Cd. Victoria, Tamaulipas.- Hace 35 años dos Gobernadores, amigos del Presidente Luís Echeverría, se distinguieron por sus ideas folklóricas: Oscar Flores Tapia, de Coahuila, y Enrique Cárdenas González, de Tamaulipas.
Las historias dicen que estos hombres tenían ideas bastante “brillantes” para atraer el progreso a las regiones áridas de sus respectivos pueblos, y en ese empeño no se dejaba uno del otro.
Inicialmente el profesor Flores hizo público su proyecto de emprender la industrialización de los huevos rancheros para exportarlos (enlatados) a los Estados Unidos y Europa, con lo cual los campiranos se inundarían de billetes verdes .
La respuesta del cuerudo fue el programa de industrialización de las lagartijas mediante la instalación de rastros en lo que entonces se llamaba La Siberia Tamaulipeca.
Las canales servirían como carnada para pescadores, el cuero de la panza para forrar botones de ropa fina para dama, y la cola para diseñar fundas para los picahielos.
La siguiente astucia de Flores fue crear un proyecto para importar camellos y utilizarlos como medio de transporte en el desierto, considerando la versión de que esos animalitos casi no consumen agua.
Una historia más dice que Don Enrique le encargó a su compadre Antonio Aguilar convertir los municipios áridos en locaciones y sets para filmar películas del oeste, con lo cual los billetes llegarían a puños.
A esto, el camellólogo coahuilense le habría contestado con su interés de hacer de Coahuila un criadero infernal de víboras de cascabel para aprovechar su carne sin grasa y curtir las pieles para la fabricación de prendas de vestir, aunado a que muchas, vivitas, serían vendidas a los zoológicos.
Cárdenas González no se quedó atrás y puso en marcha el corte de hojas de sotol con fines de exportación, para utilizarse en la fabricación de palapas de lujo y sombreaderas en los destinos turísticos de sol.
Pero el profesor (paisano de Roberto Moreira) nunca se quiso quedar atrás y generó la “ideota” de producir y deshidratar aguamiel de maguey para exportar a todo el mundo y resolver los problemas de alimentación de los países pobres, entendiendo que dicho elemento “tiene más proteínas que un bistec”.
La reversa del tamaulipeco fue contundente: Aquí se industrializarán las chochas de la pita, enlatadas, para dar satisfacción a los paladares más exigentes de gringos y europeos.
Entonces, el viejo de Coahuila se aventó una más grande: Su estado exportaría hojas de palma samandoca para que todo el planeta fabricara sillones y los forrara con ese material.
De paso, las flores serían enlatadas para enviar al viejo continente y regresaran en dólares (entonces no había euros).
Pues bien, el fin de la semana anterior, la jefa de Desarrollo Económico y Turismo en Tamaulipas, Mónica González García, difundió un boletín de algo que no es nuevo para las zonas áridas, pues nuestros hombres lo pusieron en marcha en su tiempo: La exportación de palma, de agua miel y chochas.
Se ve que la mujer tiene talento, como en su tiempo los gobernantes echeverristas que pusieron en marcha sus “ambiciosos” proyectos de desarrollo.
No hay duda que le mete sesera. Pero también debe saber que sus proyectos no son originales, ya son “clonados” de lo que hace 35 años emprendieron los próceres aludidos y sus asesores.
Para no piratear o fusilar ideas, la mujer debe saber que allá en la zona árida la gente también piensa y tiene sus proyectos para salir de la jodencia ancestral en que se encuentran.
En Jaumave esperan apoyos para industrializar el curtido de pieles de gallina y guajolote para la fabricación de bolsas de mano para mujeres que gustan de lo exótico.
Todo está en que Doña Mónica se descuelgue por allá y hable con el talabartero José Alcocer.
Hay que ser originales, señora.
En Bustamante, la familia Becerra busca apoyos para comercializar el estiércol disecado de burro (a cada asno le ponen una bolsa en el trasero) como leña (carbón) para las carnes asadas en la ciudad.
La experiencia les dice que es el mejor combustible, fácil de encender y, cuando “agarra”, ya no se apaga.
Ya no salga con que quiere traer camellos o beduinos para que vivan en los municipios del altiplano. Eso ya es viejo.
Allá en Miquihuana, los Vargas necesitan poner en marcha el sueño que los sacaría de pobres en unos cuantos meses: La renta de plañideras con servicio nacional e internacional.
Estos proyectos ya están madurados, solo necesitan un “empujoncito” de la autoridad (en particular de Mónica) para cristalizarlos.
Y si le busca encontrará más, pero es ella la que debe hacerlo, por lo cual le pagan, y no nosotros.
Aparte, mire que por cierto, allá en la zona árida, quieren conocer a quien cobra como su diputado local, Sergio Guajardo Maldonado.
Ni siquiera estuvo en la campaña, hace ya un año, y menos fue a regalarle un dulcito a los niños el 30 de abril o a darle un kilogramo de frijoles a las madres el pasado diez de mayo.
“El Checo” se la pasa muy capulina en el fraccionamiento Campestre de la capital y se ha olvidado de los once municipios que dice representar: Jaumave, Bustamante, Casas, Gómez Farías, Llera, Miquihuana, Ocampo, Palmillas, Tula, Xicoténcatl y el sur de Victoria.
Pero no crea usted que es el distrito más extenso, de los 22, porque ese es el de la trampolina Martha Jiménez, con cabecera en San Fernando, y abarca 13 municipios ¿los irá a visitar ahora en los dos meses y medio de vacaciones?.
Nos vamos.