Vocación y Misión de los Laicos”
Lic. francisco Javier Álvarez de la fuente
El Concilio Vaticano II en la Constitución dogmatica Lumen Gentium los describe como “todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso sancionado por la iglesia.”
Y hoy por hoy y siguiendo la doctrina de la Iglesia, concretamente la Exhortación Apostólica de su Santidad Juan Pablo II CHRISTIFIDELIS LAICI, o sobre Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo, nos encontramos que el propio Magisterio de la Iglesia exhorta a todos los laicos a que participemos activamente en todos los ámbitos y no solo nos dediquemos como miembros de la iglesia a las cuestiones propias de la religión.
Su Santidad Juan Pablo II empieza su Exhortación con lo siguiente “… El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña…” y continúa diciendo la viña es el mundo entero que debe ser transformado según el designio divino “… salió luego hacia las nueve de la mañana, vio otros que estaban en la plaza desocupados y le dijo: id también vosotros a mi viña…” el llamamiento del señor no solo se dirige a los pastores, a los sacerdotes sino que se extiende a todos; los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor y haciendo eco de ello el sínodo que ha notado que el camino posconciliar de los fieles laicos no ha estado exento de dificultades y peligros.
En particular, se puede recordar dos tentaciones a las que no siempre han sabido sustraerse: la tentación de reservar un interés tan marcado por los servicios y las tareas eclesiales de tal modo que frecuentemente se ha llegado a una práctica de dejación de sus responsabilidades específicas en el mundo profesional, social, económico, cultural y político; y la tentación de legitimar la indebida separación entre fe y vida, entre la acogida del Evangelio y la actuación concreta en las más diversas realidades temporales y terrenas.
Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular la acción de los fieles laicos. Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. “A nadie es lícito permanecer ocioso”.
Es necesario entonces mirar cara a cara este mundo nuestro con sus valores y problemas, sus inquietudes y esperanzas, sus conquistas y derrotas: un mundo cuyas situaciones económicas, sociales, políticas y culturales presentan problemas y dificultades. De todas formas esta es la viña y este es el campo en que los fieles laicos están llamados a vivir su misión. Jesús les quiere, como a todos sus discípulos sal de la tierra y luz del mundo.
Pero ¿Cuál es el rostro actual de la tierra y del mundo en el que los cristianos han de ser sal y luz?
Es muy grande la diversidad de situaciones y problemas que hoy existen en el mundo y que además están caracterizados por la creciente aceleración del cambio, por eso enfoquémonos en algunos de los principales problemas de nuestro México.
La persona humana. Una dignidad despreciada y exaltada. Violación a los derechos humanos, al derecho a la vida y a la integridad física, al derecho a la vivienda, al trabajo, a la familia y a la procreación responsable, el derecho a la participación en la vida pública y política, el derecho a la libertad de conciencia y de profesión de fe religiosa.
Leyes que atentan contra todos los derechos anteriores y que no hay voces que se alcen para combatirlos. Por ello el Papa Juan Pablo II siempre que hubo lugar lo dijo en todo lugar y concretamente aquí en nuestro México “no tengan miedo”
La familia.- El matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos. La familia es la célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en la que el hombre nace y crece. Se ha de reservar a esta comunidad una solicitud privilegiada, sobre todo cada vez que el egoísmo humano, las campañas antinatalistas, las políticas totalitarias y también las situaciones de pobreza y de miseria física, cultural y moral además de la mentalidad hedonista y consumista, hacen cegar las fuentes de la vida, mientras las ideologías y los diversos sistemas, junto a formas de desinterés y desamor, atentan contra la función educativa propia de la familia.
Los fieles laicos “son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico…”(LG).
Ahí en este campo es donde todos los laicos tenemos la obligación de hacer presente nuestra Vocación y Misión y para hacer lo que a nosotros toca… ¡Aquí estamos!