Fue el nueve de abril de 1947 cuando desaparecieron los poderes de Tamaulipas por cuerdo del Senado de la República.
Al mismo tiempo cayó para siempre uno de los peores cacicazgos que ha padecido nuestra entidad: El de Emilio Portes Gil.
En realidad fue una sucesión de hechos que comenzó el 31 de marzo con el asesinato del periodista Vicente Villasana, en el cuarto 208 del hotel Sierra Gorda, a manos de Julio Osuna de León, Inspector General de Policía y Transito.
El homicida huyó a su rancho La Diana, en Santa Engracia, y tres días después se entregó a las autoridades.
Al parecer la «tardanza» en ser apresado, fue el motivo para que se hiciera la desaparición de poderes y la caída del gobierno de Hugo Pedro González Lugo, originario de Nuevo Laredo.
En el decreto del Senado de la República -a petición del Presidente Alemán-, se estableció como una de las causas por las que se desaparecieron los poderes, por «el hecho de que el asesino de Vicente Villasana no había sido aprehendido», como lo manifiesta José Angel Solorio en su libro Grupos de Gobierno.
El documento fue bastante lacónico:
En el primer inciso señalaba: “Han desaparecido los Poderes Constitucionales en el Estado de Tamaulipas”.
Y el segundo: “El Gobernador provisional del mismo estado, es el C. Raúl Gárate”.
Este debió haber convocado a elecciones pero no lo hizo.
UN BALAZO EN LA CABEZA
-¿Con qué derecho se mete a mi habitación?
-Con el mismo que usted me ataca ¡Y vengo a matarlo!.
Y le dio un tiro en la cabeza.
El escueto diálogo entre dos hombres: Vicente Villasana, el periodista asesinado, y Julio R. Osuna.
Así lo manifiesta Ciro R. de la Garza en su obra «Tamaulipas, Apuntes Históricos», cuya edición data de 1956.
Osuna andaba borracho -«eufórico», como dice el autor-, y para cometer el asesinato, primero llamó a la puerta haciéndose pasar como personal de servidumbre que llevaba unas toallas.
Pero como no le habían pedido nada, no se le abrió la puerta.
Entonces, Osuna fue con el elevadorista y le exigió la llave «maestra» para poder entrar a la habitación, como lo hizo.
Después de cometido el homicidio, se fue a la casa del Gobernador, quien era inyectado en esos momentos por el doctor Carlos Canales, y le contó lo sucedido.
Acto seguido, Osuna concurrió todavía al hospital civil para confirmar que Villasana estuviera muerto.
Más tarde se dirigió a su rancho, y tres días después se presentó con el nuevo jefe de policía, Tomás Reséndez Treviño, a quien entregó el arma homicida.
TRABAJABA POR LA CAUSA NAZISTA
El día del asesinato, el titular de Policía y Tránsito había asistido a una comida que ofreció el jefe del Departamento del Trabajo, Benjamín López, en su casa, y a la que asistió también el Gobernador y el Secretario General de Gobierno, Tristán Canales.
El propio gobernador depuesto, Hugo Pedro González, establece en uno de sus libros intitulado «Portesgilismo y Alemanismo en Tamaulipas», lo siguiente.
-«… El editor (Villasana, obviamente) era muy materializado, debe haber recibido algunas sumas para seguir agitando en el papel…».
Y es que, por esa época, El Mundo mantenía una intensa «campaña» de desprestigio en contra del gobierno del «último de los portesgilistas».
Acusaba por ejemplo, que un hermano suyo, abogado de Nuevo Laredo, defendía a un traficante, y que seguramente era parte (el Gobernador) del negocio.
Dice Pedro González del periodista:
-Había sido un furibundo germanófilo (se decía que la maquinaria de su periódico había sido regalo de Hitler), y era el motivo para que no contara con grandes simpatías entre sus colegas.
Y hay otro dato interesante que nos dice De la Garza, sobre el posible homicidio:
-Aunque Villasana había derivado hacia Acción Nacional, no fue su postura política la causa de su muerte, sino que antes había atacado a Osuna durante su actuación como jefe de policía en Tampico y Nuevo Laredo.
En otras palabras, el periodista era panista, nazista, y también franquista, como lo dice el propio ex Gobernador en una de sus obras.
Villasana recibió un lugar preponderante en la Falange Española.
Hugo Pedro González dejó el poder a los 38 años.
Había llegado a la gubernatura el cinco de febrero de 1945, y lo dejó el nueve de abril de 1947. Tal vez ha sido el gobernador más joven; llegó a los 36.
Era el último reducto del portesgilismo.
En su obra «Historia de Tamaulipas», Juan Fidel Zorrilla manifiesta:
-La desaparición de poderes decretada, discutible a la luz de nuestro Derecho Constitucional, dio lugar al nombramiento del General Raúl Gárate Legleu como gobernador interino, para el efecto de convocar a elecciones, lo que no hizo, pues el Congreso Local, en una resolución anticonstitucional, lo designó gobernador substituto y cubrió a Gárate el resto del periodo hasta 1951.
Sobre los hechos hay mucha literatura.
Por ejemplo, obras del abogado Juan Guerrero Villarreal, quien fue el Secretario General de Gobierno de Gárate.
Hugo Pedro González explicó que el Presidente Miguel Alemán le contó un día que lo depuso solo «para tener buena prensa…».
Osuna estuvo preso 30 años en el penal de Tamatán y falleció atropellado por el tren junto con su camioneta, en Santa Engracia.