(En los últimos años realizamos entrevistas a personas ya centenarias que tuvieron alguna participación en el movimiento revolucionario que comenzó en 1910, cuyo máximo exponente en Tamaulipas fue el General Alberto Carrera Torres.
Los entrevistados ya fallecieron, pero como un homenaje a ellos y sus familias, con motivo del PRIMER CENTENARIO DE LA REVOLUCION, hacemos la presente publicación. Entrevista realizada en enero del 2005)
La Maroma, Jaumave.- El recuento de los años parece írsele a Doña Andrea Ligues Hernández, aunque asegura que acaba de cumplir sus primeros 105, y sus descendientes la festejaron. Fue el 30 de noviembre, lo tiene presente.
Aunque diminuta de figura, su mente es lúcida. Si acaso tiene fallas en el oído «y estoy un poco mala de un ojo», pero nada mas.
Ella camina libremente por su terreno y su jacal, el que ha ocupado por espacio de hasta 90 años.
Una hija le ayuda en abastecerle su comida, «que vive de aquel lado de la carretera», porque Doña Andrea lava sus trastos de cocina y prepara todavía sus alimentos.
Lo malo es que ni el DIF de Jaumave ni el ayuntamiento se ocupan de darle una despensa, de perdido mensual, de esas que mandan en abundancia los DIF nacional y estatal.
Y es que en la localidad, los últimos alcaldes las han vendido, venden todo lo que les llega de ciudad Victoria.
Andrea vive sola en la pobreza extrema, depauperada y a la mano de Dios.
En sus tiempos, ella trabajó para darle de comer «a los coroneles revolucionarios» de Alberto Carrera Torres.
Nació en Doctor Arroyo Nuevo León, pero a los 16 años llegó a esta región con sus padres, después que «los de la guerra nos quemaron dos veces las casas».
Apenas entiende una pregunta y da sus respuestas, como si las estuviera viviendo.
Su esposo murió hace 60 años, dice, y nunca se volvió a juntar con nadie.
-Yo volver a buscar otro… No´mbre, no!.
Y da la lección completa:
-He visto a las mujeres que dejan a los hombres y luego traen otro.
Pero eso no sucedió con ella, aunque asegura que «gocé mi vida muy bien».
Los secretos de su longevidad.
-Cuidándose uno dura, pero hay personas que están enfermas.
-¿En qué año nació?
-Los que sabían eran mis tíos.
-¿Conoció al coronel Nieves Hernández, de la hacienda de San Vicente?
-Yo aquí asistía a los coroneles y allá estaba otro jefe, y le echábamos tortillas. Aquí estuve con tres compañeras «torteando»…Soy de aquí. Solo he viajado de Victoria aquí.
Cada vez nuestra entrevistada se emociona más, aunque cada pregunta tiene que remarcársele.
-¿Hijos?
-Once, pero se me murieron, unos en la Revolución porque iban con los soldados, ¡Bendito sea Dios!.
No obstante, se sabe que uno vive aquí en un rancho cercano, y dos de sus hijas también están en la región y descendientes en ciudad Victoria.
Algunos fallecieron de viejos, lo mismo que una de sus hijas.
«ES USTED APENAS UN MUCHACHO»
Doña Andrea se desquita con los visitantes, pues tiene la capacidad de hacer preguntas.
-¿Cuántos años tiene usted?, interroga.
-¡Tantos como 63!.
-Pues está muy joven!.
Pero a su vez los entrevistadores la presionan en su plática y contesta con amplitud.
-¿Sabe de dinero enterrado?
-Donde hay uno, que no han sacado, es en el arroyo Del Coyote. El de la plaza ya lo sacaron.
Y retoma con seguridad.
-Había un muchacho que vio una lumbre y dijo: Me voy a calentar, pero la lumbre se desapareció…Y sacaron el dinero enterrado. Pero en El Coyote sí hay…Yo se que sí hay.
-¿Y va con nosotros?
-Eso sí que no puedo. Pero del arroyo le dan “ancina” y, pasando otro arroyito le dan más para adelante, váyanse, nomás agarren el arroyo!.
-¿Quién lo enterró?
-Yo se bien, porque yo tallaba lechuguilla…La gente que no me conoce dice que son mentiras, pero no lo son.
En sus tiempos de juventud, Andrea era capaz de «tallar tres oaxacas bien copeteadas» de lechuguilla. Pero los años se le vinieron encima.
Claro que conoce todos esos caminos de Dios.
-Un día me senté a tallar y me hallé un anillo… Y luego estaba una orejita (de barro), pero eso no lo saqué.
La pregunta que queda en el aire ¿quién enterró el dinero?. Todo parece indicar que los hacendados porfiristas, toda una familia que era comandada por Blas Uvalle (o Walle), y cuyas casas todavía perduran y resisten el descuido y las inclemencias del tiempo.
Tampoco se sabe mucho el por qué el nombre de la hacienda, La Maroma, o ejido Conrado Castillo, como es hoy, donde la tierra, el polvo blanco de las calles hunde hasta medio zapato.
«GOCE LA VIDA, BONITO»
Cada vez se lleva su velo, su rebozo a la boca tratando de que le salgan mejor las palabras.
-¿Anduvo en la Revolución?
-No. Yo asistía a los coroneles. Y, cuando terminó la Revolución me dieron todo este solar hasta allá, pero luego los del ejido me lo quitaron.
Durante 14 años se la jugó en el campo, sembrando con uno de sus hijos, que frijol, calabazas, garbanzos en esas tierras que es difícil hacer parir para sacarle fruto.
Andreíta da sus consejos pero también nos confía secretos.
-Yo gocé la vida, bonito, pero yo no decía: Me voy a casar! (después de perder a su marido).
A la juventud, esos muchachos de más de 60 años, les recomienda.
-Cuídense, coman y beban, pero cuiden a sus esposas. No vayan aquí y allá porque se enferman.
Otra experiencia.
-Aquí hay un muchacho muy amigo mío que vive por El Barretal y empezó: Andreíta, ya estoy muy malo, ya no trabajo ¿por qué? porque andan a la vuelta y vuelta. Le dije, te voy a dar un remedio,…Pero ya no se mueve.
-¿Le da despensas el DIF?
-Nos daban, pero ya no…Y yo no puedo trabajar…Quiero que el DIF me mande una.
-¿Leer y escribir?
-No. Apenas andaba en la escuela cuando se vino la guerra.
-¿Conoció a Alberto Carrera Torres?.
-Sí, yo los asistía, a él y al coronel Vicente Pérez.
La plática es larga y en ella Doña Andrea dice que no sabe por qué ha durado tanto si anduvo entre cientos de muertos.
-Se vino una enfermedad muy fea. Se llenaban dos guayines diarios de muertos y yo ahí andaba y hasta les ayudaba a curar gente…Y a mi no me pasó nada.
-¿Se anima a irse a vivir a Jaumave?
-¿A vivir?
-¿Se iría con nosotros?’
-Es que me da vergúenza ir a otro lugar…
Y ahí dejamos a Doña Andrea Ligues Hernández, sola en su chocita, valiéndose todavía por ella misma. Pero no recibe ningún apoyo de tantas dependencias oficiales que cantan todos los días su combate a la pobreza extrema.
Debe ser una de las mujeres más longevas de Tamaulipas.
en victoria viven varios descendientes directos de carrera torres, esta tico carrera, pancho Arnulfo carrera, gaby margarita carrera y fabiola, todos ellos son descientes de ese vato.
en cd. victoria, vive Fabiloa Carrera De La Fuente, familiar del gral. Carrera
en cd. victoria, vive Fabiola M. Carrera De La Fuente, ella tambien es familiar del gra. Carrera
yo soy bisnieta del General Francisco Carrera Torres, hermano de Alberto Carrera Torres! saludos! y saludos a ti primo tmb!
Gracias por recordar a mis Familiares los Carrera Torres, aunque no vivo en Tamaulipas visito con cariño la tierra de mis mayores
Ingeniero Metalurgista y Profesor de Educacion Fisica
Angel Francisco Torres Carrera
No todos los familiares directos de los Carrera Torres han muerto, aun vive mi madre, la Profra. Jubilada Bertha Carrera Castillo, hija del General Fausto Carrera Torres quien tambien combatio en el ejercito libertador de Tamaulipas, fue comandante del 18o. regimiento de caballeria y presidente del consejo de guerra (hoy se le llama al cargo presidente general de Justicia Militar con sede en la Secretaria de la Defensa Nacional) mi madre nacio en Tula Tamaulipas y su abuelo materno fue el Sr. Bernabe Castillo de Zaragoza, Nuevo Leon, casa donde se reagrupo la gente de los Carrera Torres y nacio el Ejercito Libertador de Tamaulipas