VIAJE RELAMPAGO
1.- Efectivamente, este pasado fin de semana por razones de tipo familiar tuve que trasladarme con urgencia a Saltillo, Coahuila; una ciudad hermosa, llena de tradiciones como la gran mayoría existentes en el País; llena de un sentir humano y de hospitalidad que despiden quienes siempre ahí han vivido; sus callejones, sus avenidas, las viejas casonas, sus tendajones que aun existen por herencia familiar y el centro histórico, hacen de este lugar algo muy especial.
Todo un suceso la reunión familiar , risas, nostalgia y tristezas; ahí me di cuenta a través de una voz muy especial que “La Changuita Morales’, había fallecido, lo digo porque en mi época de estudiante fuimos compañeros y amigos de escuela, coincidimos en muchas ocasiones en la prestigiada Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro-UAAAN-, buitres de corazón.
Cuando lo conocí “La Changuita Morales” era un alumno irregular pero ya del cuarto año, su característica; en su mano izquierda siempre había una botella de cerveza “Carta Blanca”, vestía de mezclilla, botas de piel de ternera fabricadas por la zapatería “Recio”, con talleres en la misma tienda y ubicada en el centro de la ciudad por la calle Allende, y muy cerca de el una grabadora de donde hacia reproducir la música ranchera de aquel momento.
Este personaje llamo mucho la atención entre las generaciones, su actitud siempre fuerte encabezaba las novatadas, parecía una persona llena de rencores y fastidiado de la vida; recuerdo que cierta mañana observaba los gestos de dolor que emitía el “pelón”, al que le había ordenado quitarse los zapatos y calcetines y pararse en el medio de un hormiguero atrás del edificio De La Gloria, el cual se encuentra dentro de todo el complejo que es la UAAAN.
Pensó para sí, que era la única forma de vengarse de la golpiza que hacía años, como novato, le habían propinado dos tremendos personajes: misma que le originó la ruptura del cóccix y la lesión del ojo que le lagrimeaba cada tres minutos desde esa fecha. Nadie de la escuela se atrevía a repetirle el apodo que luego le surgió: “La Chillona”, el riesgo era indiscutible, bien podrían recibir una golpiza pues siempre fue bueno para el box y parecía que nadie le ganaba.
La tradición de las novatadas en nuestro país tuvo dos fuentes: la primera, derivada de las tradiciones estudiantiles de las peñas o las Tunas de la antigua España que llegaron a México, y que no eran más que bromas o tomadas de pelo que los mayores hacían a los nuevos colegiales durante su primer año de estudios; la otra fuente, fue la militarización de la educación en épocas post revolucionarias, que ingresó a las escuelas la tradición castrense de la lastimadura a los nuevos a fin de afianzarlos al dolor y volverlos parte de un clan.
En las escuelas era famosa la tradición de las novatadas y los espectáculos diarios: los Buitres de la Narro, los del Ateneo y del Tecnológico, ofrecían afuera y dentro de los recintos escolares el novateo a vías de un castigo por ingresar a las Escuelas. En mi edad fui salvado por un vecino, era la “Changuita Morales”, que viva a un lado donde recién teníamos hospitalidad y que por el destino ahí permanecí por mucho tiempo.
Sin embargo no pude escapar del otro grupo enemigo de Morales ya me habían visto y me tenían vigilando, y una tarde casi arribando a la casa de asistencias
El grupo de “Las Víboras” me esperaba para iniciar el ritual de raparme la cabeza, ni modo con humildad lo acepte pues de cualquier forma no estaba mi amigo protector y tendría que suceder.
Los rituales más famosos ocurrían en “La Narro”, hasta que el difunto Mario Castro Gil las eliminó y con ello puso fin a una sanguinaria y vengativa tradición que lejos de aportar buena fama a la Universidad la colocaba en el filo de la barbarie y el caos.
Las novatadas eran desde hace muchos años, tradicionales a nivel mundial y según estudios psicológicos, entre ellos del Proyecto Silencis surgen: “de la interacción o acción de mutua influencia que, siempre, se establece entre la organización militar y algunos aspectos culturales configuradores de la identidad de los varones.
Esta constatación es muy importante porque aporta evidencia para la tesis largamente defendida desde el movimiento pacifista de que la institución militar es un entorno de producción y reproducción de actitudes violentas; además establece pistas que permiten reconocer los núcleos que reproducen una forma de comprender la masculinidad y la ligazón de ésta con distintas facetas de la violencia.
Esto es, el grado en que esta violencia se desarrolla depende de las condicionantes sociales y el rechazo en su medio que el “estudiante” haya experimentado y puede ir desde los sencillos juegos vistos en España, como forrar a los novatos de papel y luego aventarles verduras podridas o dejarlos de pie cantando toda la noche, o robarles el almuerzo; pasando por la barbarie estadounidense en las famosas hermandades que incluyen sexo con animales, beber hasta caer desmayado y llegando al salvajismo de la India.
El incidente de las novatadas por su forma de actuar nunca debieron realizarse, fue por ello que llamo mucho la atención, no solamente de las autoridades universitarias, sino a la misma sociedad, ya que los síntomas fueron de los mas graves, hasta llegar a un rechazo social, por ello nunca deben dejar las autoridades educativas que estas vuelvan a las aulas, pues además del salvajismo todo ello forma parte de la historia universitaria en el País.
Por cierto, “La Changuita Morales” murió a los 49 años en estado etílico y con la misma música de Carlos y José o Los Cadetes de Linares, vaya pues así es la vida. Antes del cierre les envió un fuerte saludo a mis amigos periodistas quienes en este lapso me hicieron sentir su presencia en aquella bella Ciudad; Carlos Pineda, Ramón Mendoza, Javier Vázquez Eguia, Abel Castillo, Víctor Molina, Juan Carrillo, Roberto Sepúlveda y su esposa Lulú Lozada, Jorge Rodríguez y Guillermo Guerrero. Ya veremos la reacción. Correo electrónico; [email protected]