Como tema de actualidad, hemos de decir que no es nada nuevo eso de imponer topes en el gasto corriente a los municipios de Tamaulipas, aunque poco lo respetan los señores alcaldes.
Casi no cambia de un año para otro, pero históricamente no ha subido más allá del 18 por ciento, según lo establecido en la Ley de Gasto respectiva (o en los decretos de egresos anteriores).
Esto es para tratar de imponer un freno a los alcaldes sobre los gastos personales, y donde la experiencia dice que casi no realizan obras.
Por supuesto que en otros tiempos el gasto ha tenido topes de un once por ciento del total del presupuesto. Ahora, en el 2010, dicen que será el 16.
Cada municipio es libre de decidir en que va gastar los recursos disponibles, aunque el 80 por ciento corresponde a participaciones federales que le llegan a través del gobierno del estado.
A los municipios les quedan recursos hasta por la gasolina y el diesel que consumen los tamaulipecos.
Pero ningún alcalde, que se sepa, respeta el límite de gasto corriente, o sea el destinado a pago de personal.
Por otra parte, y en otro tema de actualidad, mire que en El Mante hay escándalo por las versiones periodísticas de actos de pasión amorosa que se han desarrollado en la mismísima sala del primer despacho del ayuntamiento, y que publicitan los medios de comunicación de la cañera.
En medio del sigilo, el 27 de noviembre fue despedida la Jefa de Relaciones Públicas de la Presidencia por disposiciones directas que llegaron desde las oficinas del DIF local, que es donde ciertamente se toman algunas de las decisiones más importantes relacionadas con la actividad de la comuna.
Es algo parecido a lo que sucedió en Matamoros cuando Homar Zamorano Ayala fue el acalde, pues en el DIF se decidía a quien recibía el presidente, y por lo regular la “primera dama” despachaba ahí mismo.
La jefa de Relaciones Públicas todavía no cumplía un año al servicio del municipio, o al menos en la responsabilidad que tenía, dependiendo directamente de la Secretaría Particular con un ingreso de nueve mil pesos mensuales más compensaciones.
Ahí en Mante, no puede argumentarse que se trata de la acción del Ave Azul panista, o el ave de las tempestades, dado que el buen Héctor no aspira a nada, sino tal vez terminar su administración.
Digo, esto relacionado con lo que también acaba de pasar en el puerto Jaibo, donde al alcalde Pérez Iguanzo también se le adjudican encuentros amoros extramaritales.
Por cierto, parece que el alcalde Héctor López anda mal por todos lados.
Nada lo beneficia una encuesta que realiza un medio de comunicación de la localidad, en que se hacen varias preguntas.
Casi la mitad de las opiniones, un 46.2 por ciento señalan que a Héctor “le quedó grande el cargo”.
Casi un 20 por ciento dice que decepcionó a propios y extraños, en tanto que el diez por ciento señala que no cumplió con sus compromisos.
Y mire que allá en el puerto de Tampico hay otro escándalo, y se refiere a un individuo que pudo haber llegado a la alcaldía, pero se ha portado muy mal también en cuestión de quereres.
El tipo acaba de ser despedido de la Comapa de la zona sur.
Es un individuo desobligado y loco.
Como jefe de Turismo en el Estado, a su servidor le entregó un día un cheque sin fondos, del gobierno, correspondiente a la Pluma de Plata de ese año, por cinco mil pesos.
En el 2006, según el expediente 384/96, le fue embargada una propiedad de 321 metros cuadrados ubicada en la colonia Tamaulipas, de Tampico, por adeudar cerca de un melón de pesillos a través de su Empresa Comercializadora de Tamaulipas, la que más que nada se dedicaba a vender cerveza.
Hoy, a Don Andrés de Jesús le tienen en remate su casa en Victoria, ubicada en el Residencial Campestre, con una superficie de 360 metros cuadrados, según el expediente mercantil 565/2001.
Le debe al banco la bajita suma de 780 mil pesos, que se van incrementando conforme pasa el tiempo. La deuda la tiene desde el 2001 y hasta mayo del presente había evitado los embargos.
Hoy, la noticia es que tiene una demanda de juicio porque su esposa Zacil ya se cansó de tantas broncas que arrastra el individuo, y que se le incrementarán porque ahora pertenece al mundo de los desempleados.
Nos vamos.