listados, más probabilidades tiene de alcanzar un escaño o una curul en el Poder Legislativo.
En la lista para el Senado, en el puesto 12 se encuentra Guadalupe Flores Valdez, (lupita para los cuates),que por haber sido colocada en la posición segunda de la formula Cavazos-Lupita, y como están las cosas, se temía que solo hiciera el trabajo sucio para que MCL llegara.
Las listas de plurinominales para la Cámara de Diputados son cinco, una por cada circunscripción electoral en las que se divide México.
En el listado de la primera circunscripción (estados del noroeste y occidente), Beltrones ocupa el número uno.
La segunda circunscripción (estados del noreste y algunos del centro) es encabezada por el senador Francisco Arroyo, en la que también aparece Marco Antonio Bernal, dirigente de la Fundación Colosio, una organización creada por el PRI en honor del candidato presidencial Luis Dolando Colosio, asesinado en 1994, y en el cuarto lugar Patricia Araujo de la Torre, presidenta de la CANACO Victoria y hermana del ex secretario general de Gobierno, ex senador y ex dirigente nacional de la CNC, Andrés Araujo.
En la tercera (que abarca estados del sureste) están el senador Alejandro Moreno y el exdiputado Ricardo Aldana, entre otros.
Para la cuarta (estados del centro y sur) el PRI postulará al senador Carlos Aceves del Olmo, uno de los líderes de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), y a Manuel Añorve, excandidato al gobierno de Guerrero y alcalde del puerto de Acapulco.
En la quinta (estados del centro) aparecen como candidatos el senador Jesús Murillo Karam, exsecretario general del PRI, y el general Raúl Macías Sandoval.
Pero quedó pendiente el tema de los ex gobernadores en la bancada priista en el Senado. Y de nuevo el argumento de los compromisos inconfesables.
Desde ahí se hacían ya senadores Ulises Ruiz, que perdió Oaxaca ante la alianza encabezada por Gabino Cué; Mario Marín, el góber precioso, que perdió Puebla ante otra alianza, ésta con Rafael Moreno Valle a la cabeza; Fidel Herrera Beltrán, que heredó un desastre en Veracruz; Ismael Hernández Deras, que apenas sobrevivió a lo que dejó en Durango, etc.
A estos nombres hay que añadir de un modo destacado el de Humberto Moreira.
Todos cuestionados, todos con cuentas por cubrir en sus entidades, todos con un grave déficit a escala nacional, todos que se daban por seguros senadores, y todos fuera de las listas al Senado.
Esta me parece una señal importante del personal estilo de gestión política de Peña Nieto, prenda que le niegan, claro, sus opositores y detractores, y regateaban algunos de sus compañeros de partido.
Pocos veían, hace unos meses, casi imposible de que el listo de Enrique Peña Nieto se deshiciera de ciertos compañeros de viaje, algunos impresentables. Sus opositores hablaban de un precandidato rehén de los viejos dinosaurios y de compromisos, claro, inconfesables.
Y así, sin que nadie le hubiera dado una oportunidad, deshizo la alianza con Elba Esther Gordillo y su partido, el Panal, enlace del que había sido operador y artífice Humberto Moreira como presidente del PRI, el mismo Moreira del que luego se desharía Peña Nieto toda vez que ya le resultaba más el costo que el beneficio de su permanencia al frente del PRI.
Una y otro, Gordillo y Moreira, se fueron sin el menor aspaviento, y siguiendo tan amigos como antes. Y para ver más de esto… ¡Aquí estamos!