Por: Felipe Martínez Chávez
Pues mire que levanta escándalo la renovación de los consejeros del Instituto Electoral de Tamaulipas, que por primera vez designará directamente el Congreso del Estado.
Y es que la lanita que se paga es más o menos buena, algo así como 60 mil pesillos por mes, en año electoral, y más de 30 mil en periodo de tranquilidad.
Claro que hay otros beneficios, como los vehículos oficiales que les proporcionan, los préstamos personales y otras cosillas.
Por primera ocasión, la lista de aspirantes será elaborada mediante una convocatoria pública a los ciudadanos que se consideren con los derechos suficientes o que reúnen los requisitos que, mire usted, no serán muchos.
Los más difíciles son: Tener buena reputación; poseer instrucción suficiente y tener más de 25 años. Los demás son pan comido.
De acuerdo con el dato, los actuales siete consejeros deberán terminar su chambita en marzo.
Pero el Instituto Electoral, desde tres meses antes, debe informarlo al Congreso para que nombre una comisión de tres legisladores que maneje el asunto.
Serán estos los que convoquen a la comunidad tamaulipeca a integrarse a la chamba.
Antes lo hacían los partidos políticos. Cada partido tenía derecho a proponer hasta cinco individuos.
Y bueno, el Jefe Armando Charles, el más experimentado abogado en cuestiones electorales, ya plantea que puede presentar Controversia Constitucional por la forma en que fueron “acreditados” los representantes de los partidos ante el IETAM.
Dice que se necesitaba un acuerdo del Consejo, y no solo registrar los nombres que mandaron los partidos.
Regresando a la chamba, pues si usted ciudadano, cree que reúne los “requisitos”, esté muy pendiente para que eleve su solicitud al Congreso, que a lo mejor se saca la lotería, a lo mejor le toca.
Si se trata de dos meses antes, la convocatoria deberá aparecer a mediados de enero.
La seguridad en la nómina es por tres años, con posibilidades de repetir, o sea seis añitos
De si buscan la reelección los consejeros que ya están, ese es otro asunto.
Cambiando de canal, mire que se menciona que, en Reynosa, el sistema, o sea el gobierno, no sería capaz de entregarle todo el poder local a la familia Garza Elizondo, o sea a Reynaldo.
Se dice que ya tienen el poder económico, el sindical cetemista ¿también al alcaldía y las diputaciones?.
Se anticipa que por muchas circunstancias, el candidato tricolor será Ricardo Gamundi Rosas, salido de una negociación con los grupos de poder.
Los Garza ya conocen el sabor del triunfo, pero también el de la derrota.
Entre 1966 y 1968 fue alcalde Rodolfo Garza Peña, pero en 1977 su hijo Rodolfo Jr. no alcanzó a llegar luego que el proceso electoral fue anulado y se creó una Junta de Administración Civil presidida por Ernesto Gómez Lira.
En años recientes Rigoberto Garza Cantú ya fue presidente de Reynosa, en tanto que Alvaro de Tampico, junto con diputaciones local y federal.
Ya fue diputado local Garza Elizondo, y ahora busca la alcaldía, o dejar a uno de los suyos.
Pero regresando ¿cuál será el sabor de la derrota? ¿qué sentirán los candidatos derrotados en las urnas o por componendas?.
Un militante tricolor nos comenta que quiere estar cerca de Francisco Labastida Ochoa, ex candidato presidencial, para preguntarle que sintió cuando el botudo Fox le birló la jefatura de México.
En realidad ¿a qué sabe la derrota?.
Ahí mismo en Reynosa mordieron el polvo los tricolores Humberto Isassi Cantú y Ernestina Icaza, y no volvieron a participar en política.
Tampoco lo hizo el señalado Rodolfo Garza Peña en aquella época de los setentas.
Pero otros sí regresan, como Jomar Zamorano, en Matamoros, o Javier Gil Ortiz, en Altamira, y Name Pineda en Valle Hermoso.
Por eso, hay quienes insisten en que, con esa y otras historias, el “amarrado” por el tricolor para la gubernatura es el jovenazo José Manuel Assad Montelongo, secretario de Educación, quien ya conoció una derrota, la de senador, y no volverá a perder una más.
Los que mencionamos que volvieron, regresaron por la puerta del éxito, pero hay otros que volvieron a perder, como es Gustavo Cárdenas Gutiérrez, por la gubernatura, quien al parecer ya tenía todo arreglado desde antes. Arreglado para perder.
Mejor nos vamos.