LA IGLESIA ES MUCHO MAS QUE UN ONG
Lic. francisco Javier Álvarez de la fuente
En agosto de 2007, la revista The Economist exigió abiertamente, en una de sus editoriales semanales, que la Iglesia “renuncie a su estatus diplomático especial y se defina como lo realmente es: la Organización No Gubernamental (ONG) más grande del mundo”.
A decir verdad, aunque orientado hacia otros matices, parte del reclamo de esa revista de conocida orientación anti-católica, parece ser una opinión más o menos generalizada, incluso entre algunos de los miembros de la Iglesia misma.
Es fácil escuchar o leer acusaciones sin fundamento sobre que la Iglesia católica lucra con el dinero. En consecuencia nacen espontáneas interrogantes sobre el destino de las aportaciones que los creyentes hacen.
Es, por tanto, necesario dar respuesta a estas tres preguntas:¿a dónde va a parar el destino del dinero que los fieles aportan?, ¿qué hace la Iglesia por los necesitados? y ¿qué diferencia a la Iglesia de una ONG?
La Iglesia católica destina parte de sus recursos económicos principalmente a cinco áreas: 1) sostener al clero y a sus ministros, 2) al ejercicio de su apostolado en diversas formas y en distintos ámbitos de la vida pública, 3) mantener el culto y las actividades religiosas (se incluye la conservación de los templos y obras que la Iglesia administra así como el sueldo de los laicos contratados para ayudar en ello) y 4) a acciones pastorales, caritativas, formativas y de promoción social. Centrémonos en este último punto pues suele ser el más olvidado.
Posiblemente la mayor tragedia de los pobres, marginados, enfermos, desvalidos, ancianos, etc., es la de no poder hacer escuchar su voz ante quienes pueden ayudar a paliar o cambiar su situación.
En este sentido, el Papa presta uno de los servicios más nobles e importantes al ser la voz de los que no la tienen. Precisamente por ello, constantemente en audiencias, discursos, mensajes y cartas a líderes políticos y económicos, tanto Benedicto XVI como muchos de sus antecesores, han abordado de frente el tema de la pobreza promoviendo y potenciando proyectos que ayuden a quienes la padecen, incluso y sobre todo en foros gubernamentales.
Alzar la voz por quienes no la tienen y perseverar en ese servicio, posee ya un gran mérito. Pero no es lo único que hace el Papa. También está su ayuda monetaria real a nombre de la Iglesia universal.
La Santa Sede ha institucionalizado su ayuda caritativa. Desde 1971 tiene el Pontificio Consejo Cor Unum, un organismo creado por Pablo VI para expresar la solicitud de la Iglesia católica hacia los necesitados para que se favorezca la fraternidad humana.
Uno de los objetivos de este Dicasterio romano es el de ser el instrumento ejecutivo del Papa cuando él desea emprender iniciativas humanitarias en caso de calamidad o en el campo de la promoción humana (y ahí están como ejemplos los donativos de más de 100 dólares para los afectados por el terremoto de agosto de 2007 en Perú y para las víctimas del reciente conflicto bélico en Georgia).
Es Cor Unum la encargada de seguir, coordinar y acompañar la actividad de Caritas Internacional, la confederación de más de 160 organismos caritativos esparcidos por el mundo. Entre 2005 y 2007, Cor Unum-Caritas han donado más de 15 millones de dólares en obras de caridad. Pero no es todo. Juan Pablo II creó en 1984 la Fundación Juan Pablo II para el Sahel (fundación que lucha contra la sequía y la desertización y ayuda a los afectados) y la Fundación Popolorum Progressio al servicio de la población indígena, mestiza, afroamericana y de los campesinos pobres de América Latina y del Caribe. Ambas están vinculadas a Cor Unum.
Esto es solo algunas actividades que la Iglesia Católica hace, con lo que una vez al año damos los católicos en lo que se llama Óbolo de San Pedro, pero hay mucho más todavía y que hacen los laicos católicos y que en su momento trataremos sobre ello ya que para eso …¡Aquí estamos!