Luis Lauro Carrillo
LA REVOLUCION
La revolución mexicana, fue un movimiento armado llevado por la fuerza de los campesinos pero de contenido ideológico burgués, perseguía como objetivo central la democratización del país y accesoriamente la reivindicación de algunos derechos del campesinado y del proletariado.
Por Revolución se entiende «al cambio violento de las estructuras políticas, sociales, jurídicas y económicas de un Estado». Sin embargo se debe dejar claro que el concepto Revolución en la actualidad ha sido desvirtuado en demasía que ha degenerado en el reformismo.
No cabe duda que los grandes caudillos revolucionarios no reconocerían la revolución, de no haber muerto, ya a manos de traidores o de sus propios compañeros de lucha, que pasaban rápidamente de la alianza circunstancial a la alevosía estructural.
Se debe señalar que las propuestas sociales acreditadas a la Revolución Mexicana derivaron muy pronto en un programa asistencialista de control social de las masas a cambio de subsidios. Los campesinos que aportaron tropas a los revolucionarios están hoy peor que nunca, a pesar de 101 años de gobiernos postrevolucionarios.
Es importante destacar que México no llegó a la democracia, tampoco alcanzó una justicia social por arriba de los países que no tuvieron revolución y el nacionalismo derivó en folclore.
Como logros revolucionarios se puede citar el reparto agrario, una ejemplar política exterior y un proyecto educativo y una economía que conformaron a una clase media ascendente. México se transformó y creció, pero no mejoró, creció la desigualdad social.
La clase política y económica en el poder aprovechará la oportunidad para recordarnos que las revoluciones ya son «cosas del pasado», que lo peor de la historia ha quedado atrás y que el actual sistema político y social es «eterno» y el «mejor de los mundos».
Cabe subrayar que la conmemoración ha sido empañada por una degradación terrible de nuestras condiciones materiales de vida y por una ausencia angustiante de un futuro mejor.
Ahora bien, la postura de las clases medias, trabajadores y campesinas es diametralmente opuesta a la visión estática, fraccionada y mitificada del statu quo. Los representantes de izquierda y derecha, en los hechos tienen la misma visión oficial como integrantes del sistema político.
Al concluir la Revolución Mexicana se propuso conjugar el proyecto de nación de Morelos: libertad y justicia social con el de los liberales del siglo XIX y el de Madero: democracia política y respeto por la ley y el nacionalismo.
Al finalizar el gobierno de Lázaro Cárdenas también concluyo el objetivo de hacer de México una sociedad sin desigualdades sociales y económicas por la vía de la justicia social. Sin democracia política, sin cambio social que reivindicara a los marginados al proyecto nacional, el respeto a la ley también resultó imposible de cumplir.
Tendremos que reconocer que el autoritarismo gubernamental conto con el apoyo y aceptación de la mayor parte de la sociedad mexicana. Esa legitimidad del régimen pos revolucionario provino no del cumplimiento de las promesas originales, sino de su capacidad para sostener el crecimiento de la economía.
No obstante haber fallado en las expectativas de la sociedad mexicana, a la Revolución de 1910 se considera solo como una herencia de valor social con la que cuenta el país, de la cual el sistema político debería aprender en la actualidad para no volver a caer en el mismo error que la originó.
Si a la Revolución Mexicana se le juzga en relación a los beneficios que ha producido después de su culminación, es indudable que cambió muchas cosas.
La revolución contribuyó a formar el México contemporáneo, proporcionó una redistribución de la riqueza a través de la repartición de la tierra, con lo cual se mejoraron las condiciones de vida del campesinado, que constituía el 85% de la población, situación que se revirtió en el salinato con el desmantelamiento del ejido.
Por lo tanto, si se va a juzgar la revolución de acuerdo con las esperanzas de la gente, el veredicto sería de fracaso.
Aun cuando los mejores años post revolucionarios fueron los llamados del Desarrollo Estabilizador, entre las décadas de los sesentas y los setentas, en que se dio una relativa autonomía política, económica y alimentaria. Ahora la Revolución desapareció de los discursos.
Y lo peores, fueron con la implantación del neoliberalismo a partir de Miguel de la Madrid hasta Felipe Calderón, con el denominado estancamiento estabilizador, cuya política económica ha probado su ineficacia y que ha sumido al país en la debacle. Dictada por el Consenso de Washington, fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Banco interamericano de Desarrollo.
En definitiva la Revolución Mexicana no fue una revolución verdadera-porque las diferencias sociales y políticas, las desigualdades entre los ricos y los pobres, se ven con mucha claridad en el México actual, porque no hubo el cambio total que se implica el término “revolución”.
Twiter: @luiscarrs