Acaba de cumplir los primeros 53 años de “vida”.
La administración le fue encargada a la Universidad de Tamaulipas, «a fin de que su explotación y uso adecuado le proporcione recursos materiales y espirituales», según reza la placa de inauguración.
Está considerado como el primer edificio de América Latina en que se utilizó cemento presforzado (sic), según la monografía oficial de Ciudad Victoria.
Fue inaugurado el cinco de enero de 1957 por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines siendo Gobernador Horacio Terán Zozaya.
Vino a sustituir al antiguo y viejo Teatro Juárez, mismo que fue derrumbado para construir el Palacio de Gobierno en 15 y 16 Juárez.
El edificio está considerado como una maravilla arquitectónica por sus grandes claros sin muros.
De acuerdo con la monografía, fue diseñado por el arquitecto Fernando Barbará Zetina, y fue el primero de tipo civil que se realizó en México y en América con esas características.
La capacidad de cupo es de alrededor de mil 200 personas, todas sentadas.
En años anteriores era el sitio preferido de los Gobernadores para rendir sus informes de labores. Se le declaraba recinto oficial por parte del Congreso del Estado.
Sin embargo, luego vendrían otros edificios como el Centro Cívico y el Teatro Amalia González Caballero, que en ocasiones también se les declara recintos oficiales para recepcionar el informe.
En el piso superior del teatro funciona el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad. Mas antes era restaurante que operaba un particular.
Pero, además de la joya arquitectónica, el edificio encierra un mural del pintor tampiqueño Alfonso Xavier Peña, quien falleció en 1964.
SIETE MOMENTOS DE LA HISTORIA DE TAMAULIPAS
El mural está dividido en siete momentos que encierran la historia de Tamaulipas.
Parte con la presencia de fray Andrés de Olmos, el fundador de Tampico y la misión de la Tamaholipa, que le vendría a dar el nombre a nuestro estado. Fue el primer asentamiento de españoles en la entidad.
Luego vienen las carretas colonizadoras y la figura obligada de José de Escandón y Helguera, el Conde de la Sierra Gorda, a quien se le confió el establecimiento del Nuevo Santander, antes Costa del Seno Mexicano.
En la obra pictórica con una mano indica el lugar elegido para fundar las nuevas poblaciones, y en la mano izquierda sostiene el Plano de Rutas.
Viene también la figura de Pedro J. Méndez, quien luchó como guerrillero en contra de la invasión francesa, y que le costaría la vida en 1866.
Asimismo, el pintor plasmó el desembarco de Francisco Javier Mina y fray Servando Teresa de Mier, en Soto la Marina, para luchar por la causa independentista.
Y no podría dejar a un lado el fusilamiento de Iturbide, en Padilla, por disposiciones del Congreso del Estado.
Asimismo, el autor dejó plasmado el primer reparto agrario por parte de Lucio Blanco, en Matamoros.
Una placa indica que el teatro fue remodelado cuando era Rector Jesús Lavín Flores.
En otros tiempos, frente al teatro se hallaba el monumento a Bernardo Gutiérrez de Lara, primer embajador mexicano, pero fue trasladado a la colonia del mismo nombre.
Y fue el 20 de abril de 1998 cuando se develó un obelisco frente al teatro, al conmemorarse el 173 aniversario de que Victoria es la capital del Estado.
Otros datos indican sobre las pinturas de Peña.
-La obra presenta pequeñas desproporciones en algunas partes de su composición, pero estas se diluyen en la fuerza unitaria del mural, lograda por el excelente manejo del color y la línea del dibujo, en la que se advierte el estilo Art Deco.
Con esa corriente estuvo identificado el autor desde su juventud, y de la que se nutre bajo la influencia de su amigo el artista Ernesto García Cabral, uno de los más logrados representantes de ese estilo que se da en la segunda y tercera década del siglo pasado.
Aunque el mural carece de una adecuada iluminación, es importante observar en la obra los rostros de los personajes principales, que expresan con maestría su real identidad.
Para la atención de Hugo, así firma comentario, los murales interiores del otora magnífico teatro «Juárez», hoy triste ruina debido a la infame «remodelado» que hizo el tristemente célebre exrector Jesús Lavín Flores, corrupto entre los corruptos, son obra del pintor victorense Xavier Peña, «Peñita», están ocultos tras el chafa cortinaje. En Ciudad Victoria ningún ciudadano levantó un dedo alzo la voz para denunciar el atropello de ese ser despreciable que fué Lavín Flores. Hoy no se quejen agachones, pueblo cortesano.
Recuerdo que dentro del cine había un mural a cada lado en alegoría al teatro, me gustaría saber quien las pintó y sobre todo si existen detrás de las cortinas y alfombras que existen hoy en día.
El tristemente célebre Jesús Lavín Flores, acabó con el teatro Juarez, obra cumbre del «plazismo» , que son obras de relumbrón, del desprestigiado gobierno de Horacio -La Grandota- Terán. El corrompido Lavín Flores, decía, siguiendo al clásico Hank, «…sin obras no hay sobras…». El teatro Juárez ha sido un comedia de errores. Su proyecto fue muy de su época, quien quiera abundar que consulte la Memoria de Gobierno de «La Grandota», elaborada por Manuel Moreno Sánchez, que entonces andaba desempleado, habían sido compañeros de estudios . Hasta Ernesto P Uruchurtu, ayudó enviando a su jefe de jardines ingeniero Siles para que remodelara la plaza, se tuvo que derribar, otra obra «plazista» el kiosco que erigió Donato Saldivar, que presidia la Junta de Administración Civil de Ciudad Victoria, después el inefable plagiario de Ramón Durón Ruiz, en calidad de presidentte municipal lo volvió a erigir. Se había derrumbado el Kiosco para que luciera la fachada del teatro. Total unos erigen otros derrumban y otros mamarrachos vuelven a erigir. Una comedia de errores. Y el teatro Juárez termino en «cine de piojito». Eso pasa con las obras de relumbron. Pero inisto el proyecto original era bueno, contemporáneo del Auditorio Nacional, ese sí bien remodelado por el arquitecto Teodoro González de León.