‘LOS TIEMPOS AZULES’
Lic. francisco Javier Álvarez de la fuente
El debate político en México se intensifica en la medida de los tiempos y las presiones que ya ejercen quienes buscan participación política activa en las próximas elecciones, tanto hacia el interior de los partidos como de la sociedad hacia las organizaciones políticas.
En el escenario aparece lo que en apariencia es inédito, pero resulta que es lo mismo que la tradición forjó en la política mexicana en relación con la evolución del mecanismo que por años se identificó como “el destape” del candidato por el uso político que el ejercicio de esa facultad caracterizara a los presidentes de la República en el pasado. Es decir, al intentar ejercer el jefe del Ejecutivo como el “fiel de la balanza”, y designar a su sucesor a través de los mecanismos que el PNR primero, el PRM después, y el PRI, a partir de 1946, y hasta el 2000, le permitían al jefe del Estado mexicano influir y decidir sobre el rumbo de los principales acontecimientos políticos nacionales, siendo la presidencia de la República y el partido en el gobierno los dos ejes principales por donde transitara por muchos años el verdadero ejercicio -en la práctica- de la política mexicana.
Con los años las cosas cambiaron, pero en esencia, el presidencialismo en esa materia resulta una copia fiel del pasado.
Por ello resulta interesante observar el comportamiento del Ejecutivo federal, dado que al igual que sus antecesores ejerce un estricto control sobre su partido, y los principales aspirantes a la candidatura provienen tanto del gabinete presidencial como de las cámaras del Legislativo o de algún gobierno estatal del partido en el poder.
En el PAN, Vicente Fox ya como presidente quiso repetir las fórmulas del modelo sucesorio que impuso el PRI -con grandes diferencias de contexto y de control- y trató de impulsar primero la candidatura de su esposa Martha Sahagún y después la de su secretario de Gobernación Santiago Creel, y fracasó en ambos intentos. El panismo tradicional reaccionó, se le opuso y le ganó la partida con uno de sus ex colaboradores, el que antes había ocupado la dirección de Banobras y la Secretaría de Energía en su breve paso por la administración federal: Felipe Calderón.
Seis años después, y casi en los mismos términos de la decisión sobre la candidatura presidencial (tensiones entre el Ejecutivo y su partido), el PAN vive de nuevo convulsiones, con problemas que ahora se agudizan por varios factores: a) La aparición primero de siete aspirantes -que ahora son 5- que han exigido el mismo tratamiento político; b) La decisión del presidente Felipe Calderón y su círculo cercano de impulsar como candidato a su secretario de Hacienda Ernesto Cordero que no crece ni hacia el interior ni por fuera de su partido; c) La postura del panismo, que a decir de todas las encuestas, prefiere a Santiago Creel y a Josefina Vásquez Mota; d) El fracaso de las alianzas del PAN con las izquierdas por la propia pugna interna en el PAN y por la división de las izquierdas que se han polarizado; e) el reconocimiento -vía autocrítica- de la dirigencia nacional del PAN de que su mala ubicación en las preferencias electorales se debe a que se “alejaron de la gente y no trabajaron por ella”. y f)El dominio de la agenda política panista por parte del ejecutivo federal.
Y para colmo, los escenarios se les alteraron. La decisión del senador Santiago Creel de solicitar licencia a la cámara les hizo adelantar anuncios y reacomodar estrategias para tratar de mantener el control.
El dirigente nacional del PAN ha confirmado que el próximo 18 de octubre el PAN definirá el método de selección de su candidato presidencial, el 18 de noviembre se inscribirán los precandidatos y el 18 de febrero será la elección que seguramente será abierta a todos los simpatizantes del PAN.
La razón fundamental es que el método incluye que si son más de dos los registrados, ganará el que tenga más del 37% de los votos y le gane por más de 5 puntos porcentuales al segundo lugar, y de no ser así, se irían a una segunda vuelta. La dirigencia nacional trata de demostrar que quien al final tomará la decisión será la militancia y no el Ejecutivo.
El propósito es también muy claro: Ante el avance notable de los aspirantes del PRI y el PRD, el PAN pretende posicionar a sus aspirantes y ganar terreno ante la opinión pública. También buscan enviar el mensaje de que en el PAN funcionan bien los mecanismos democráticos para la selección de sus candidatos, cuando todos perciben que la indefinición, las pasiones y el no crecimiento de sus aspirantes han sido los principales factores que han provocado se vean obligados a extender y prolongar su proceso de sucesión.
En fin ya estamos al cuarto para las doce y todavía los azules no dan color esperemos ver si pronto vemos de qué color es el azul y si pinta también igual y para verlo… ¡Aquí estamos!