En una de esas largas pláticas con la desaparecida colega María del Refugio “Cuquis” Garza, nos decía que a finales del sexenio de Enrique Cárdenas González fue testigo de algo vergonzoso cometido por funcionarios públicos de alto nivel.
En el último día del sexenio, Don Quique –muy a su estilo hosco y locuaz- mandó llamar a sus principales colaboradores para darles lo que se ha llamado “bono de despedida” o bien “bono sexenal”.
El echeverrista ya era propietario de varios negocios en Tamaulipas, entre ellos una agencia de automóviles en la capital.
Por eso, a unas horas de abandonar palacio, Cárdenas mandó pagar alrededor de 20 vehículos último modelo, todos de la misma marca pero de diferente línea o tipo, cuyas llaves concentró en su escritorio.
Al despedirse (Enrique traía el cuento de que se iría de Secretario de Agricultura con Echeverría) les dijo que el que agarrara la respectiva llave sería dueño del vehículo.
Los hombres (en la misoginia de la administración, las mujeres no tenían boleto) se avalanzaron sobre el escritorio y “desaparecieron” las llaves como si se tratara de un “bolo” bautizmal infantil.
Quien sabe desde cuando, pero el llamado “bono sexenal” se ha convertido ya en una norma en cada administración estatal en Tamaulipas y en todo el país.
Por entonces había mucho descaro, como también se evidenció al final del gobieno de Emilio Martínez Manautou, pero ya hubo más “discreción” en los siguientes.
Es una costumbre que ya se está haciendo Ley. Pero solo es para beneficiar a los funcionarios de primera línea, diputados y miembros del poder judicial, y no a los jefes de departamento y menos a las bases de la burocracia.
Claro que no es ilegal, pero tampoco que esté en la Ley.
En esta ocasión, el jefe de las Finanzas, Oscar Almaraz Smer, estableció ante los reporteros que no hay nada definido, no es un tema que se haya discutido hacia el interior del gobierno.
Extraña que los “líderes” de la burocracia no se hayan atrevido a pedir (ya no a exigir) el bono de retiro del sexenio, si es lo que se acostumbra en la mayor parte de las administraciones estatales de México y hasta en el gobierno federal.
Solo para dar un ejemplo, mire que se pagan en Zacatecas, Yucatán, Quintana Roo, Puebla, Michoacán, por todos lados, y no solo a la burocracia sino que lo exigen los miembros del magisterio y, aunque a regadientes, se les paga.
En Tamaulipas los líderes de la burocracia parecen estar castrados, que tienen miedo solicitar (no cuesta nada, y o único que les pueden decir es que no) algo que ya es común por todo el país.
En el gobierno federal siempre había sido una costumbre de darle “las gracias” a los servidores públicos hasta que llegaron el PAN y su foxismo al poder, acostumbrados al agandalle y no a repartir.
Fue así que en el 2006 los dirigentes de la FSTSE se pusieron al brinco hasta que obligaron al botudo a cuibrirles un mínimo de dos mil 500 pesos a un millón 600 mil burócratas.
Una bronca más por el “bono sexenal” se armó a mitad del foxismo cuando los diputados federales exigían el pago de un millón 250 mil pesos para retirarse en santa paz, o no aprobarían el presupusto del año siguiente.
Como Fox solo ejercía la política del azadón, no se quería “mochar” con los legisladores, hasta que lo hicieron comprender de a wevo, o no habría presupuesto para el año siguiente.
Se nos hace que, ya, ya, ya, debe instituirse en las leyes el pago del “retiro”, pero no del retiro de la gente sino del sexenio, porque las bases, los burócratas, se quedan.
Hay quien define el “bono” como la última tarascada al presupuesto, o bien un acto de rapiña no prohibido, lo cual viene a la perfección porque en efecto no está previsto en ninguna norma.
Pero es un hecho, una costumbre que no se ha querido hacer Ley. Como que los funcionarios de cada sexenio sienten alguna penilla el pedirlo, y los diputados en aprobarlo.
Los que no se miden ni tienen vergüenza son los alcaldes y sus colaboradores.
Se recuerda todavía que, a finales de la administración panista de Victoria en 1995, que culminócomo alcaldesa Teresa Aguilar Gutiérrez, no tenía, no tuvo para pagarle aguinaldos al personal del municlpio, pero sí para girarse un buen cheque por conepto de “retiro”.
Ellas y el extesorero Benjamín Prieto Treviño fueron demandados ante la Procuraduría por el alcalde Pascual Ruiz García, por haber girado esos cheques cuando las cuentas habían sido cerradas en el banco.
Pero la Procuradaría no investigó nada y por tanto ni Teresa ni Benjamín fueron llamados a cuentas.
En esta ocasión es lo que se teme que ocurrirá: Los alcaldes y regidores se surtirán con la cuchara grande, cuando tienen saqueadas sus tesorerías.
No se justifica por ejemplo, que Teresa y Benjamín se hayan servido miles de pesos de “bono” cuando quedaron a deber millones de pesos por energía eléctrica, tanto que hasta el edificio de la presidencia se encontraba a oscuras.
Hoy no se justificaría por ejemplo que el leñador Arturo Díez Gutiérrez deje una deuda a proveedores por 50 millones de pesos, mientras él y los suyos se chupan jugosos “retiros”.
Se nos hace que alguien debe intervenir para evitar el saqueo en los municipios, sobre todo en los del sur, Tampico, Madero, Altamira, que quieren préstamos para cubrir gasto corriente que incluría los millonarios “retiros”.
Mejor nos vamos.