San Juan de Oriente, Jaumave.- Arjimiro suda, pero no a gotas sino ese sudor del desierto que se combina con salitre, y repite de vez en cuando.
-¡Esto no es fácil! ¡Esto no es fácil!.
Tiene seis años con un vivero en el semidesierto de Tamaulipas, y “no la ve”, no le llegan los ansiados clientes que un día los proyectistas le dijeron, ni le aterrizan los programas oficiales del gobierno.
Los socios iniciales de Arjimiro Tudón Bernal, sus compañeros del ejido, lo abandonaron por celos y envidias hasta obligarlo a trabajar solo con su familia.
Las carretillas de dinero prometidas por los técnicos de Semarnat y Sedesol, no llegan. Toca puertas del gobierno pero nadie lo atiende, nadie se preocupa por abrirle mercados a pesar que es uno de los escasos proyectos, de miles, que no han fracasado, que la gente no se gastó el dinero en las parrandas.
En el vivero produce todo tipo de plantas de ornato del desierto, y hasta de regiones más tropicales, como la “Pata de Elefante”, que vende en cien pesos la maceta.
Su última esperanza es el contrato que tiene hoy con la Comisión Nacional Forestal, que lo ha llevado a reproducir cien mil plantitas de palma de “chocha” y donde espera recuperarse y “sacar para comer”.
De acuerdo con sus datos, la dependencia promoverá reforestaciones utilizando la planta que aquí se genera mediante reproducción por semilla (de los dátiles).
La “pita” del desierto produce flores que la gente se come en platillos de muy diversa preparación y por lo mismo se van escaseando en los poblados.
Por lo demás, ha ido a la feria y exposición de Ciudad Victoria pero nada. Los clientes que hagan redituable el vivero no llegan, no se ven. El gobierno tampoco le presta para comprar una camioneta para transportar sus productos.
-Es triste y lamentable. No queremos el mueble regalado, solo que nos den facilidades. Necesitamos sacar a comercializar.
Inicialmente eran diez socios, pero en los primeros meses se fueron y vino una reestructuración donde quedaron siete, la familia Tudón. Los otros no creyeron en el proyecto.
-¿Y el mercado?
-Son los que llegan hasta aquí a comprarnos.
Esta comunidad se encuentra como a un kilómetro de la carretera Victoria-Tula y hay días completos en que no llega ningún cliente.
HAY PLANTAS EN VIAS DE EXTINCION
Tudón extiende la mirada hacia los “cobertizos”, algunos improvisados con cobijas remendadas y sábanas “pegadas’” una con otra. Luego voltea con tristeza y dice: “Hay que hay que salir adelante”.
El proyecto de Tudón nació cuando él, en Guadalajara, observó la venta de una cactácea al precio de 65 pesos en maceta.
-Dije: No es posible que lo estén dando en ese precio, si allá se lo comen los burros y las chivas. Nosotros lo podemos reproducir.
Se trataba de un “bonete del obispo”, una especie cuya comercialización está prohibida, y que inicialmente fue el objetivo de los habitantes de San Juan de Oriente y la Unión de Ejidos de Jaumave. Por cierto, es la planta “que más le gusta” a Arjimiro, es su preferida y de ellas tiene cientos en el vivero.
Los proyectos empezaron en el 2002 con 55 mil pesos, y en el 2003 otros 52 mil, según los datos estadísticos de la Conafor. Eran para instalaciones y la compra de cepas.
Como preámbulo, los lugareños fueron capacitados en la reproducción vegetal. Se decidieron por la de simiente, y es la que siguen.
Manejan especies en vías de extinción, que se supone vendrían a terminar con el problema del saqueo indiscriminado que hacen algunas personas, sobre todo extranjeros. Pero no fue así, la gente constata que la comercialización furtiva continúa.
-¿Cuál es la especie más rara?
-Todas. Todas son iguales.
-¿Las más caras?
-Estas que son de 60 pesos, y señala su preferida.
Los nombres científicos van y vienen, pero aquí no valen mucho, solo se les menciona por su nombre común: Peyote, mamilaria (mammillaria), biznaga, sábila color de cebra.
-¿Y las prohibidas?
-La mamilaria (Mammillaria). Mire, esta ya tiene un año dos meses y ese es el tamaño.
Y en efecto, ese pequeño cactus apenas se ha levantado alrededor de un centímetro en 14 meses.
Claro, Tudón y su gente tienen los “pies de cría” de donde sacan la semilla. Allá están las biznagas gigantes y los chiles piquines.
Ah! porque también reproducen el chile en las cantidades que el cliente necesite, que haga el pedido. Y hay chile “pajarito” de la región.
-Pero ¿No que no se reproduce?
-Los hacemos en dos meses. Mire estas… aquí las criamos. Fuimos capacitados para germinar y producir, pero necesitamos que el gobierno nos ayude.
-¿Han solicitado esos apoyos?
-Claro, aquí tengo los papeles!
Tudón se mete a su vivienda por los documentos. Tarda varios minutos y regresa sin ellos; no los encontró.
Ahí se trabaja todos los días del año. Las plantas necesitan atención diaria, como el riego.
Claro que son unos expertos: Tardan dos horas en regar las cien mil “chochitas” que ya están embolsadas.
Ellos están abiertos a todo, a las plantas que les pidan, desde el chile piquín hasta los ébanos y no solo cactus de ornato.
Este es uno de los escasos proyectos con apoyos oficiales que sigue adelante a más de seis años que se puso en marcha. Otros similares fracasaron, uno en Palmillas y otro en Tula.
Arjimiro Tudón (“creo que mi apellido es de origen francés”) y socios, solo quieren que el gobierno voltée por unos momentos, que la chamba ellos la hacen y no quieren regalado solo facilidades.
Aunque son parientes, el vivero es hoy fuente de ingresos de siete familias con 20 personas. Arjimiro tiene cinco hijos.
Cientos de proyectos más no llegaron al alumbramiento, como el orégano y los derivados de lechuguilla, aquí mismo en Jaumave, donde se acusa que Arella Farach y Héctor Barrón Carmona se embolsaron millones de pesos.