Cd. Victoria.- Nació, creció y se hizo profesionalmente en el Distrito Federal; se instaló como comerciante en Río Bravo y luego se fue de vacaciones para San Fernando donde ocupó la alcaldía.
En su administración distrajo recursos federales (en un solo asunto) por 329 mil pesillos, dizque para instalar una sala de prensa en el edificio municipal; realizar las campañas de cáncer de mama, de cérvico-uterino y otras.
Y acabó de meter el choclo en destinar recursos federales para organizar cursos de cocina.
Pues bien, Alejandro Franklin Galindo, ex alcalde de San Fernando, tuvo que “regresar” esa lana correspondiente a los programas federales de obra FISMUN del 2009 para no ir a pisar bote.
Y lo hizo porque le cayó la Auditoría Superior de la Federación, si no, pues no.
Pero ¿de donde salió la lana para pagarle a Doña Fede? Le atinó usted, de los mismos recursos del municipio.
Le dimos una “checada” a las auditorías del ejercicio 2009 que efectuó la ASF a ciertos municipios de Tamaulipas, y realmente se queda uno asombrado.
Ahí mismo el señor Franklin dispuso de alrededor de un millón y medio de pesillos que “prestó” a tres personas.
No menciona el papelito a quien se los “prestó”, pero si no le caen los auditores no los hubiera reintegrado a los fondos federales de obras.
Y otra vez le atinó usted, querido lector, los “pagó” de la lana de la tesorería junto con alrededor de 30 mil pesillos adicionales por concepto de intereses.
A Doña FEDE no le interesa de donde sale la lana sino que se la regresen, o hay bote.
Y aquí cabe preguntar ¿por qué no se legisla para castigar a esos bribones?.
De seguro Franklin Galindo jamás regresará por San Fernando donde sus vacaciones han terminado.
Hizo lo mismo que Arturo Díez Gutiérrez en Victoria, quien en el ejercicio 2008 tuvo que “regresar” cerca de 15 millones de pesos que “perdió” por esos laberintos de la burocracia, pero no se le enderezaron cargos penales.
Fue tan chingón el señor Franklin que los auditores federales se quedaron asombrados cuando descubrieron que el hombre inventó un nuevo término en la asignación de obras.
Dice el documento que Alejo no concursó y en cambio inventó al método de “invitación restringida”, que no está contemplado en la normatividad y marco jurídico del manejo presupuestario.
Aquí habría que preguntarse a los sabuesos a que empresas “dedeó” las obras por la suma de 28 melones de pesos. Bien pudo haber sido para constructoras fantasmas o a nombre suyo.
Es lo que pasa con los alcaldes que no son ni viven en el pueblo que administran: Se van al baño solos.
Caso mismo de Héctor López González, “chilango” de nacimiento y residente de Victoria, pero que por descuido de Dios (y de Gamundi) llegó a la alcaldía de El Mante.
Los datos de la ASF dicen que gastó miles de pesillos federales en comprar computadoras y equipo de oficina, cuando la lana ya estaba etiquetada a obras de infraestructura.
Regresó el recurso a la Secretaría de Hacienda ¿pero de qué chequera? Le volvió a atinar usted queridísimo lector, de los fondos de la Tesorería… Ah! y más los intereses que esa lana hubiera ganado estando en el banco.
Dice el documento que el buen hombre dejó sin terminar 14 obras, pero sí se pagaron a lo contratistas, lo cual habría que investigar más a fondo.
Otras cuatro acciones quedaron con deficiencia de calidad y a los señores contratistas no se les exigió fianza.
El médico también distrajo un millón 400 mil del águila en construir una losa de concreto para el jaripeo en el NCP “Lázaro Cárdenas”, cuando la lana ya estaba etiquetada ¿y los intereses apá?.
Total que habrá que ver con más detenimiento estos asuntos, porque López también retuvo Impuesto Sobre la Renta a trabajadores del municipio pero no los reintegró a Lolita, y eso, eso es muy grave.
Parece que estos dos ex alcaldes están pidiendo cárcel agritos, pero allá en Palacio de Gobierno hacen como que no los escuchan.
Con ese antecedente, sería pertinente estar muy cerca de los actuales alcaldes que no nacieron ni viven en los municipios que administran, porque lo más probable es que saldrán buenos para cometer irregularidades.
Es el caso concreto de Mario Alberto Ortiz Cano, de Llera, nacido en Victoria y domiciliado en la colonia Burócratas, pero que un día se le metió entre ceja y ceja llegar a la presidencia de aquel municipio.
De por sí “El Sapo” De la Torre Valenzuela, nacido en Xicoténcat y residenciado en Victoria (Las Flores), dejó temblando el presupuesto de los llerenses
La historia reciente nos dice que es el destino de los presidentes municipales que no sienten nada por una comunidad. Lo primero que hacen es distraer los recursos del erario.
Otro caso concreto es el de María Dolores Berlanga Gil, quien un día convenció a Manuel Cavazos Lerma para que la hiciera alcaldesa de Casas. Jamás regresó por el pueblo.
Ejemplos hay muchos pero ya los iremos mencionando porque el caso de Ortiz Cano no es el único y no llega con muy buenos antecedentes que digamos.