En la sesión de este miércoles del Congreso del Estado, el diputado Antonio Martínez Torres sacó a relucir dos palabras que están apartadas desde hace años del léxico de los políticos: Plebiscito y referendum.
O bueno, no apartadas porque hay grillos que cada rato piden el desarrollo de tales procedimientos, pero lo hacen solo de pico.
También pronunció la palabra “reforma política” como uno de los temas que están abiertos para elaborar el programa de trabajo de la comisión de Gobernación que él preside en el legislativo.
Toño convocó a sus compañeros de legislatura a que hagan sus propuestas en los diferentes renglones, donde se incluye la señalada reforma política, factores de gobernabilidad y gestión pública, transparencia y eficacia, entre otros temas.
De acuerdo con la Ley, la legislatura debe elaborar un proyecto de lo que se propone realizar en un año de trabajo, lo cual ya está abierto.
Pero la ciudadanía, con fundamento en la Ley de Participación Ciudadana, puede modificar decisiones del Congreso y hasta del Gobernador del Estado, pero ¿quién lo ha solicitado? ¿acaso los argúenderos del PAN o del PRD?
Hay motivos para decir lo que decimos.
A pesar de todos los pesares los diputados de la comisión respectiva (se quejaron de desatenciones del área de Relaciones Públicas a cargo de Desiderio García y Elvia Torres González, que los dejaron sin comer ni beber) culminaron el proceso de “pasarela” de los aspirantes a Consejeros Electorales.
Fueron días de mucha chamba, sobre todo para el propio Martínez Torres y Manglio Murillo Sánchez ¿para qué? ¿vale la pena pasar hambres? ¿al final habrá dedazo?.
Hay quien propuso (lo puede proponer) que se cambie el procedimiento para seleccionar a los consejeros y hacer lo que pasa en Jalisco.
El mayo del año pasado en aquella entidad se convocó a la ciudadanía para participar en la puja por siete consejerías del Instituto Electoral.
Se presentaron 127 aspirantes, entre ellos individuos muy doctos en la materia, que fueron sometidos a un riguroso examen general y luego a hicieran una exposición de cinco minutos ante el pleno para que manifestaran sus intenciones y proyectos.
¿Se puede hacer esto en Tamaulipas? Claro, los mismos diputados pueden solicitar modificar o derogar cualquier Ley.
Bien lo decía Martínez, la ciudadanía, a través del referéndum, puede aprobar o rechazar decisiones del Congreso sobre la creación, modificación o derogación o aplicación de las Leyes.
Para que se de el referéndum tienen que aprobarlo las dos terceras partes de los diputados. Y la petición puede hacérselas el uno por ciento de los inscritos en el Patrón Electoral.
La citada Ley, que viene de mayo del 2001, señala que los procedimientos de referéndum y plebiscito deben ser organizados por el Instituto Estatal Electoral.
A través del plebiscito se pueden modificar decisiones del Gobernador. Solo se necesita que se lo pidan el uno por ciento de los ciudadanos con credencial de elector.
No es cosa del otro mundo si es que alguien –algún partido por ejemplo, u organización- no están de acuerdo con decretos del legislativo o mandamientos gubernamentales.
Por cierto, uno de los aspirantes a consejeros señala que el mejor procedimiento es aplicar exámenes y, de aquellos que pasen con altas calificaciones, realizar una insaculación para decidir quien se queda.
Y es que el interés en ser consejeros no solo se da en Tamaulipas sino que ya es una epidemia nacional.
Por ejemplo, en Sonora los legisladores –quien sabe si también pasarían hambres por falta de abasto de café y pozole- se han tenido que entrevistar con 148 aspirantes a ocupar las cuatro chambitas del Instituto Electoral que están vacantes.
Tampoco se queda atrás Jalisco donde a mediados del 2010 presentaron solicitud 127 interesados en siete consejerías.
Mientras tanto en Querétaro, los legisladores seleccionaron a tres consejeros dentro de una lista de 64 interesados.
Y bueno, así sucesivamente en otras entidades vecinas entendiendo que la reforma política fue a nivel nacional por disposiciones de la Carta Magna.
Un docto sobre el tema nos dice que el interés no surge por hambre, dado que los que presentan solicitud tienen otras chambas por lo general bien remuneradas.
Según la opinión, se debe a que los sueldos son magníficos, todo el año, y sin necesidad de chambear, solo estampar firmas.
El trabajo de investigaciones y dictámenes lo hacen los empleados de la secretaría técnica.
De paso, los miembros del Consejo no tienen ninguna responsabilidad. En caso de omisiones o tarugadas, no están sujetos a ningún procedimiento. Les vale pues.
Sería esa la razón de que hay tanto interesado en la nómina del IETAM.
Nos vamos.