Cd. Victoria, Tamaulipas.- ¿Qué sucedió? Tal vez nunca lo sabremos con algo de precisión.
Lo cierto es que, de la noche a la mañana, los 43 ayuntamientos de Tamaulipas dieron reversa a los convenios de asociación con particulares para producir energía eólica.
¿Algún mal reparto? ¿alguna negativa de piscacha? Quien sabe, pero el hecho es que se terminó con el gran proyecto generador de energía aprovechando los vientos que se dan casi todo el año en el ejido Los Vergeles, municipio de San Fernando.
Mucha lana, cuatro mil 400 melones de pesos de los que presuntamente ya se habían invertido el 50 por ciento ¿de quien era el negocio?.
En un principio se decía que los socios serían funcionarios de gobierno de la pasada administración con Geño Hernández a la cabeza ¿será cierto?.
Luego surgió la versión de que entraría la empresa Siemens y otra de origen español como Iberdrola ¿quienes son los socios del Grupo Soluciones?.
El 17 de junio del 2009, el Periódico Oficial del Estado publicó el decreto LX-704 donde el Congreso autorizaba (¿obligaba?) a los 43 municipios a asociarse entre sí, además del gobierno estatal, para figurar en el proyecto.
¿Qué beneficios obtendrían los ayuntamientos?. Según el decreto solo “bonos de carbono”.
Todo iba sobre ruedas, viento en popa como dicen los cronistas de sociales.
Los eólicos comprometieron a los ejidatarios de San Fernando en mil 800 hectáreas para instalar hasta 80 generadores de una altura de 80 metros.
¿Y los beneficios para la prole de Tamaulipas? Ah! cabrón, cierto, un descuento en el costo del fluido eléctrico de hasta un cinco por ciento, según las tarifas que mantenía (mantuviera con los años) la CFE.
El mercado estaba asegurado, cautivo: Los consumidores serían el gobierno del estado, los municipios, las escuelas, las universidades, oficinas públicas… Todo el producto se vendería como pan calientito.
Todo a toda máquina, tanto que para el 17 de diciembre de ese mismo año, mediante el decreto LX-1005 hubo modificaciones al primer decreto.
No se le agregó mucho, solo que entre los ocho y los 12 años después de ponerse en marcha la generación de energía, la tarifa tendría un descuento de hasta el 10 por ciento en relación a las que mantenga la Federal de Electricidad.
Pero también daba autorización para asaltar en despoblado las finanzas municipales y hasta embargaba las participaciones federales con tal de que aportaran a la empresa recursos contantes y sonantes.
Redondito el negocio: Todas las plazas públicas, las calles, avenidas, oficinas de gobierno, hospitales, comapas y escuelas tendrían energía eólica.
¿Qué fue lo que falló? ¿Acaso un mal reparto? Porque todavía no cazaban la liebre y ya se la estaban comiendo.
Al finalizar el compromiso con Siemens –unos dicen que a 20 años y otros que a 25- las instalaciones pasarían a formar parte del gobierno del estado.
El alcalde de San Fernando, Alejandro Franklin Galindo, se sentía la Mamá de Chita; decía que su municipio era ejemplo nacional en la generación de energía limpia (aunque no supiera lo que significa).
Repetía un día sí y otro también, que los residentes todos ya eran socios de la gran empresa.
Funcionarios del gobierno geñista pagaban tours a decenas de reporteros para que levantaran artículos sobre el gran proyecto que sería ejemplo a nivel nacional y mundial.
Decían que era el primer campo de energía eólica en Latinoamérica.
Los cielos de Tamaulipas dejarían de recibir 300 mil tonelada de contaminantes por año.
Todo bien, pero la plebe nunca supo quiénes serían –eran- los socios locales de un proyecto en el que los funcionarios estaban empecinados.
Se fue el gobierno y se fueron los sueños. Dos años después de los compromisos a que fueron obligados los municipios, la “sociedad” se extinguió.
Si usted, querido lector, sabe algo más sobre los socios, pues comuníquelo porque sería interesante saberlo.
El de la pluma tiene algunas sospechillas, pero se la calla.
En tema aparte, mire que otra vez se pusieron a “temblar” los dirigentes priístas, panistas y representantes de otros partidos, con la sola mención de cuatro invencibles que la “unión de izquierdas” pretende postular para el senado de la República.
Temblaron Pedro Joaquín Coldwell y Gustavo Madero, tembló Lucino Cervantes Durán por la mención de que la izquierda tiene a tres “invencibles” listos para el ataque: Julio Almanza Armas, Ricardo Quintanilla Leal, Mario Sosa Pohl y Francisco Chavira Martínez.
Los puros nombres infunden temor, miedo a enfrentarse en las urnas con ellos. Y eso que no aparece el temible Cuitláhuac Ortega, ese potosino que ahora quiere ser senador por Tamaulipas.
El columnista solo le da un consejo a esos señores del PRD, Movimiento Ciudadano y PT: Tengan piedad, no utilicen rudeza innecesaria en contra de sus enemigos, o contrincantes políticos…. Los pueden matar del miedo.
Si a los representantes de tricolores y azules les da un paro cardiaco, solo ustedes, Julio, Ricardo, Mario y Francisco serán los culpables.
No la rieguen, con esas noticias van a matar a mucha gente inocente.
Nos vamos.