LA POBREZA EXTREMA QUE INDIGNA
Jaumave.- Su madre, emocionada con la visita, le grita una y otra vez.
-Quita las espinas (la puerta) para que pasen los señores!.
Le exige recoger la yerba del patio, que “controle” a los perros y le repite: “Luego vas y cortar otras ramas y te traes la leña”.
Es Doña Tomasita Medrano quien gira instrucciones a su hijo Agapito, de 44 años, para recibir a los reporteros en su casa del ejido San Juanito.
Agapito dice que sí, que lo hará más tarde, sin reparar en su problema: Está ciego desde hace 26 años.
Desde entonces su mundo son las desérticas barrancas, las espinas y los perros que se van con él en busca de la leña para que su madre cocine para él y su hermano Martín, que tiene otro problema: Se arrastra, nunca ha caminado.
El jefe de la casa murió hace muchos años y la familia quedó a la deriva, en la extrema pobreza, sin ingresos ni forma de agenciarse en forma segura el sustento diario.
Cuando fue alcalde de Jaumave, José Gudiño Cardiel les quitó la minidespensa que la mujer tenía asignada por cuenta del DIF. Hoy, con el alcalde perredista se la devolvieron, aunque ella ni sus hijos tengan un solo papel que confirme su nombre y sus apellidos, acta de nacimiento.
Esta es la real pobreza que flagela a Tomasita y sus dos hijos desde hace más de 25 años, cuando Agapito perdió la vista cuando trabajaba allá por los cañaverales de El Mante.
-Andaba cortando caña y empecé a ver borroso…Nunca se me quitó.
Los médicos lo han tratado pero no le dicen cuál es el problema, aunque debe tratarse del temible glaucoma, el mal que ha dejado ciegos a no pocos habitantes del altiplano tamaulipeco.
LE PIDO A DIOSITO QUE NO SE CAIGA
Tomasita tiene 80 años y muy apenas camina. Se dirige todos los días “de ráid” a la cabecera, distante a seis kilómetros, donde la gente le da algo para que ella y sus hijos sobrevivan.
Antes le entraba a la lavada de ropa pero ya no puede. Se siente acabada.
-Ya no estoy buena. Ya no puedo. Nada mas ando por los muchachos.
Y en efecto, si ella un día llega a faltar los muchachos quedarán desamparados, no se pueden valer por si mismos.
Una prueba de lo que sucederá ocurrió en fecha reciente, cuando la madre se fracturó una pierna y la llevaron a ciudad Victoria para tratarla. Los muchachos se quedaron solos y sin comer nada.
Comer es un decir, porque en ocasiones se pasan los días sin probar alimento; no hay y nadie les regala algo. A veces comen algunas “cebollas” que a ella le regalan en el pueblo; a veces algunas tortillas duras.
Y aunque no tiene para comer, Agapito se siente hoy rico: Tiene para sí una casita de 12 metros cuadrados de block y lámina que le construyó un programa federal a través del ayuntamiento.
Por primera vez tiene cama, si es que se le puede llamar así: Dos tablas cubiertas con una lona. Allá en el otro tejabán no tenía; nunca había gozado de una cama.
Aunque ciego, sabe del problema de su madre, que ya casi no puede caminar y establece: “Solo le pido a Diosito que no se caiga”.
Sobra decir que no tienen el servicio de energía eléctrica ¿con qué pagarían a la CFE? Ni un radio y menos otro tipo de aparatos electrodomésticos. Se ponen su ropa y no se la vuelven a quitar hasta que se acaba.
-Doña Tomasita ¿tiene otros hijos?
-Sí los tuve. El mayor está en Río Bravo y una muchacha en Victoria…La estaba esperando.
Cuenta que su hijo Martín nació con deficiencia mental y ataques epilépticos; nunca ha caminado, solo se arrastra y en ocasiones acompaña a su hermano “a la leña”.
– Y Agapito ¿cómo se quedó ciego?
-Llegó de Mante ciego.
Y lo ratifica él mismo: “Se me fue nublando la vista y así quedé; fue por 1984, tenía 18 años”.
-¿Les dan despensa?
-Tenemos. No las han mandado pero en los siguientes días nos van a llegar, es de los abuelitos.
Pero el muchacho ataja: “No, tiene mucho que no llegan”.
Son las historias de pobreza que calan hondo pero las autoridades del orden social no lo ven, en ocasiones no lo quieren ver.
Rodrigo Carreón, uno de los vecinos de Jaumave, habla de cómo tuvo que convencer a los directivos del programa de vivienda en el ayuntamiento para que vinieran a construirle el cuartito a Doña Tomasita.
-No querían porque es la única aquí en el poblado; pero lo logramos.
Decenas de candidatos, del PRI, PAN y otros partidos, han visitado el poblado para buscar problemas que resolver, sobre todo aspirantes a la alcaldía, pero cuando llegan al poder no hacen mucho por esta familia que no tiene ningún ingreso y, si comen un día, no saben si el siguiente también.
-¿Va para Jaumave?
-Sí, cuando no tengo nada, y ya me dan las tortillas o lo que sea.
Esta sábado Doña Tomasita no irá al pueblo. A lo mejor no encuentra un “ráid” en camioneta y ¿cómo quedarse a medio camino?.
Pero anda alborotada porque quiere ir al mitin del candidato del PRI a la alcaldía, Epigmenio Villarreal. Le dijeron que es frente al tanque de agua, pero ¿a qué va? ¿a recoger otra vez promesas y esperanza de que le darán de comer?.
Para hoy tienen algo que llevar a su boca, a sus estómagos: Los reporteros les llevaron pan, plátanos y otros productos, pero ¿y mañana?.
Es la pobreza extrema que indigna.