Villagrán.- “La vida volverá”, dice Gerardo, vulcanizador del pueblo, mientras observa casas viejas y destruidas que en otros tiempos albergaron comercios. Vive frente a la estación del ferrocarril y es de los pocos que tienen fe en su terruño.
Hoy son vehículos de combustión los que circulan aquí, los que mueven mercancías; son la nueva forma de vida. Vinieron a sustituir a los caballos y carretas, al mismo ferrocarril que se inauguró a finales del siglo anterior.
Así, observa y tiene frente a sí las ruinas de lo que fue la tienda de abarrotes “La Guadalupana”.
Mira también el viejo “Cine Cuauhtémoc”, cerrado desde hace años, polvoriento y despintado. El tiempo se ha encargado del inmueble.
Ahí se organizaban los mejores bailes de la congregación. Hubo muchos muertos. Era la época del desarrollo económico de Garza Valdez en que la gente andaba armada por seguridad personal y de su familia.
Si se le busca, las balas están incrustadas en las paredes y techos de madera de la construcción, estilo oeste americano.
¿Por qué se llama Garza Valdez?, le preguntamos a Ismael Sánchez Acosta, otro vecino que fue comisariado.
Estación ferroviaria primero, a este punto solo se le conoce más allá de Tamaulipas y de México por un hecho histórico: Aquí fue fusilado el líder agrarista José Silva Sánchez.
Se llama Garza Valdez en honor de Pedro Garza Valdez, último dueño de la ex hacienda “El Caligueño”, aunque también se le conoció como “El Garceño”.
Pedro era hijo de Juan de Dios Garza y de Adela Valdez, los hacendados de finales del siglo pasado.
Dice el corrido de la fundación del ejido:
En 1890 no era Garza Valdez
Era rancho el Caligueño,
Producto de mucha res.
Y nunca ha sido olvidado
Su dueño Don Juan de Dios,
El era Garza Mercado
Ganadero y gran señor.
Hasta hace unos años, en que fue cerrada la estación ferroviaria y servicio de carga, Garza Valdez tuvo auge económico y movimiento de personas.
Primero fue estación del tren y más tarde ejido, allá por 1927, como dice el corrido.
El mil novecientos dos
esa vía se estrenó
bonito tren de pasajeros
y máquinas de vapor.
Fue el veintisiete
ese fue el año
el ejido se formó
con mucho miedo
del hacendado
Garza Valdez se llamó.
Los comercios abundaban. Llegaban mercancías y salía toda la producción agrícola y ganadera no sólo de Garza Valdez, sino de todas las poblaciones del sur de Villagrán. Los mismos habitantes de la cabecera venían a la estación para comprar o embarcarse rumbo a Victoria o Monterrey.
La carretera no existía; fue construida allá por 1933. El paso obligado era estación Garza Valdez.
Tiendas principales de la congregación, “donde se vendía de todo”, eran las de Homero Morales, Martín Almaguer y José Perales. Los fundadores fallecieron y sus descendientes emigraron.
Había surtido de todo, desde aperos de labranza y víveres, pasando por sillas de montar y útiles para la cocina.
Son fundadores del ejido los Rojas, Amaro, Lumbreras, Montelongo, Torres y Salazar, Cerda, los Alonso, cuyos descendientes siguen viviendo aquí en Garza Valdez, uno de los pocos ejidos que fundó la revolución conservando el nombre del hacendado.
Esta congregación, junto con el ejido, la componen alrededor de 200 familias. Ejidatarios son 92 , 40 avecinados y 60 viven en los alrededores de la estación.
Aquí se da lo mismo sorgo que maíz, trigo, cártamo, repollo, zanahoria y cebolla. La presa Real de Borbón riega cuatro mil hectáreas. La comunicación era uno de los principales obstáculos para vender en los grandes centros de consumo, tanto de Nuevo León como de Tamaulipas.
Los ya centenarios ferrocarriles se quedaron atrás. Es más, la estación quedó clausurada.
Solo restan oficinas abandonadas, la del mayordomo, de bodega, sala de espera y las casas de los ferrocarrileros. El cierre se debió a la falta de pasaje y carga.
Todo está abandonado pero la esperanza vuelve. Garza Valdez podría ser la potencia económica que fue en otros años, cuando el ganado se embarcaba, las semillas, pieles, carne seca de res.
Villagrán tiene su historia, ya bastante larga por cierto. La fundación se dio un ocho de mayo de 1757 con el nombre de Villa Real de Borbón o Cerro de Santiago, por el cerro que está frente al poblado.
Fue hasta 1827 cuando por decreto del legislativo se le impuso el nombre de Villagrán en honor del ex Gobernador Don Julián Fernández.