Luis Lauro Carrillo
AMLOVE DESESPERADO
El Movimiento Progresista preocupado por hacer competitiva la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, ha recurrido a una serie de estrategias de campaña para posicionar al abanderado de las izquierdas en el segundo lugar.
Helas aquí: un método de selección por encuesta que resolvió en forma tersa que el tabasqueño fuera el candidato presidencial; el anuncio de ser un fervoroso promotor de la “república amorosa”; el anuncio de los integrantes de su futuro gabinete y el reciente apoyo que recibió de Cuauhtémoc Cárdenas para disputarle al PRI la bandera del cambio verdadero.
Algo debió ocurrir en la psique de AMLOVE para que repentinamente de un proceso electoral a otro evidencie un cambio radical en la visión estratégica, para que hoy afirme que ama a las instituciones y a aquellos, a quienes ayer odiaba, claro que desde luego no se trata de esquizofrenia o inestabilidad emocional, sino que debe verse como un maestro acabado de oportunismo político.
Por tanto “la república amorosa” de López Obrador es un recurso válido aunque artificioso, diseñado únicamente para ganar votos y para obtener el poder por el poder mismo.
En lo que respecta a las personalidades que el tabasqueño ha invitado para que formen parte del futuro gabinete, es otra estrategia generada por la desesperación de no quedar relegado al tercer lugar de la contienda electoral, de convencer, de ganar la confianza y la aceptación de los indecisos y el voto útil de priistas y panistas. En otras palabras el mensaje es “si no te gusto yo, vota por mi equipo”.
Por cierto del gabinete del gobierno “legítimo·, solo repetirán si AMLOVE gana las elecciones: Claudia Sheinbaum Pardo; José Agustín Ortiz Pinchetti, Bernardo Bátiz Vázquez y Raquel Sosa Elízaga los demás solo cumplieron un rol coyuntural.
La reconciliación entre Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, y el reencuentro amoroso de AMLO y Los Chuchos; mediante los cuales “sellaron” un pacto de unidad después de seis años de distanciamiento, se trata de otra táctica, un cuento difícil de creer, mismo que no elevó ni una décima la imagen y credibilidad de AMLO, como tampoco lo subieron gran cosa las encuestas.
Aquí surgen varias preguntas: ¿Es un pacto sagrado de mutua necesidad? ¿Por qué AMLO hoy alaba a su padre político (Cárdenas), luego de que él lo mató políticamente?
¿López Obrador ya perdonaría a Cárdenas Solórzano por no haberlo apoyado en las elecciones del 2006?
¿Cárdenas ya olvidaría y dispensaría al tabasqueño cuando literalmente lo sacó a “empujones” del PRD, para adueñarse de la estructura partidista para competir por la Presidencia en 2006?
La realidad es que López Obrador requiere del aval de Cárdenas para alcanzar la presidencia en julio del 2012 o cuando menos salir del tercer lugar en que hoy lo ubican las encuestas.
La contienda electoral de 2012 constituye un plebiscito entre las opciones políticas “la continuidad del PAN” y “el regreso del PRI”, de ahí que la izquierda debe ir por Peña Nieto, el puntero de la competencia, porque que atacar simultáneamente a esas fuerza políticas sería un error político, porque correría el riesgo de terminar estos comicios en una simple comparsa testimonial.
En definitiva el reto de López Obrador es ganar la elección presidencial, pero para ello decidió moverse hacia el centro del espectro político, de ahí la justificación de la estrategia político religioso, ajeno a la ideología izquierdista de la justicia social, de tal suerte parece que su discursos alude una especie de cristianismo amoroso.
Twiter: @luiscarrs