Cd. Victoria.- Aquella tarde del 15 de mayo, domingo, Día del Maestro, en unos cuantos segundos se suscitaron acontecimientos que trastocaron la vida de Omar Eloy Martínez Mata, un jornalero residenciado en el ejido Santa Juana, municipio de Padilla.
A las 18:00 horas se registró un pleito en la comunidad, y él intervino como mediador para deshacer el conflicto, pero a cambio recibió un machetazo que casi le cercenó su mano derecha.
Ante los chorros de sangre y la desesperación de familiares, como su esposa Imelda Martínez, fue trasladado en una camioneta a la cabecera municipal de Padilla.
Pero antes, y tal vez fue lo que contribuyó a salvarle la vida, un vecino le amarró el muñón con un alambre para que no se desangrara.
Ya en la cabecera, una ambulancia lo trasladó de urgencia al Hospital General de ciudad Victoria, a donde llegó media hora después, y a las 18:40 ya estaba en quirófano para reimplantarle su mano.
Fue una operación que duró casi diez horas, donde intervinieron los médicos Vicente Plascencia y Santiago Xicoténcatl Méndez.
DABA POR PERDIDA SU MANO
«Yo se que esta mano ya la perdí», se repetía una y otra vez Omar en el trayecto de Padilla hasta Victoria. Y así alcanzó a decirles a los primeros médicos que lo atendieron.
Y no era para menos, pues la mano se le desprendió prácticamente y apenas le quedó suspendida por parte de la piel.
«No sentía la mano, ni dolor tampoco; me comenzó a arder cuando ya veníamos por Güemes» (A 15 kilómetros), dice.
Mientras avanzaba la ambulancia, el lesionado se «acomodaba» en su lugar la mano desprendida, pero se le caía una y otra vez.
Y era la derecha, pensaba, con la que le apasiona jugar béisbol, pitchar.
También se le venía a la mente su hijo de cinco años y cómo le haría para sacarlo adelante si la mano con que trabaja le había sido mochada.
Vive del jornal, ni siquiera es ejidatario para tener un pedazo de tierra.
Nunca pedió el conocimiento por falta de sangre. Seguramente le ayudó el alambre que le amarraron.
-Se que esta mano ya la perdí, les dijo a los de urgencias.
Pero los comentarios de los cirujanos, entre ellos, le dieron un hálito de esperanza: Tenía posibilidades de reimplante.
Nadie perdió tiempo: Diez minutos después que llegó, Omar Eloy estaba en quirófano.
-¿Le sacaron radiografías, análisis de sangre?
-En estos casos no hay tiempo, tiene que hacerse la operación de inmediato, dicen los médicos.
La historia del nosocomio dice que ya se habían realizado otros reimplantes parecidos con mucho éxito, entre ellos una mujer de Palmillas y un muchacho del ejido La Presa, de Victoria.
SE LE «PEGO» TODO
Los médicos trataron de no ser muy específicos sobre su realización, pero en realidad «pegaron» todos los elementos de la mano. Hicieron conexiones arteriales, venosas, nerviosas, de tendones y las fijaciones óseas.
«La mano solo le colgaba de un pedazo de piel», como se establece.
Para que pudiera hacerse la intervención se conjuntaron varios factores, según los galenos y los directivos del nosocomio encabezados por el doctor Jorge Salinas.
1.- Que el lesionado llegó a tiempo
2.- Una herida «limpia» (de un solo corte)
3.- Personal capacitado y equipo
La experiencia de doctor Vicente Plascencia se menciona como fundamental.
Se dice que las operaciones de este tipo solo se hacen en centros hospitalarios de tercer nivel de las grandes ciudades, pero el Hospital «Norberto Treviño Zapata» ha sido dotado de los equipos necesarios y tiene gente capaz.
Dentro de la tecnología para la intervención, para unir arterias del tamaño de un hilo, se tuvo que usar un potente microscopio que aumenta varias veces el tamaño real.
-¿Costo de la intervención?, interrogamos, y la respuesta es clara.
-Una mano no tiene costo.
A las cuatro de la mañana del 16 de mayo, Omar despertó de la anestesia total y se dio cuenta que, en efecto, tenía la mano en su lugar!.
Sintió la alegría más indescriptible.
El hospital general de ciudad Victoria fue inaugurado el 25 de enero de 1985 por el Gobernador Emilio Martínez Manautou, médico que había sido Secretario de Salud en la administración del Presidente José López Portillo.
A Manautou también se le debe la construcción del Hospital Infantil de Tamaulipas y otros centros hospitalarios que siguen operando