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Mafia de los Díez; 50 años talando Tamaulipas

8 enero, 2010
in Los talabosques
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EN 1951 COMPRARON AL GOBIERNO 7 MIL HECTAREAS; CIRCULARON 20 MIL

La historia de los talabosques en Victoria y la región es muy corta: Apenas dos personas y una compañía de americanos.

Pero en poco tiempo, se apoderaron de cuando menos 20 mil hectáreas de terrenos nacionales que abarcan los municipios de Victoria, Jaumave, Hidalgo y hasta los límites de Nuevo León.

Primero fue la empresa E. L. Buckley y Cía., luego Antonio Pedraza y, a la fecha, desde los años cincuentas, los talabosques son Carlos Díez Gutiérrez Coleman y familia, un potosino originario de Cárdenas que vino a hacer fortuna a costa de lo que fuera.

Explota todas las regiones maderables del centro y sur de la entidad, y trafica con los permisos bajo la protección evidente de la SEMARNAP.

Los municipios madereros por excelencia son: Hidalgo, Guemes, Victoria, Llera, Miquihuana, Ocampo, Casas, San Carlos y parte de Jaumave.

Trafica en los ejidos maderables de esos municipios, como San José y Piedras Blancas, en Villa de Casas, o El Encinito, Aquichal, Magdaleno Aguilar, La Libertad y El Cabrito, que corresponden a Llera.

La mecánica operacional es muy sencilla: Los ejidatarios piden permisos de corte pero la Secretaría del Medio Ambiente les dice que no hay, que está prohibido.

En cambio pide Díez Gutiérrez y para él sí hay, después de que los estudios dasonómicos son alterados, según se desprende de las investigaciones.

En no pocas ocasiones se alega que los permisos de tala se conceden porque los árboles están plagados.

Y es entonces cuando entra la maquinaria y el equipo de los talabosques para comprar a precios irrisorios los pinos o encinos. Se le llama metro-rollo-árbol, y a la fecha se estaría pagando por parte del maderero la suma de 57 pesos por metro, en tanto que él obtiene al menos diez metros.

Los ejidos y presuntos pequeños propietarios trabajan al son y bajo sus condiciones.

Hace las talas en la misma reserva El Cielo, o bien la zona protegida de Altas Cumbres y La Paregrina, municipio de Victoria, siempre con la aparente complicidad de las autoridades.

SE APROPIARON DE LA SIERRA MADRE

Las historias de corrupción son muy largas.

En la época de los 40´s, cuando el gobierno de Magdaleno Aguilar, se otorgó concesión para explotar maderables a la empresa  gringa E. L. Buckley, en lo que vendría siendo los cañones De Caballeros y de La Peregrina, en Ciudad Victoria.

Los extranjeros estuvieron pagando los impuestos correspondiente al erario estatal, pues su proyecto era industrializar y fabricar derivados, además de crear una zona turística, tal y como ahora sueña la administración de Arturo Díez Gutiérrez, uno de los cachorros, que es alcalde de la capital.

Sin embargo, a los gringos les fue más redituable explotar irracionalmente los bosques y a eso se dedicaron.

Pero a la llegada del Gobernador Horacio Terán, en 1951, argumentando que no se pagaban esos impuestos, sus asesores lo convencieron de que la administración recogiera los terrenos a cuenta de los adeudos fiscales, como lo hizo.

Fue entonces que, los mismos asesores le recomendaron que vendiera la tierra incautada a los madereros de la región que entonces comandaba Antonio Pedraza Nevares.

La sociedad era Pedraza-Díez Gutiérrez.

El periódico oficial del seis de octubre de 1951, durante la XL legislatura, habla de la operación de compra venta a los Pedraza.

Se menciona que se trata de seis mil 825 hectáreas, por lo cual se pagaron 18 mil pesos.

El tramo estaba comprendido entre la hacienda La Boca al norte; al sur con la propiedad de Magdaleno Aguilar, al oriente con los ejidos Vicente Guerrero, Caballeros y Santa Ana.

Pero un día (22 de enero de 1992) falleció el más prominente maderero de la región y  los terrenos pasaron a manos de Díez Gutiérrez, quien no solo tomó las seis mil 825, sino que agarró 20 mil que llegan hasta los límites de Nuevo León, El Molino, Altas Cumbres, Puerto Purificación, Cañón de los Mimbres y La Aurora.

Todas las explotaciones las hace la Industria El Roble de Díez Coleman y sus hijos, en una irregularidad consecuente que los ejidatarios denuncian: Tiene permiso para mil metros y explota diez mil.

HAY QUE DESTETARLOS DEL VIEJO

Hay aserraderos en todas partes, como Graciano Sánchez, de Guemes, o la Aurora de Hidalgo, pero también en la zona de El Cielo, como es el ejido La Libertad (de Llera).

Y los hay en la sierra, de ejidatarios, como El Gavilán y Los San Pedros, donde a la vez se desperdicia hasta el 40 por ciento del recurso maderable.

La mayor parte de los troncos que obtiene Carlos, son procesados en ciudad Victoria en El Roble.

Las maderas «de primera» son enviadas a Nuevo León y otras entidades, mientras que la de segunda se vende en la región.

Pero también hay una complicidad que lesiona al sector social, y es la Unión de Ejidos Madereros, la que se forma sobre todo con los grupos de Guemes.

Sus líderes son el instrumento para someter a los ejidatarios que se resisten a entregar sus árboles a cualquier precio.

El argumento siempre es el mismo: No hay permisos.

«Lo que hacen es negociar con Díez Gutiérrez para que les pague un poco más», indica un maderero de la ciudad que no puede competir con El Roble.

Agrega: «Lo que necesitamos es destetarlos del viejo  y darles facilidades para aprovechar el recurso».

Un estudio técnico dice que de cada árbol se desperdicia aproximadamente el 40 por ciento, comenzando por la rama y los capotes. El aserrín se lleva un 15 por ciento.

La fuente hace ver que se necesita aprovechar las picadoras para tratar de generar fibraceles. Pero no, la Unión solo es instrumento de sometimiento y al servicio de los Díez.

SIEMPRE TALABOSQUES

Los bosques de la región siempre han estado expuestos a la mano asesina de Carlos Díez Coleman y familia.

De acuerdo con informaciones que recibimos, en Larrazolo los cañones y cerros de la Sierra Madre fueron declarados áreas protegidas por parte de las autoridades de SEMARNAP.

Pero la tala de árboles es indiscriminada, agarran grandes y chicos.

No hay autoridad que lo pare.

Son tierras nacionales que han solicitado desde hace años campesinos de la región, quienes ahí viven y tienen posesión.

Pero Díez Gutiérrez se mete sin permiso.

En total son 17 mil hectáreas de hermosos bosques de encino que están a «disposición» del señor Díez Gutiérrez.

Jamás por supuesto cumple con las especificaciones dasonómicas, la norma oficial de la secretaría de Recursos Naturales. Una de ellas dice que debe repoblar los bosques que saquea ¿Cuánto dura un encino en crecer? tal vez hasta 50 años.

http://www.janambre.com.mx

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