Santander Jiménez.- Ni un homenaje en los años recientes. Tal vez no lo merezca por andar de mujeriego.
Solo una placa en el interior de la iglesia de los Cinco Señores. Ahí fue el panteón de los Escandón.
Dicen los historiadores que ahí descansan además, los huesos de la segunda esposa del Coronel Escandón, Doña Josefa de Llera y Bayas, y un sobrino de ellos.
Lo cierto es que una placa indica que, el 21 de mayo de 1800, fue sepultado Don Manuel Ignacio de Escandón y Llera, Conde de la Sierra Gorda y Gobernador de la Provincia del Nuevo Santander. En realidad fue el segundo Conde, hijo de Joseph Escandón.
Aunque falleció en Soto la Marina, a los 60 años, su cuerpo fue trasladado a esta villa, capital del Nuevo Santander.
En su obra, Gobernadores Virreinales del Nuevo Santander, Martín González Filizola establece que (según documentos de la parroquia de Jiménez), murió “de calenturas después de haber hecho su disposición testamentaria”.
Dicho recuerdo, tumba que perdura en los siglos, fue realizado “en gratitud por el pueblo de Jiménez”.
Manuel Escandón era viudo de Anna María de Rojas y Rocha.
CASO A SU DAMA CON UN CRIADO
Otros autores han dado a conocer la historia oficial del gobierno del Segundo Conde de la Sierra Gorda, pero no datos personales.
Después de haber enviudado, en 1781, Manuel sostuvo amoríos con una muchacha de 22 años llamada Ana Dominga Flores Guerrero.
Era hija de Ignacio Flores y Ana María Guerrero, habitantes de una propiedad que tenía Escandón.
Según la obra citada, en 1795 la situación ya no pudo ocultarse -conforme documentos hallados-.
-Solo sean visto los soldados en escoltas de sugetos particulares, y acompañando en sus diverciones y paseos a una muger que mantiene el señor Conde en su casa llamada Dominga Flores, cuando era aventurera de algunos lugares de la Provincia, ahora es Doña Dominga Flores que logra de todas las confianzas sustanciales de la casa del señor Conde…
Pero no solo eso. También tuvo relaciones amorosas con otras mujeres de la villa de San Carlos.
-Estaba el expresado señor Governador amancebado publicamente, y tenia la manceba dentro de su casa, dando mal exemplo a sus familiares como a toda la villa y que también era notorio en la provincia y que últimamente había engañado a un pobrecito gachupin, para que se casara con su dama, sin reflexionar es que es una mulata pública…
Lo malo era que el señor mantenía a sus mujeres en la casona oficial del Nuevo Santander, misma que había heredado del Coronel, muerto en 1770 en la ciudad de México.
LE DEJO HERENCIA A SU SEGUNDO FRENTE
En otros tiempos, la gente de Jiménez encendía veladoras a un lado de la placa donde está sepultado Escandón y Llera, a pesar de que forma parte activa en la historia colonial de Tamaulipas. Ahora ni eso.
Ninguna autoridad se ocupó de “recordar” los 200 años del fallecimiento DEL SEGUNDO Conde, y menos en los años subsiguientes.
Señalan los historiadores que, para ocultar sus amoríos ante la Santa Inquisición, que vigilaba constantemente, Escandón hijo acordó 1789 el matrimonio de su muchacha con un militar al que después hizo capitán, llamado José de Oria.
Y los dos siguieron trabajando para él, en la propia casona que hoy es un museo.
Sin embargo, en el propio museo no hay ningún documento que hable de la historia del Nuevo Santander y de sus gobernadores.
Establecen los documentos que, antes de fallecer, Manuel Ignacio le dejó herencia a Ana Dominga, su concubina.
El testamento fue firmado 12 años antes de morir, y a Dominga se refería.
-…Lo di (la casa) a doña Dominga Flores en virtud de la fidelidad con que me ha servido y lo mismo las tierras que le compre en Palo Alto…”
Asimismo estableció.
-…Si para el día de mi fallecimiento resultare deverme alguna cantidad, la perdono.
En concreto, Manuel tenía dos casas en Jiménez, la grande, y otra que le heredó a su concubina.
Dejó también dinero para que se siguiera pagando la cera, el vino y aceite que se utilizaba en la iglesia ¿cuánto duró el dinero?, no se sabe.
En su testamento, también perdonó a todos sus esclavos.
SOLO TENIA ONCE HACIENDAS
También dice González Filizola que Manuel, al morir, era dueño de cuando menos once haciendas en propiedad rústica, además de siete casas.
Se contaban, entre otras, las haciendas de San Juan, Santa María, Buenavista, Santa Rosa, San Francisco, Valle Hermoso, Lavaderos, Magueyes, San José, Nuestra Señora de Guadalupe y La Mesa, en Hidalgo.
Además una goleta.
Y es que Joseph, había comprado dos goletas para transportar mercaderías desde el viejo continente, que llegaban a Soto la Marina.
No tuvo hijos, pero adoptó uno llamado José María.
Pero a este, extrañamente, no le dejó ningún bien material.
Presuntamente, en la Iglesia de los Cinco Señores, también se encuentran los huesos de la esposa de Joseph, Josefa Llera y Bayas.
Murió el 20 de marzo de 1763. Debió tener 42 años.
Ese conde era un viejo muy susio jajajajajaja