Es indudable que forma parte de la historia de la colonia «Guadalupe Mainero», de la misma ciudad Victoria.
No ha llegado el mediodía pero la «botanita» ya está lista, como todos los días.
A veces hay caldito para los crudos, guisado de carne, de sangrita para levantar el ánimo, el alma caída por la resaca que traen los clientes.
Muchos llegan temprano, se echan dos o tres cervezas y se van a seguir cumpliendo con su chamba. Más tarde regresan y siguen tomando, dialogando, poniéndole música a la rockola.
Estamos en la cantina «El Gato Negro», a cargo de Abdón Castillo García en los últimos 46 años, como lo manifiesta.
Es una de las cantinas más tradicionales de la ciudad. En la Mainero solo quedan, de la época, esta y El Ventarrón.
Nacieron y crecieron, se hicieron populares con la zona de tolerancia de la ciudad. A partir de 1976 se vinieron abajo con el cierre de los negocios de la prostitución.
Sin embargo El Gato siguió adelante y, aunque con poca clientela, se mantiene a la fecha.
ERA EL PASO HACIA LA ZONA ROJA
Castillo García nació allá por San Patricio, municipio de Padilla, pero de joven se vino a esta capital a trabajar como cantinero en El Parral, que estaba en el Seis Juárez.
-Era una cantina muy famosa. El dueño me mandaba a comprar los vinos a El Pico de Orizaba, donde un día el señor Bringas (Florencio) me dijo que si no me gustaría trabajar por mi cuenta con una cantina… Yo no quería porque me pagaban 12 pesos por día y sin batallar.
Y agrega:
-Pero me dijo: Cuando haya oportunidad te echo un pitazo.
Pasó el tiempo y un día Bringas le mandó llamar a El Parral para ofrecerle El Gato Negro, en la Mainero.
El giro tenía tres meses cerrado porque el anterior dueño había fallecido. Solo duró como cuatro meses al frente de la cervecería.
La entrevista con el jefe cervecero.
-¿Cómo te ha ido?
-Bien señor Bringas.
-Te mandé llamar para que te hagas cargo de un negocio y trabajes por sí solo.
-Pero no tengo dinero para surtir!.
Y fue con unos amigos que le prestaron cuatro mil pesos para comprar 20 cartones de cerveza y algunas botellas, pues desde entonces tuvo la venta al copeo.
-Esa misma tarde me entregaron el negocio. La casa estaba enterita.
Esto fue en 1964 y, desde entonces Abdón Castillo García está al frente de El Gato.
CUNDO SE ABRIA DIA Y NOCHE
En los primeros años Abdón tenía abierto día y noche, porque esa era la costumbre de las cantinas y bares.
Como era paso obligado hacia la zona de tolerancia, el éxito fue inmediato.
Incluso trabajaba en días festivos.
-Era el informe del presidente y solo yo tenía abierto; el informe del Gobernador y tenía abierto, y del presidente municipal y no cerraba.
Todos cerraban menos él porque pagaba a la Tesorería una cuota extra.
-Tuve una época muy buena.
Así permaneció por espacio de seis meses hasta que contrató gente, pues solo no podía estar día y noche.
El éxito de su negocio se convirtió en buena camioneta, último modelo, en vehículos para la familia.
Era tanta la venta que en la cantina se acumulaban cientos de botellas de vino vacías. Por eso, Abdón tuvo la idea de levantar una pared con botellas pegadas con cemento. Y ahí estará todavía, desde hace años.
Pero llegó el día en que cerraron la zona de tolerancia y el negocio se vino abajo.
-Vinieron a decirme que iban a cerrar la zona y todos los negocios que estaban abiertos día y noche.
La gente de la zona roja no se quería salir.
Pero Abdón fue a la presidencia y le volvieron a vender el permiso, que le costó 30 pesos. Esto sería por 1976.
Un día sin embargo, a la semana de que compró el permiso, llegaron los inspectores y le dijeron que tendría qué cerrar a las doce de la noche.
Les reclamó el permiso y le devolvieron su dinero, reconoce.
Desde entonces ya no hubo permisos para toda la noche.
Bueno, en alguna ocasión comenzó a abrir a las cinco de la mañana, en una ampliación de horario. Y tenía clientes, muchos clientes, «los crudos», los madrugadores.
-Era una época de mucho dinero… El henequén.
-Y en los últimos años ¿cómo le ha ido?
-Es que hay mucha competencia. Hay temporadas que deja, pero no como antes.
Además, cada año tiene que pagar a la presidencia el permiso o licencia para vender alcohol.
-¿Los clientes son de la colonia?.
-La mayoría, pero vienen de otros lados.
PERO ¿POR QUE EL GATO?
Y usted amable lector, seguramente se preguntará, como nosotros ¿por qué El Gato Negro?
Castillo García indica que el primer dueño del giro mixto había andado por la frontera y al parecer en Nuevo Laredo vio un negocio con ese nombre.
Cuando llegó a Victoria, pues le impuso El Gato Negro y así se quedó desde entonces, desde hace más de 50 años.
Es un negocio tranquilo.
Muchos clientes «ya se nos adelantaron», se han muerto.
Puede afirmarse que El Gato Negro forma parte de la historia de ciudad Victoria.
Otros negocios cerraron sus puertas o fueron clausurados durante la administración del Gobernador Emilio Martínez Manautou.
Pero El Gato sigue adelante.
Entre los giros que han cerrado, y que forman parte también de la historia de la ciudad, se encuentran: El Veracruzano, Jockey Club, Tampico, El Sargento, El Quelit´s, El Mayor, El Nocaut, Mar Caribe, El Robalito, El Retiro, El Toreo, La Orquidea, La Chiquita, El Rechupe, Las Playas, María de la Barca.
También el Bebe y Vete, El Batacazo, La Roca, Las Tres Piedras, La Movida, La Fronteriza, Manhattan, El Globito, La Negrita, Papagayo, Cruz Blanca, La Selva, Chato´s Bar, El Gavilán y muchas otras más que ya desaparecieron.