EN HIDALGO, EL CENTENARIO MOLINO DE MARROQUIN
Marroquín.- Allí se acumularon los años ¿cuántos? Nadie lo sabe.
Para llegar es fácil: Toma usted la carretera de ciudad Victoria a Monterrey, hasta el kilómetro 93, sigue a la izquierda seis kilómetros de terracería, y allí está Marroquín.
Pero también ¿por qué el nombre?.
No lo saben los lugareños, pero creen que así se apellidaba el hacendado.
Es un ejido apacible, 270 habitantes, con los servicios básicos. Uno de los pocos que se dedican (dedicaron) a la cañicultura en la región central de Tamaulipas.
Sienten que les faltan apoyos para volver a esta actividad que en otros tiempos fue floreciente.
Tienen la tradición de cañicultores, que es lo más importante, y la unidad de todos para trabajar en torno a una empresa. Ya lo demostraron en años recientes.
El gran molino está en pleno centro del ejido, en la plaza, a un lado de la escuela y la casa ejidal.
Bajo frondosos árboles descansa Isaías Reyna. Dice que viene de su parcela, de la chamba.
Las palabras se agolpan en su boca, se precipita en contar la historia del molino de caña, una mole que debe pesar cuando menos dos toneladas con todos sus fierros.
Lo más interesante es que, los engranes, todo el sistema, son movidos por un chorro de agua…A la antigúita.
Y da resultados. Hasta hace unos años los ejidatarios, cada quien, molían aquí las cañas para convertir su miel en piloncillo.
En los últimos ciclos, en lugar de moler, los propietarios “se la dan a la vacas”, comenta Isaías.
Mientras otros ejidos vendieron los molinos como hierro viejo, en esa comunidad lo conservaron y lo guardan con celo como una reliquia.
Hay gente que viene a admirarlo, a imaginarse cómo trabajaba la gente en otros tiempos, día y noche, con jornaleros acasillados que nada tenían y eran propiedad de sus hacendados.
Es un molino de fabricación americana.
A PESAR DE TODO, NINGUN MUERTO
Las instalaciones son completas en todo el proceso de producción del piloncillo. Los casos de los hornos están guardados para evitar su deterioro.
Fue instalado con toda premeditación en una especie de lomita con rumbo al río San Antonio.
El agua es traída como de cinco kilómetros arriba, a través de un canal que consta de un túnel para cruzar el cajón del río.
-Mi abuelo murió a los 90 años y platicaba, junto con otros viejitos, que rompieron una roca para traer el agua, comenta Reyna.
Y efectivamente, taladraron como 40 metros para conducir las aguas cristalinas y frías que nacen kilómetros adelante.
El molino no tiene ninguna inscripción de fechas, no hay años.
Dice que fue fabricado en Niles-Mill, Cincinnati, por la compañía The Bly Myer Iron Works Co., pero nada mas.
Los lugareños calculan que debe tener alrededor de 150 años, o sea del siglo antepasado, considerando los tiempos en que comenzaron a generarse energía eléctrica y motores.
Que se sepa, el molino no se ha llevado vidas humanas, aunque es realmente peligroso con sus moles de fierro.
Cuentan que un día, cuando hacía frío, trabajaban dos hombres en aventarle caña. Era muy de mañana, como acostumbraban.
Uno llevaba una cobija para protegerse del invierno.
En un momento dado, los moledores le agarraron las “barbas” de la cobija y comenzaron a jalarlo hacia una muerte segura, entre gritos de desesperación.
Su compañero no perdió tiempo y desenfundó el machete que llevaba en la cintura, y alcanzó a cortar la cobija.
De no llevar la cuchilla consigo -perder tiempo en buscarla- su compañero hubiera muerto.
Dice la leyenda de los ancestros que, antes de comenzar una molienda, y para evitar que se “encarnizara”, le aventaban un cabrito vivo. La historia se repetía si la máquina tenía “hambre”.
Así se evitaban pérdidas humanas.
Más arriba está Las Margaritas, otro poblado, y al final el río San Antonio con sus hermosos parajes.
De allí riegan también sus tierras, La Trinidad y San Antonio.
Los lugareños, además del proyecto de sembrar caña, tienen el de crear un centro turístico aprovechando los parajes y el nacimiento del San Antonio, en plena sierra Madre Oriental.
Además, está la admiración del túnel.
Usted puede elaborar su proyecto de admirar el molino de caña de Marroquín, y luego visitar los parajes y las cristalinas aguas del San Antonio. No se arrepentirá.
Dejamos atrás este pueblo que tiene otra característica: Cuando en todo Tamaulipas las mujeres ocupan el 52 por ciento de la población, aquí apenas son el 44 por ciento.
Sobran varones pues, según el último censo del INEGI ¿a qué se debe?.