Cd. Victoria.- Se supone que el Gobernador Electo de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú, poco a poco irá acomodando a su gente tanto en el partido que lo postuló como en el gobierno.
En el argot se dice que “va tomando los hilos del poder” y es una tradición casi centenaria que se repide sexenalmente (antes cada cuatro años)
Por eso hay quienes aseguran que el ingeniero civil será quien diga la última palabra en la lucha por la dirigencia de la Liga de Comunidades Agrarias, que es uno de los pilares del PRI, el mejor organizado y más disciplinado, y donde siempre los gobernadores son los que imponen al líder.
Si el cambio de dirigencia es en septiembre u octubre, se supone que es a Egidio a quien le tocará lidiar con el siguiente presidente del organismo, lidiar para bien o para mal.
Desde su fundación el 28 de septiembre de 1926, como institución pilar de las administraciones, en la Liga interviene el gobernador en turno. No es un secreto.
Claro que a la dirigencia del organismo han llegado elementos que ni siquiera llevan tierra en las uñas y menos tienen espíritu campesino, como los trístemente célebres hermanos Guajardo Maldonado.
Hoy, en la lucha interna para suceder a Sergio “Checo” Guajardo figuran dos bueno y dos malos.
Primero diremos de los malos: Juvenal Ramírez Lucio y Juan Andrés Díaz Cruz, ex presidentes municipales que dejaron temblando las arcas municipales de Abasolo y Tula cuando fueron alcaldes.
Ellos se hicieron de bienes personales a costillas de los recursos públicos.
Todavía se recuerda que, en Abasolo, Juvenal le pagaba con la chequera de la presidebncia al albañil que traía en la construcción de una gigantesca bodega de su propiedad.
Se hicieron las denuncias públicas pero jamás fue llamado a cuentas por el Congreso.
Y Juan Andrés anda por la misma ruta. Hizo los grandes negocios cuando fue alcalde de Tula, de tal forma que es dueño de una cadena de tiendas de materiales para construcción que cubre hasta San Luis Potosí.
Estos son los malos que ni siquiera llevan tierra en las uñas, sino mas bien llevan piel de campesino que han arrancado a lo largo de su carrera de explotar a los jodidos.
Su historia en el pizarrón de la CNC es de agandalles y tráfico de influencias, dispuestos al sacrificio, una vez más, por las alcaldías que ya pisaron y le agarraron sabor.
Mientras tanto los buenos, los que se han sobado el alma para merecer la dirigencia estatal cenecista, son otros dos: Antonio Figueroa Rea y Juan Báez Rodríguez.
Su presentación son sus actos a lo largo de los años.
Toño ocupó el segundo lugar en la Liga y fue diputado local. Aunque originario de Guanajuato, vive en el ejido Alfredo V. Bonfil, municipio de San Fernando, y sabe del manejo del tractor.
Báez –hijo del levgendario Juan Báez Guerrea- lleva años metido en la organización, pero nunca le ha tocado directamente la época de vacas gordas. Siempre le dan las suplencias de las diputaciones.
Por ahora dirige una organización nacional de productores de sorgo porque él, también, se dedica a las actividades del campo.
Ingresó al comité de la campesina hace alrededor de 20 años como Oficial Mayor, y también ha desempeñado diversas carteras con varios presidentes de la organización.
Eso, eso seguramente ya lo debe saber el futuro Gobernador de Tamaulipas porque de alguna manera, si no dedazo, se le pedirá su opinión respecto a los aspirantes.
Y lo malo, lo malo sería que llegara alguno de los primeros elementos, tan negativos y perjudiciales para la agrupación como lo fue Librado Treviño Gutiérrez, quien le quedó a deber su sueldo a las secretarias y le cortaron las líneas de teléfono, mientras él estrenaba auto Mercedes Benz.
¿Y la democracia apá? Esa jamas ha existido, y menos en la Campesina. Claro, habrá convocatoria y delegados, pero de antemano se sabrá quien ocupará la máxima cartera.
Los campiranos ya no pueden esperar líderes de la talla de Miguel Martínez Rojo, de Arsenio Saeb o Bernardo Turrubiates, pero de perdido que les dejen a los menos “pior” y nunca jamás las rémoras perjudiciales que se señalan líneas arriba.
Mejor nos vamos.