Cd. Victoria.- No pocos autores han señalado que, cuando los políticos dejan un encargo, les sobreviene un síndrome de la nostalgia del poder al que tienen que irse sobreponiendo con el auxilio de algún medicamento.
Los conocedores dicen que, en seis años, un político se acostumbra a ser la personalidad encarnada del poder público, a ordenar y decidir y ser el que resuelve necesidades del pueblo.
A nivel doméstico también se ha dicho que, antes de entregar el poder, nuestros gobernadores deben prepararse para ser “buenos ex gobernadores”, o sea, no andar metidos en cuestiones de grilla y dejar que el sucesor o sucesores realicen la tarea como Dios les de a entender.
Los últimos gobernadores, como Tomás Yarrington y Manuel Cavazos Lerma, poco tocaban el tema de su retirada cuando les faltaban días, y mas bien reiteraban que ejercerían el poder “hasta el último minuto” (ni más allá, ni menos).
Sobre el tema, mire que en los últimos días hemos escuchado hablar al Gobernador Eugenio Hernández Flores, y él mismo lo dice: “Me faltan 73 días”, o 72.
Para este viernes, a Geño le restarán exactamente 71 días de mando y no lo oculta ni lo niega.
Tampoco se ve que “sufra” interiormente porque dejará de ser Gobernador de Tamaulipas. Se ve al mismo Eugenio que cuando llegó, que bromea y acomoda frases jocosas en su discurso.
Es un método que recomiendan los creadores de imagen siempre y cuando los públicos se “presten”, y en dosis bien medidas y no en exceso.
Eugenio no se anda despidiendo como lo hicieron algunos de sus antecesores que realizaban eventos ex profeso, de masas o más en lo personal, como sucedió con el médico Emilio Martínez Manautou.
Ni anda a salto de mata como Manuel Cavazos Lerma, quien pensó que recorriendo cientos de veces los municipios sería recordado con mayor intensidad (positiva por supuesto).
Da la impresión que Geño ya está acostumbrado.
Este mismo jueves, Eugenio le bromeó al representante nacional de la Conafor, Felipe González Ruiz, cuando este, en un evento de Desarrollo Forestal, le dijo que está por dejar el poder.
“Me faltan más de 70 años…”, comentó, y luego establecería que exactamente 72 días.
Pero ¿qué sucederá de aquí a diciembre? ¿qué hará Eugenio después de su último informe que es en noviembre?¿cuáles serán sus últimos eventos?.
Recordamos cómo Américo Villarreal Guerra se dio a la tarea de asistir a los últimos informes de los 43 alcaldes que él impuso, desde los más “grandes” como Tampico y Matamoros, a los más “chiquillos” como San Nicolás y San Carlos.
Siempre se les ha llamado “giras de despedida” y en ellas se entregan pergaminos de reconocimiento, medallas, cuadros y otros “recuerdos” que han llenado las bodegas de las residencias de los ex mandatarios.
Pero con Geño ¿qué es lo que va a suceder? Porque los indicios no señalan nada extraordinario sino una marcha normal hacia el fin del sexenio, con eventos sí, pero nada de “homenajes”.
Tampoco se han visto por ahí autoagasajos como sucedió con Enrique Cárdenas González, quien “inauguró” decenas de colonias y boulevares con su nombre, o el de Revolución Verde, antes de decirle adiós al poder.
No se ha visto alguna colonia “Eugenio Hernández Flores” o libramiento o calle con los signos de culto a la personalidad (en vida).
Suena a perversión de la historia hablar del ejido Manuel Cavazos Lerma, municipio de Reynosa, o colonias “Manuel Cavazos Lerma” por todo los rincones de Tamaulipas.
Suena mal mencionar la colonia “Tomás Yarrington”, o las decenas de “Vamos Tamaulipas”, o bien que lleven la fecha de su natalicio y las fechas del natalicio de sus familiares.
Hasta Américo Villarreal, el sobrio, el sensato, tranquilo y centrado, no escapó a la soberbia a que lo alzaron los aduladores: Colonias con su nombre y, en el hartazgo, la cancha deportiva “Américo Amigo”.
A menos que su servidor esté equivocado, yo he visto una escuela “Eugenio Hernández Balboa”, el padre ya fallecido en un accidente, pero no “Eugenio Hernández Flores”.
Si estamos equivocados es de inteligentes regresar, pero se nos hace que este victorense se retirará sin soberbia ni nostalgia del poder, aunque allá en Tampico ciertamente hay una colonia “Juntos Avanzamos”, que es su programa social.
Antes de irnos, mire que nos llega correo electrónico que señala que la denuncia del senador José Julián Sacramento, en contra del delegado del IMSS, Jesús Nader, tiene algunos errores.
Por ejemplo, Sacramento se refiere a una Claudia Elizabeth Torres Cruz, de haber recibido una indemnización por casi diez millones de pesos por una demanda laboral que Jesús Nader jamás atendió.
La corrección dice que en realidad la mujer se apellida Torres Limas, era la psicóloga que se encargaba de los exámenes psicométricos de los aspirantes a chambear en el Seguro en Tamaulipas, y su asunto viene desde que era delegada Guadalupe Martín Amaya.
Luego fue enviada como responsable interina del Departamento de Personal y, cuando le rescinden su contrato –que era de confianza-, decidió demandar.
Con los casi diez melones de pesillos, la señora trabaja ahora en la ULSA Victoria (Lasalle) donde es la directora de la carrera de Comunicación.
Los datos se publican como llegaron, y también nos dicen que hay otros nombres equivocados o que no existen.
Nos vamos.