EL MATRIMONIO DE TRES
Lic. Francisco Javier Álvarez de la Fuente
“Me caso con dos, convivo con tres, pero no amo a ninguna…” La frase revela ya la inverosimilitud. La unión de tres o cuatro personas en un mismo “matrimonio” es sólo posible en este violento proceso de ultra laicización. Parece que en la actual cultura relativista el único principio que rige es el de la tiranía de los deseos.
La iniciativa de ley, que aceptaría este tipo de uniones, se encuentra ya incluida en la agenda política de algunos gobiernos europeos como España. De hecho, algunas celebridades no tienen ya reparo en aceptar que viven una vida “amorosa” de este género.
Seguramente un gran porcentaje de la población se opondrá a llevar una vida personal poligámica.
Lo mismo sucede con los “matrimonios” entre personas del mismo sexo que en nuestro México, ya se está haciendo costumbre y en algunos estados ley. Pero ¿por qué levantar la voz contra los que quieran una vida así? “Son libres de vivir como quieran ¿no es cierto?” ¿Acaso el opinar, no es entrometerse en asuntos privados e incluso imponer el propio modo de pensar? ¿Por qué la saña de defender lo tradicional y no abrirse a la inventiva liberal del hombre de hoy? Al fin y al cabo ¿no sería más perfecto amar a tres o cuatro que a solo uno?
Estas preguntas serían válidas si no afectaran sensiblemente a todo el hombre. Las preguntas serían justas si de verdad la cuestión se limitara al ámbito “privado” y “particular”, pero es evidente que trastornan a la sociedad entera.
Nadie hoy quedaría indiferente ante un terrorista que pide libertad para poder armarse y sembrar la violencia. Nadie defendería el derecho de un asesino cuya convicción es la de matar inocentes. ¿O es que acaso algún día perderemos el coraje de calificar como erróneos estos comportamientos?
Este tipo de uniones llamadas “poliamor”, que como lo señalamos, ya está incluida en la agenda política de algunos gobiernos europeos como España y los casos similares, nos obligan a adoptar posiciones claras, bien definidas e universales. Posiciones que no estén a merced de la opinión en turno, del cliché de moda, o mejor dicho, que no estén sujetas y diluidas por el imperio del relativismo.
Nuestra tarea será la de reencontrarnos, definirnos y tener el coraje de pronunciarnos.
Pero… ¿pronunciarse sobre qué? Pues pronunciarnos sobre la pregunta más fundamental a cuya luz se resuelven las preguntas formuladas arriba. ¿Quién es el hombre? De ésta respuesta dependerá nuestro empeño por defenderlo o por denigrarlo.
Hoy, como parte del “cambio cultural”, asistimos a la destrucción de la familia, al desvanecimiento de los valores de la vida y del verdadero amor. ¿Qué visión del hombre habrá detrás? Desgraciadamente una visión muy hedonista: el hombre es un instrumento de placer y posee todos los derechos incluso para autodestruirse. Aquí no es ajena la elocuente frase “la cultura es el espejo del hombre”.
Es así como en nuestros días constatamos que lo que se llama progresismo es en realidad una involución. Ya nos habíamos librado del esclavismo del hombre y ahora ha regresado en nuevas formas. Pensábamos que la poligamia había sido superada y hoy aparece nuevamente.
¿Recurrir a lo de siempre? El matrimonio de siempre es el recinto natural donde se encuentran dos personas que se quieren donar total y desinteresadamente, cuyo anhelo por construir un nosotros se traduce en la formación de una familia.
El matrimonio crea un vínculo amoroso. Dicho vínculo se refuerza y sostiene cuando se busca el bien común, ese que incluye un tú y un yo, una apertura a la transmisión de la vida a la responsable educación de los hijos y para definirnos y pronunciarnos… ¡Aquí estamos!Ver la publicación en Facebook · Editar la configuración del correo electrónico · Responde a este mensaje para hacer un comentario.